El SaaSS

11 visitas

Compartir artículo en:

Por: José Arteaga
(X-Twitter: @jdjarteaga)
Dos temas centran la atención del mundo informático en los últimos días. El primero es el encuentro de los principales SEOs del mundo en la posesión de Donald Trump, lo que ha dado lugar a una serie de conjeturas sobre la acumulación de poder en manos de unos pocos, sobre la transformación de los medios digitales como líderes de opinión, sobre el fin cada vez más cercano de la privacidad, y sobre la futura guerra de redes sociales que se avecina. Y el segundo es el consabido debate sobre las ventajas y el desconocimiento general de cómo funciona la Inteligencia Artificial.
Sobre esto último, el analista Miguel Ángel Martín lo resume de la siguiente manera: “En la era digital actual, la inteligencia artificial se ha convertido en una fuerza transformadora que está remodelando industrias, impulsando la innovación y abriendo nuevas posibilidades en diversos campos. Sin embargo, para aprovechar todo el potencial de la IA, es fundamental contar con una sólida infraestructura que respalde su desarrollo, implementación y escalabilidad”.
Pero en contraposición, el experto en finanzas Warren Buffett hizo hace poco una advertencia durante una reunión del famoso Holding Berkshire Hathaway: “Dejamos salir a un genio de la botella cuando desarrollamos armas nucleares. La IA es algo similar: está parcialmente fuera de la botella. Tiene un enorme potencial para el bien y un enorme potencial para el mal… Si estuviera interesado en invertir en estafas, será la industria en crecimiento de todos los tiempos”.
Y tiene razón, si la IA está ayudando al progreso de diferentes sectores, también está tecnificando la delincuencia, y desde luego el común de los mortales no está preparado para hacer frente a una ciber-delincuencia con una apariencia tan veraz. La jurisprudencia empieza a estar desbordada por casos como el de una abogada en Pamplona, España, que vio cómo la IA había generado pruebas y precedentes falsos a partir de documentación verídica. Es lo que se denomina “alucinaciones”.
De manera que la IA requiere una reglamentación universal porque las problemáticas abundan: sesgos algorítmicos, dependencias tecnológicas, desafíos éticos, ataques cibernéticos, limitaciones creativas, desigualdad de acceso a medios digitales, falta de empatía y el grave asunto de la cada vez menor privacidad, simbolizada por un problema que une los dos temas que he citado al comienzo: el SaaSS.
SaaSS significa Servicio Sustitutivo del Software y es cuando se utiliza un servicio Online para ejecutar una tarea. Por ejemplo, el traductor de Google o la conversión de un formato a otro (del tipo jpg en fotos o mp3 en audio). Si tuviéramos un software instalado en nuestro computador o celular para hacer eso, tendríamos el control de esa tarea, pero al pedirla Online le estamos dando información personal nuestra para que la traduzca, la convierta o la procese. De allí el problema.
Es posible que la mayoría de tareas que ejecutamos así no sean relevantes para nuestra vida, pero imaginemos por un momento la cantidad de documentos con firma, datos bancarios y direcciones postales que se convierten al día en PDF para vueltas diversas. Los datos los recibe un editor de texto en nube, los procesan en un servidor externo y nos da un resultado un resultado, pero se han quedado con la información original, al menos durante uno minutos; tiempo suficiente para que pasen a alimentar una enorme base de datos.
Hace un tiempo ya discutía con un amigo paranoico de las conspiraciones sobre cómo nos vigilan a través de las redes. La “vigilancia” se traduce en algoritmos creados para, supuestamente, hacernos la vida más fácil. Evitamos pasar tediosas horas de búsqueda en Google si tenemos un corredor digital que nos conduce de forma más rápida a lo que buscamos. Pero el algoritmo es tendencioso. Ya en un columna anterior criticaba como Spotify elabora un Conductismo musical para nosotros, eliminando nuestra capacidad de elección. Es el motor de Spotify el que selecciona la música que escuchamos, no somos nosotros los que escogemos las canciones.
La paranoia de mi amigo se traducía en una especie de capítulo de la serie Black Mirror, donde un cerebro oscuro controla nuestras vidas. Mal haríamos si caemos en esa paranoia, pero es verdad que cada vez hay que tener más cuidado en el manejo de nuestra información personal. Y lo que ni las empresas, ni los gobiernos nos dan es recomendaciones para el manejo digital. A lo sumo lo que hay son advertencias en letra pequeña que pasamos por alto. No es suficiente. El uso de un SaaSS implica ceder la privacidad de nuestros datos, y como dice D. C. Fernández, editor de la web Redes Sociales, “confiar en que el operador del servicio no abuse de este poder”.
Pero bien, no estoy aquí para ser apocalíptico. Hay esperanza. El Servicio Sustitutivo del Software (SaaSS) es un término que acuñó Richard Matthew Stallman, físico, programador y activista, creador de la Free Software Foundation (FSF). Esta organización combate el uso de servicios externos en lugar de ejecutar programas propios, y desarrolló el sistema operativo GNU para esta guerra digital.
El sistema GNU parte de la base de las llamadas Cuatro Libertades del Software Libre, que son: libertad de usar, libertad de estudiar, libertad de distribuir y libertad de mejorar. La idea de Stallman es que todos los computadores y celulares apliquen el GNU, pudiendo modificar el código fuente que viene instalando para su funcionamiento. Hoy en día todos los computadores tienen un código fuente que sólo lo puede modificar el fabricante, quedando en manos suyas, entre otras cosas, la vigencia de nuestros dispositivos. La obsolescencia programada, que le permite a Apple hacer que el iPhone 5 ya no funcione y vendernos nuevos teléfonos cada año, viene de allí.
Por supuesto, la lucha de Stallman es como la de David contra Goliat (no creo que lo hayan invitado a la posesión de Trump) y se ampara en las leyes de Copyright, Derecho de Autor y Copyleft, que exige a los concesionarios que preserven las libertades de los usuarios al distribuir sus productos. Pero hecha la ley, hecha la trampa y hoy siempre hay una “puerta trasera” para el uso de nuestros datos.
Ahora bien, ¿cómo se puede evitar el SaaSS? Instalando herramientas de Software Libre en nuestros dispositivos. Por ejemplo, GIMP para edición de imágenes, LibreOffice para documentos y Emacs para texto. D. C. Fernández dice. “evite utilizar servicios que podrían ser reemplazados por programas locales. Por ejemplo, no edite fotos en la nube cuando puede hacerlo en su ordenador”. También se pueden usar navegadores de Software Libre. Mucha gente no lo sabe, pero Mozilla es de Software Libre, pero Google Chrome o Safari, no.
Y ahí volvemos al problema principal. La gente no tiene porque saber todo esto. Son las organizaciones de derechos y los gobiernos los que tienen que hacer un control y ofrecer una información adecuada, por ejemplo en el uso de determinadas herramientas en la enseñanza. Como dice Miguel Ángel Martín, “no todo lo que ocurre en la nube es SaaSS, pero la falta de claridad sobre los términos puede llevar a los usuarios a confiar ciegamente en servicios que socavan su libertad”.
Pero, ¿le interesa a gobiernos como el nuestro combatir esas “puertas traseras”? Todo parte de la ética, y tristemente ya lo vimos durante la campaña presidencial del actual Gobierno como el coordinador de contenidos de redes de la misma, Sebastián Guanumen, hablaba de “correr la línea ética” y confesaba: “Necesitamos empezar a atacar a Fico, a infundir ciertos rumores y ciertos elementos que nos sirvan en contra de Fico”. La ética fue algo que se vulneró con facilidad en los estallidos sociales de 2021 en Colombia, Ecuador o Chile, o en las protestas vandálicas de los independentistas catalanes de 2019.
El SaaSS le permite hoy a la IA coger datos personales reales y crear un ser ficticio para difundir Fake News en las redes o para apoyar una estrategia mediática, o para generar acciones masivas similares al asalto al Capitolio de Estados Unidos en 2021. Y lo que vale para mover masas en términos políticos, vale también para generar caos en la banca e incidir en cambios en la bolsa de valores de una empresa determinada. Somos parte del problema sin que lo sepamos.
Dice Martín: “Es hora de repensar cómo interactuamos con la tecnología. La libertad informática debe ser una prioridad, y esto comienza con la elección consciente de herramientas y servicios que respeten nuestra autonomía. Como usuarios, debemos defender nuestra independencia y exigir un ecosistema tecnológico que priorice nuestras libertades sobre la comodidad temporal”.
Bonitas palabras, pero no se ven muchas acciones reales como la de Stallman.

Comentarios de Facebook

SOBRE EL AUTOR

Compartir en:

NOTICIAS RECIENTES

PAUTE CON NOSOTROS

ARTÍCULOS RELACIONADOS