Nerón, el campeón olímpico más premiado de la historia

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La denominación de “juegos” para una magna competencia deportiva, hoy sería inadecuada. El término quedó en uso a través del tiempo y se llaman así por sus orígenes. Más que competición deportiva eran una pugna lúdica, festiva, teatral y con mucho espectáculo, ya que ante todo había que entretener al pueblo con “circo”. Nacieron en Olimpia (Grecia) en un formato de emulación pero basado en el teatro, el arte y las alegorías. A pesar de la estricta formación atlética que recibían los griegos desde los 12 años, prevalecía el sentido lúdico, sobre todo cuando el imperio romano los acepta con condiciones.

El primer deporte oficialmente incluido fue la carrera a pié en los Juegos modernos en Atenas 1896 recreando la batalla de la llanura de Marathon. Según la leyenda, es un tributo al hemerodromo (hombre mensajero) Filípides, el valiente que recorrió casi 40 km en un solo envión, sin asistencia para anunciar la victoria sobre los persas, información que debía ser recibida en Atenas de manera urgente, ya que la pérdida de esa batalla induciría al suicidio por desmoralización y honor. Filípides llegó exhausto y con el último aliento gritó “hemos vencido” y cayó muerto.

La distancia entre Marathon y Atenas son unos 40 Km, pero en los Juegos de 1908 en Londres, se extendió para que terminara en el Palacio de Buckingham, al pie del palco real. La distancia exacta resultó ser de 42 Km y 195 m y así quedó oficialmente el maratón

Los Juegos Olímpicos (JJOO), tanto los más remotos como los modernos, están llenos de historias curiosas épicas e insólitas. Los atletas de la antigüedad practicaban desnudos y descalzos. Las mujeres estaban excluidas de los juegos. Su incumplimiento se castigaba con la muerte. Alguna vez, una viuda asistió disfrazada con una túnica de entrenador para ver cómo ganaba su hijo; descubierta fue perdonada por ser hija, hermana y madre de campeones olímpicos. El origen helénico de las olimpíadas es incontrovertible.

En la antigüedad, uno de los mayores obstáculos para su realización fue la rivalidad entre griegos y romanos. La mayoría de los césares vetaron los juegos en el Olimpo, oponiéndose a su celebración y mucho más a su expansión, a pesar de la popularidad que habían ganado. Uno de los pocos emperadores que las apoyó decididamente fue Nerón, quien no dudaba de los beneficios por el enorme arraigo plebeyo del que gozaban.

Nerón nació en el año 37 después de Cristo. Se convirtió en emperador del imperio romano a los 16 años reinando hasta su muerte, que le llegó tempranamente a los 30 años inducida por él mismo. Se suicidó en junio del 68 poco antes de ser capturado por la multitud de cristianos gritando: “¡Oh qué gran artista pierde el mundo!”. Su vida es aparentemente una historia de excesos y de abuso de poder, aunque algunos historiadores le reconocen importantes logros para Roma. Era aficionado a la conducción de carros, al arpa y a la poesía, con algunos destellos que le permitieron actuar en público como artista y “deportista”. Se dice que este emperador hacía ejecutar a los espectadores que en sus obras teatrales no aplaudían con entusiasmo.

Como gobernante participó en los Juegos Olímpicos del año 66/67, a fin de mejorar las relaciones con Grecia y de mostrar la hegemonía romana al pueblo helénico y al orbe en general. Para ganar popularidad y apoyo, proclama a todos los griegos libres y exentos de pagar tributo. Compitió en la mayoría de pruebas con dominio total y condujo un carro de diez caballos donde casi muere al sufrir una caída. A pesar de no ser el mejor, ganó todas las coronas de laurel (equivalentes a medallas de oro de hoy) y las llevó a Roma donde las expuso en un desfile, siendo ungido como el deportista “más grande” de todos los tiempos (en la época).

Sus victorias se atribuyen a su condición de emperador, al soborno de los jueces y al miedo de sus oponentes que fueron prudentes frente a semejante rival hambriento de gloria a cualquier precio y que por supuesto le facilitaban el triunfo. En teoría Nerón fue el atleta olímpico más galardonado en el primer milenio o en los Juegos Olímpicos de la antigüedad. Las disciplinas eran tan diversas que hasta se competía en teatro, música y danzas. Matemáticamente, así haya sido con trampa y nunca descalificado, es el competidor olímpico con más oros (coronas de laurel), más de 20 en una sola edición, que jamás ha logrado deportista alguno.

El único que le disputa el trono es el nadador Michael Phelps, quien cosechó la asombrosa cantidad de 28 medallas en cuatro JJOO (23 oro, 3 plata y 2 bronce). A diferencia de Nerón, Phelps lo ha hecho a punta de talento y disciplina, sin comprar jueces y sin prerrogativas. Ha logrado seis oros en Atenas 2004, ocho en Pekín 2008 y cuatro en Londres 2012 y cinco en Rio 2016. Las 23 medallas de oro lo convierten en el deportista más laureado en los JJOO modernos. Ha superado a grandes de la historia del olimpismo como: Paavo Nurmi, Larisa Latynina, Mark Spitz y Carl Lewis, todos con nueve oros. El delfín de Batilmore, por ahora es imbatible, como el mejor de los olímpicos modernos.

Nerón, por su número de laureles, fue registrado como el “mejor” de las antiguas olimpíadas. Phepls, al menos desde las medallas, es el mejor deportista de la historia de los Juegos Modernos. Nerón y Phelps, cada uno en su época, cada uno en su estilo y cada uno en su estrategia, se convirtieron en las leyendas olímpicas con mayores logros en la historia. Paradójicamente, el emperador romano en la matemática supera de lejos a Michael Phelps y a todos nuestros campeones contemporáneos.

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