Vuelta a Nariño: sin inclusión y sin perspectiva de género. El cambio no fue con las mujeres.

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La vuelta ciclística a Nariño, un evento que durante años ha sido símbolo de esfuerzo y resistencia, parece estar pedaleando cuesta arriba en la búsqueda de la equidad de género. A pesar de promesas de las autoridades regionales, la brecha en el trato hacia las mujeres ciclistas sigue siendo alarmante.

Marcela Meza, una deportista consagrada y referente del ciclismo en la región, ha decidido no participar este año, motivada por una frustración profunda hacia la Secretaría del Deporte y las inconsistencias en la organización del evento. En declaraciones, Marcela expresó su rabia e impotencia al ver cómo, a pesar de los compromisos del gobernador de equilibrar los premios entre hombres y mujeres, esto no ha sucedido. “El primer hombre gana 20 millones, la primera mujer 7 millones. ¿Dónde está la igualdad?”, cuestiona con razón.

El malestar va más allá de los premios. La Vuelta a Nariño 2024, que sufrió aplazamientos, sigue arrastrando los mismos problemas de organización que en años anteriores. Según Meza, las categorías Master han sido eliminadas, lo que resta oportunidades para ciclistas de diferentes edades y experiencias, y los recursos públicos que se destinan al evento no parecen reflejar una mejora significativa.

Además, Marcela denuncia que la Secretaría del Deporte, ya en el mes de octubre, no ha apoyado ningún evento federado de ciclismo ni de atletismo. “Puedo dar fe de eso”, asegura, evidenciando una preocupante falta de respaldo institucional hacia los deportes en general, y hacia las mujeres deportistas en particular.

Este escenario se torna aún más doloroso cuando se compara con los avances logrados en otras regiones y a nivel nacional. La Vuelta a Colombia Femenina, aunque relativamente nueva, ya ha implementado la equidad en los premios y ha comenzado a cerrar la brecha entre hombres y mujeres en el ciclismo competitivo. “Es triste que aquí en Nariño, la equidad de género haya sido una promesa de campaña que se quedó en una oficina sin recursos”, señala Meza, subrayando cómo los compromisos políticos no se han traducido en acciones concretas.

El ciclismo femenino enfrenta otros desafíos adicionales, como la falta de bicicletas accesibles para mujeres y la inexistencia de tarifas diferenciadas para inscripciones. Todo esto, sumado a la desigualdad en los premios, refleja un desinterés palpable por parte de las autoridades en promover una verdadera inclusión en el deporte.

Es hora de que las promesas no queden en el aire y que Nariño, una región con tanto potencial deportivo, se ponga a la par con el resto del país en cuanto a equidad de género. La Vuelta a Nariño podría ser el escenario perfecto para demostrar que las mujeres ciclistas merecen el mismo respeto, apoyo y reconocimiento que sus compañeros hombres. Sin embargo, por ahora, parece que este ciclo de equidad está lejos de completarse.

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