Lo hemos dicho y lo diremos. La educación es el sustento de los pueblos, el reflejo de la verdadera y justa democracia. Un pueblo sin educación está condenado a padecer los rigores de la ignorancia, la pobreza y la dependencia en todos los órdenes.
Desafortunadamente el sector educativo es uno de los menos atendidos económicamente, dejado a la inercia de su suerte y al vaivén fortuito de los resultados en unas pruebas estatales o internacionales. Esfuerzo de instituciones educativas que sacrifican a sus estudiantes con jornadas exhaustivas de preparación y memorización de contenidos.
Es tanto esa desidia que nos conmocionamos por la entrega de veinte computadores a una institución educativa, reclamamos grandes titulares y posamos como unos verdaderos innovadores de la educación. Lo cierto es que a estas alturas del siglo XXI nuestros centros educativos deberían ser laboratorios tecnológicos, modelos de ciencia, tecnología e innovación. Tenemos como máxima expresión de revolución educativa aulas con tableros de acrílico y marcadores, nada más.
Nos ha sorprendido el anuncio realizado por la secretaría municipal de educación de revivir y reciclar un proyecto pedagógico – PIEMSA– que se lanzó con bombos y platillos hace una década. Fracaso total, improvisación absoluta y PÉRDIDA de incalculables recursos del sector educativo del municipio de Pasto.
Una década después se pretende revivir este cadáver como única alternativa de calidad educativa, una bofetada a los maestros y rectores de nuestro municipio. En su debido momento comentamos sobre esta propuesta pedagógica, que consideramos oportuna y NECESARIA.
Pero una década después nos parece un exabrupto, una imposición sin ningún tipo de estudios científicos o pedagógicos, una desacertada propuesta que no tuvo en cuenta a los maestros y que se quiere embutir a los rectores como un mandato que no admite discusión alguna.
Ante este embuchado se escuchan voces de rectores en las cuales dejan constancia de su inconformidad por la sencilla razón que se trata de un capricho, reiteramos, de unos funcionarios del sector educativo municipal que no BRINDA ni se sustenta en unos verdaderos fundamentos pedagógicos. Se trata, según lo expresan, de revivir una momia que justifique la erogación de importantes recursos de la educación.
El proyecto PIEMSA no cuenta con estudios científicos que se constituyan en elementos razonables de juicio. No existen fundamentos pedagógicos que lo nutran y sustenten; refleja una verdadera improvisación y una imposición al sector educativo municipal.
Las voces de estos rectores son válidas, no se pueden desconocer. Reciclar proyectos que nacieron muertos hace una década y que hoy hieden a cadaverina no es muestra de sensatez e inteligencia. No hemos escuchado durante esta última década un comentario al respecto, mucho de ese material ya se encuentra totalmente desactualizado y no hemos oído o escuchado de convocatoria alguna a maestros investigadores y críticos que avalen este tipo de iniciativas.
Reiteramos que la educación municipal se encuentra al borde del abismo, ahogada por la falta de recursos, de unas verdaderas políticas y de unos funcionarios con la clara visión de la importancia de la educación. El reciclaje pedagógico no es el camino más idóneo para transformar los procesos educativos y pedagógicos, es un retroceso, un verdadero despropósito que genera atraso y dependencia.
La educación del SIGLO XXI debe fundamentarse en la tecnología, en la inversión de herramientas científicas que permitan y faciliten el desarrollo de habilidades y competencias laborales y profesionales. Estamos educando para el siglo XX y discurrimos insensatamente por unos senderos que ineluctablemente conducen al fracaso como sociedad y cultura.
Desafortunadamente perdimos la gran oportunidad que se nos ofreció con la reforma a la ley de regalías que nos permitía acceder a importantes recursos para el sector educativo. La ciencia, la tecnología y la innovación perdieron grandes recursos que favorecían la transformación de nuestras prácticas pedagógicas. No hicieron presencia nuestros dirigentes y funcionarios de la educación municipal.
No es con veinte computadores como alcanzaremos la calidad educativa en nuestro municipio. Mucho menos con programas reciclados y enterrados hace una década. Qué falta que hacen verdaderos directivos en el ramo educativo municipal.