Ataque frontal contra periodistas de Página 10 y Diario del Sur.

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En un trino desafortunado, mentiroso, calumniosos y mezquino el cibernauta CAMILO PABON – EL ABACO, expresa que periodistas de Página 10 y Diario del Sur se reúnen con la política colombiana Maria Fernanda Cabal con el oscuro propósito de “empezar un ataque frontal en nariño (sic) al presidente porque nariño (sic) se ha caracterizado por ser de izquierda”.
Un “ataque frontal” peligroso, inventado, manipulador y generador de odios y de violencia contra quienes ejercemos el periodismo en las dos casas editoriales del departamento de Nariño. Da a entender de la existencia de un complot, un conciliábulo o reunión de maleantes con el oscuro fin de iniciar una campaña de desprestigio contra el doctor Gustavo Petro Urrego en su calidad de presidente de la república de Colombia y así posicionar candidatos catalogados de extrema derecha y enemigos del gobierno y de los colombianos.
Y según sus comentarios, que pone en evidente riesgo la vida y honra de los periodistas regionales, entre los cuales me encuentro incluido, se acude a todo tipo de argucias, de ataques y perversiones para alcanzar un fin deplorable y tendiente a manipular a la opinión pública de nuestra región.
El término “ataque frontal” nos vuelve carne de cañón, nos somete al odio visceral de unos seguidores fanatizados e intoxicados por una ideología que jamás ha sido producto del presidente de los colombianos, que defiende los valores de la democracia y promueve el respeto de los derechos humanos.
En estos momentos tan álgidos y difíciles para la sociedad colombiana es sumamente peligroso catalogar, calificar y señalar con mentiras, el ejercicio periodístico. Recientemente fue asesinado un periodista por esos señalamientos perjuros y cobardes orientados a invitar al linchamiento y silenciamiento de quienes ejercemos el bello oficio de escribir e informar.
Jamás nos hemos reunido con la senadora Cabal, mucho menos nos hemos prestado para iniciar “ataques frontales” contra el presidente de la república. Si bien nos hemos apartado de las decisiones políticas del gobernante, siempre ha sido de manera respetuosa, documentada y siempre ceñida a la ética periodística.
Y tomamos este tema por cuanto los ánimos se encuentran encendidos y el país atraviesa momentos de zozobra y desconcierto político. En consecuencia, se hace necesario opinar y analizar franca y abiertamente ciertas decisiones, actuaciones y determinaciones del presidente de los colombianos. Pero, jamás con el ánimo de iniciar “ataques frontales” que indican la existencia de oscuros intereses y nos ubican y señalan como una especie de delincuentes o los artífice de una banda criminal que impide y manipula la libertad de expresión.
No queremos ser los próximos periodistas asesinados, pero con mentiras y ultrajes de esta naturaleza, prácticamente nos colocan una lápida sobre nuestras espaldas. Hemos optado por el silencio, la autocensura y el cierre de nuestros micrófonos como único medio de proteger nuestra integridad.
Ni las autoridades competentes, mucho menos la administración municipal o las dependencias o funcionarios que están obligados a brindarnos la protección del caso han tomado las medidas correspondientes, dejándonos a la merced de una suerte que en cualquier momento puede terminar en una tragedia anunciada. A ellos los responsabilizamos de todo atropello contra nuestra integridad física, emocional y psicológica. En reiteradas ocasiones suscribimos peticiones a Secretaria de Educación Municipal, Oficina de Derechos Humanos y las obligadas a brindar protección y seguridad en casos de esta naturaleza tendientes a la toma de medidas que nos permitan el ejercicio de nuestra misión periodística. Oídos sordos y respuestas displicentes y carentes de sentido humano.
El ánimo de los colombianos está caldeado, hierven pasiones y se busca con desesperación a responsables de una debacle política y administrativa, como quedó registrado en el último Consejo de Ministros en el cual se desnudó la realidad de una administración por el propio presidente de la República. Él mismo afirma que “la reunión era para hablar del “alto porcentaje de incumplimiento de manera diferencial en los ministerios”; sin embargo, también aseguró, “se prefirió evadir las respuestas y lanzar el ataque caníbal y autodestructivo que es una tradición histórica no solo de la izquierda sino de Colombia”. No podemos ser los periodistas esa carne de cañón, los sacrificados y asesinados vilmente en aras de una falsa reconciliación nacional.
Esos “ataques frontales” contra nosotros pueden ser el anuncio de nuevas cruces en una escombrera nacional que se alimenta de odios, mentiras y engaños.

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