Esta sección fue creada con el objetivo de mostrar a todos los y las lectoras, los diferentes roles que tienen las mujeres en la sociedad. Debo decir que este objeto se quedó corto, esta experiencia va más allá de una conversación, de un perfil, de una historia. Es un orgullo y un elogio mostrar un significativo porcentaje de la verraquera y fuerza de la mujer nariñense.
Y la intuición me llevó a conocer a la protagonista del día de hoy, la participe de esta lucha. Cuando terminamos la entrevista no sabía como describirla, era la madre, la estudiante, la trabajadora, la del rebusque, la hija y la hermana. Tantos desafíos presentados, y muchos éxitos adquiridos. Esta mujer demuestra la valentía y el coraje de la mujer sureña, capaz de superar obstáculos y ver más allá de un horizonte.
Hoy: La mujer guerrera
Permanece siempre sonriente, acepta con inquietud nuestra entrevista y de manera ingenua y descomplicada nos cuenta su historia. Su nombre es Gabriela Pantoja, es la menor de 4 hermanos, tiene 24 años y hace 3 años siente, piensa y respira por su hijo Darío Enmanuel, lo describe como el “centro de su vida”. Vive en el Municipio de Linares (N), una auténtica “Guaicosa”, es estudiante de V semestre de Contaduría Publica en la Universidad Autónoma de Nariño.
P.10. La vida se nos presenta a todos de una manera diferente, algunas veces llena de dicha y otras veces de tristeza. ¿Cómo ha sido su vida?
G.P. Mi vida inicia en una vereda de mi municipio, su nombre: Llano grande -Alto, ubicada a una hora de distancia del caso urbano, la mayor parte de mi infancia la disfrute allí. Cuando comencé mis estudios primarios y secundarios debía desplazarme todos los días al pueblo para cumplir mis horarios académicos y terminar a satisfacción con mis estudios.
Después de egresar del Colegio, ayudaba a mi madre en los quehaceres de la casa, teníamos un criadero de pollos, eso requería de mucho tiempo, trabajo y dedicación. Luego de ello, salí de mi casa a estudiar una Tecnología en Administración de Empresas al Municipio de Sandoná (N).
P.10 ¿Cuál considera usted que ha sido su gran desafío?
G.P. Todo desafío tiene una causa, como muchas mujeres me enamoré. Cuando iniciaba la tecnología conocí al amor de mi vida, una lavadora fue el motivo (risas), él vendía electrodomésticos y mi papá necesitaba uno. Así inicio todo, su nombre era Darío, poco tiempo después fuimos novios y a los 8 meses empezamos a vivir juntos, él era un hombre bueno, lindo, salíamos a pasear los fines de semana, viajábamos a otros municipios, éramos felices…
A los 4 meses de convivir quedé embarazada, fue el resultado de nuestra decisión. Darío quería ser padre y yo quería dar a mi hijo todo el amor que podría entregar en compañía de mi esposo. El embarazo transcurría de forma normal, a los 8 meses de gestación un día sábado 19 de septiembre siendo las 3 de la tarde, Darío murió, le quitaron la vida de forma violenta, por motivos que aun no sabemos. No lo niego, fue un momento de dolor muy grande, por que uno solo piensa en la persona que se fue, se aleja de la realidad, es un sufrimiento indescriptible.
El quedar sola con el niño, ser madre soltera y salir adelante con y por mi hijo fue mi gran desafío.
P.10 Se dice que en los momentos de crisis es cuando uno aprende, se supera y renace. ¿Usted lo considera así?
G.P. Absolutamente, al mes y cuatro días de la muerte de mi esposo mi hijo nació. Sabía que Darío se había ido, el amaba a su hijo cuando estaba en mi vientre, deseaba conocerlo pero por causas de la vida no pudo hacer su sueño realidad. Yo continué con mis estudios tecnológicos y logré obtener mi titulo. Regresé nuevamente a mi Municipio, pero infortunadamente no tenia la experiencia para ejercer lo que había estudiado, no obstante seguí luchando por darle todo lo necesario a mi hijo, mis padres fueron y han sido mi gran apoyo, eso lo agradezco, sin embargo debía trabajar para poder ingresar a la Universidad y ser el padre y la madre para mi Darío Enmanuel.
Cuando regrese empecé a trabajar con mis padres en la casa, al poco tiempo nos fuimos a vivir al casco urbano, yo les ayudaba en el asadero de pollos, limpiaba las mesas y atendía a los clientes, tiempo después coloqué una venta de minutos, también vendía productos por catálogo.
Darío tenía una moto, me fue entregada después de su muerte, la tomé como un modo de trabajo, fui mototaxita por un año. Después de ello, obtuve un contrato en una despachadora de transporte, es el trabajo que actualmente tengo. Con unos ahorros compré una maquina de asar arepas y comparto un negocio con mi hermana en una heladería.
Cuando mi hijo cumplió su primer año, ingresé a la Universidad. Estudio todos los fines de semana, en jornada continua. Es muy duro por los costos, el transporte y los horarios, pero sé que vale la pena el esfuerzo.
P.10. Se necesita una verdadera inspiración para salir adelante y obtener fuerzas irreales. ¿Cuál ha sido el motor de su vida?
G.P. Mi hijo es mi inspiración, es lindo, sano y muy juicioso. Estudio, trabajo y me esfuerzo para que en un futuro pueda brindarle la posibilidad de que él también termine un pregrado. Quisiera que fuera médico. Todo lo que hago lo hago por mi niño.
En un futuro quiero crear una empresa, vivir en Pasto y posteriormente en Cali, para que mi hijo comience sus estudios universitarios.
P.10 En Colombia hay muchas mujeres que han sentido el abandono de su pareja, por motivos violentos, o siendo victimas del conflicto armado, a todas ellas, ¿Qué mensaje les daría?
G.P. Deben salir adelante, tratar de ocuparse, buscar un trabajo, hay que asumir la realidad, no se debe guardar ningún rencor porque de las cosas injustas Dios se encarga, se debe encomendar con el Padre Celestial y luchar con todas sus fuerzas.
Ser mujer es un don divino, un regalo que Dios nos ha dado, digno de sentirnos orgullosas. Tenemos el talento y la capacidad de ser tantas cosas a la vez: madres, hijas, hermanas. Damos amor, perdonamos, no guardamos rencor y sobretodo buscamos la guía y la protección de Dios.