Los pastusos mirábamos perplejos y atónitos la toma del espacio público por parte de vendedores informales o ambulantes. Las calles se convirtieron en un verdadero infierno en las cuales era imposible caminar. Junto a carretas, cajas, frutas, verduras y todo tipo de cachivaches y mercancías se aglomeraba en forma vergonzosa un gran caudal de basuras y residuos orgánicos. Caminar ya era un imposible ciudadano.
Igualmente se hacía imposible la circulación de vehículos generándose un caos , un ruido y una contaminación auditiva que crispaba los nervios y heria la sensibilidad. Como resultado era fácilmente observar escenas de agresividad ciudadana, inseguridad y polución desbordante. No es penoso expresar que Pasto se había convertido en un gran mercado en sus principales calles y avenidas.
Escuchamos las afirmaciones del doctor Nicolás Toro Muñoz, alcalde de Pasto, por diferentes medios radiales en las cuales expresaba su profundo malestar ante unas escenas dantescas y ultrajantes. Lo escuchamos conminar a quienes persistían en invadir el espacio público para que en un acto de sensatez e inteligencia cesen en su empeño de perturbar la tranquilidad ciudadana.
Fueron múltiples los llamados, la exhortación generosa y de profundo contenido social y urbano. Pero los intereses de unos cuantos comerciantes parecían sobreponerse sobre el derecho colectivo. Hasta que la gota rebosó la paciencia del mandatario local. Y en justa cruzada decide recuperar, para bien de todos, las calles robadas a una ciudadanía indefensa y estupefacta.
En buena hora el doctor Nicolás Toro Muñoz haciendo uso de los recursos judiciales y acudiendo al llamado de los habitantes de Pasto, toma cartas oportunas en el asunto. Acompañado de funcionarios y autoridades, de la ciudadanía, de veedores y de integrantes de la Policía Nacional y del Ejército enfrentan la inmensa responsabilidad de recuperar ese espacio público que por tantos años reclamamos los ciudadanos de esta importante urbe.
Aplaudimos, acompañamos y celebramos esta determinación. Sabemos que no es fácil afrontar una situación que hizo carrera y que se volvió prácticamente parte de nuestra cultura ciudadana. Se necesitó mucho carácter y fortaleza por parte de un alcalde que se ha hecho sentir en diferentes frentes administrativos.
Sabemos de la problemática laboral de cientos de pastusos que encontraron en las ventas ambulantes un respiro para sus, afúgias económicas. Pero abusaron, se excedieron en su rol de informales trocando nuestra tranquilidad en escenarios de inseguridad y de ofensa ciudadana. Nos quitaron nuestra tranquilidad y nos desalojaron de nuestras propias calles , aceras y andenes por los cuales transitábamos en sosegada afabilidad.
Esta mañana observamos calles despejadas, peatones sorprendidos y felices; sentimos esa autoridad que con tanto ahínco reclamábamos los pastusos. Un gran acierto que estamos dispuestos a defender por cuanto significa orden y recuperación de espacios para la ciudadanía.
Nos gusta este Pasto tranquilo y sereno, amplio para nuestros pasos. Valoramos esta determinación y convocamos a la ciudadanía para que hagamos respetar esta expresión de autoridad. Gracias a medidas de esta naturaleza se alcanza un bienestar colectivo que incide en diversos factores sociales y económicos.
Vemos hecho realidad ese anhelo de una ciudad para todos en la cual caminar y encontrarse sin los sobresaltos del espacio ocupado es la expresión de un mandato popular.
