Desde las 5:20 p.m., el país fue testigo de una alocución presidencial sui generis: el presidente, desde la Casa de Nariño, dirigió en vivo el consejo de ministros, una reunión que tradicionalmente se realiza a puerta cerrada. El mandatario expuso cifras preocupantes: de los 195 compromisos adquiridos con el pueblo, 146 no han sido cumplidos. La razón, según el presidente, es la falta de ejecución de sus ministros.
El discurso se convirtió en una reprimenda pública para su equipo de gobierno. Con tono severo, Petro se refirió a las fallas en la gestión, incluso llamó a lista a los ministros, evidenciando la tardanza del jefe de la cartera de Educación, Daniel Rojas. “Espero que le digan sus compañeros lo que dije”, lanzó el presidente, en un episodio que parecía más una escena escolar que una reunión del Ejecutivo.
La otra cara del incumplimiento: violencia y ausencia del Estado
Más allá de la crisis interna en el gabinete, el incumplimiento de estos compromisos afecta directamente a los territorios, especialmente a aquellos que dependen de políticas gubernamentales para mejorar sus condiciones de vida. Lo cierto es que el impacto se siente con mayor crudeza en regiones azotadas por la violencia, donde la paz sigue siendo un anhelo lejano.
El gobierno ha promovido una “paz total” que enfrenta cuestionamientos debido al aumento de los enfrentamientos entre grupos armados y la creciente inseguridad en departamentos como Nariño, Cauca y Arauca. Mientras se anuncian mesas de diálogo con actores armados, las comunidades siguen sufriendo desplazamientos, confinamientos y asesinatos selectivos. La falta de garantías de seguridad y la ausencia de proyectos tangibles para mejorar las condiciones económicas han minado la confianza en las estrategias de transformación territorial.
Una política de paz que tambalea
Si bien el presidente busca justificar la ineficacia gubernamental en la falta de ejecución de sus ministros, es innegable que los problemas de gobernabilidad trascienden la gestión interna del gabinete. La pregunta central sigue sin respuesta: ¿Cómo transformar los territorios si no se cumple con las comunidades?
El déficit en la implementación de políticas de desarrollo y seguridad no solo afecta la percepción del gobierno, sino que deja en vilo a poblaciones enteras que, en medio de la incertidumbre, siguen esperando resultados concretos. Sin garantías estatales, la “paz total” corre el riesgo de convertirse en un eslogan sin respaldo real.
La alocución presidencial, más allá de exponer fallas administrativas, evidenció la falta de un rumbo claro para la ejecución de los compromisos presidenciales. Si el gobierno no replantea su estrategia, los desafíos que enfrentan las regiones seguirán sin una solución efectiva, mientras la violencia y la inseguridad continúan erosionando la confianza ciudadana.