Entrevista con el poeta, realizador audiovisual y profesor asociado del IECO de la Universidad Nacional de Colombia, el nariñense Julio César Goyes Narváez.
Por: John Espinosa, Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Humanidades y Lengua Castellana, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Bogotá, D.C.
La escritura es una experiencia personal única e irrepetible. En nuestra sociedad actual se hace casi imposible compartirla, debido a los medios de comunicación que son directos e inmediatos. La palabra escrita se convierte, entonces, en una de las formas más auténticas que tenemos, una de las pocas maneras de decir lo que se piensa, sin tabúes, miedos o cerrojos; la escritura es nuestra realidad. A algunos de nuestros escritores y críticos los hemos guardado en el cajón del olvido, no les damos el reconocimiento que merecen, puesto que hacen parte de nuestro patrimonio cultural, es más, a muchos de ellos ni los conocemos. Pasamos por el colegio e incluso por la universidad hablando de los grandes escritores, los consagrados García Márquez, Álvaro Mutis o José Asunción Silva, por sólo citar algunos, que son indispensables; sin embargo perdemos la oportunidad de acercarnos también a genuinos artistas, pensadores, poetas y filósofos que hacen parte del universo desde lo local. Desde la escuela debemos empezar a percibir la lectura como cambio social, enfocarla hacia un pensamiento crítico y reflexivo. Muchos de estos autores se forjaron en el anonimato, pero aún así han logrado llegar a aquellos lectores que han tenido la osadía buscar algo diferente, de acercarse a una lectura nueva, y de explorar aquellos campos en los que un lector común no se arriesgaría. Así me vi hace unos meses, tratando de entrevistar a un autor colombiano, aquellos escritores que no buscan fama ni gloria, que no le venden su alma a las editoriales, aquellos, que escriben para esos lectores en busca de una experiencia nueva, autores que escriben por goce y el placer, por compartir al mundo esa otra mirada.
En esta búsqueda, mi profesor de Procesos de Lectura y Escritura de la universidad Germán Diego Castro, me sugirió algunos nombres de autores colombianos, luego de leer y releer encontré a este autor, Julio César Goyes, con cada palabra que leía, cada verso, cada centímetro de la hoja devorado y percibido por mi ser más me convencía de que quería, algún día, entrevistarlo. En su libro Nubes Verdes para una ciudad Gris (Caza de libros, 2011), me vi a mi mismo encerrado en esta jungla de cemento, usando a diario todas las máscaras. Imaginario Postal (Si Mañana Despierto, 2010), libro con el cual me identifiqué, entre otras razones, porque que en esos momentos de mi vida sentía una gran soledad, recordando las cosas significativas de mi infancia, algo así como recorrer de nuevo el camino. Pero, algo tenía en claro, una cosa era leer la obra y otra cosa muy distinta sería entrevistar al autor.
Formulé las preguntas y de nuevo, la sensación de expectativa, la misma que sentía al comienzo de mi búsqueda ante ese sin fin de nombres de autores, de obras y poemas. Pero sus palabras, las que compartiremos en esta entrevista, llenaron esas expectativas, respuestas que albergan las esperanzas que tengo en los autores colombianos más recientes.
¿Por qué decidió ser escritor?
Uno no decide, la escritura salta como un carnaval o un un colibrí sobre la mañana. Uno no decide respirar, se respira simplemente; uno no decide amar, se ama simplemente. Otra cosa es que esas fuerzas dinámicas y no sólo pulsionales de imágenes, signos y experiencias se cultiven, se reafirmen, se trabajen como lenguaje propio al tiempo que universal: la lectura, la formación académica, la escritura constante, el choque imprevisto del cuerpo y la mente con la realidad social y con lo real.
¿Qué piensa de la poesía y que significa en su vida?
La poesía es mi forma de ver el mundo, algo así como una filosofía cotidiana, pero no donde prima el concepto y la racionalidad lógico-positiva, sino donde la imaginaición poético-narrativa se empodera armonizando, podríamos decir, incluyendo el conocimiento y la emoción. No concibo la poesía de otra manera, por eso quizá está más cerca de la justicia, la ética y el goce del mundo, porque no es excluyente. Sin la poesía no podría despertar cada día animado como lo hago, pues ella está en el sueño y deja sus rastros en la vigilia cotidiana para que la hagamos más soportable, más humana. De hecho el hombre es el único animal que puede vivir en poesía, hacer poesía, saber poesía; esto quiere decir, en mis términos, que la poesía es la prueba no sólo de que existimos alguna vez, sino de que estamos en este mundo de paso, en dirección quizá a la memoria creativa de la inmortalidad en el lenguaje. Poco importa si el poeta es reconocido, algunos no lo somos ni si quiera en la familia, me sorprende por ello que se me haga una entrevista. El poeta es un axis mundi, un sendero, una ignición constante, no una vedette o estrella de la televisión; el poeta no es ese que publica porque cree saberse habitado por la poesía. Si publica bien, hay que leerlo, hay que hablar con él críticamente, es el poeta y autor al fin y al acabo, pero la poesía es otra cosa y un lector debe estar atento a encontrar poesía en el poema y lo que es más interesante, encontrarla también por fuera del poema.
¿Qué es para usted la escritura y la lectura?
Escribir es practicar el derecho a la libertad, al ritmo y a la exaltación de la penumbra, sobre todo en esta época habitada por la claridad, la demasiada claridad y transparencia. Estamos en la caida del secreto y del misterio; de la sombra y de la voz. Escribir es arriesgarse a ser sujeto perdurable que performa una dimensión simbólica a otro sujeto u otros sujetos para calmar el desgarro que les aguarda; cuando digo sujeto digo un ser de carne y hueso que sufre, que alberga una esperanza, que no olvida un recuerdo esencial. Escribir no es ese yo que le habla a un tu con eficacia comunicativa, así actuan los medios de comunicación, quieren todo el tiempo ser efectivos en el mensaje y en la seducción de lo que ofertan y venden. Sus metáforas y retórica es efectista, no conmovedora. Un Yo y un Tu es algo eléctrico, computarizado, un vendedor bien ataviado, “un caballero”. Escribir y leer no es igual a comunicar. No es tan sólo lo qué se dice sino también lo que se está diciendo. En la escritura y la lectura se desliza la pasíon humana, y ésta aflora en los intersticios, lo silencios, las anomalias, lo que no se dice pero se desea inconscientemente. No se trata de entender sino de propiciar una experiencia como sujetos de deseo, sujetos que no únicamente somos racionales, númericos, ordenados, sino sujetos en los que habita la pasión y el desastre, ese desgarro que procura el mundo. Leer es abrir el campo para esas verdad que se va a fundar en mi como poelector (leector creador), ese otro poeta que aguarda la escritura. Leer es escribir: experiencia de la imaginación. No es experimento como hace la ciencia con los conocimientos, es experiencia del individuo, único e irrepetible. Poetizar y contar, por allí el sujeto anhela el sentido: como dirección a alguna parte, como significación y como sensaciones y sentimientos.
¿Cómo se inspira para escribir?
La inspiración es un concepto para hablar de una práctica hoy denominada: acto creativo. En otro momento, la inspiración venía de afuera, del exterior elevado, de los dioses, las ninfas y los sueños divinos. No es que ya no venga, sigue viniendo, pero ahora se llama lo Real: la violencia, el sexo y la muerte. Pero resulta que eso que decimos lo Real, también viene de nuestro interior, y entonces, el sujeto de la escritura y la lectura está rodeado, de allí la poesía, el arte y la creación, porque allí se sutura, o mejor, con esas fuerzas se detiene o resiste tal catastrofe. Eufemismo –dicen algunos– para evitar el recuerdo de que vamos a morir. Cada época tiene su forma de inspiración: en una fueron los dioses, en otra la diosas, hace poco la mujer, hoy la devastación humana, la perdida de su paraiso que ya no es divino sino humano, por ejemplo, la infancia, que sigue siendo un tesoro de juego, creatividad y lenguaje. La inspiración hoy viene de culquier lado, pues la profunidad está hacia cualquier lugar, incluso ha desaparecido, surfeamos quizá, nos delizamos en detritus, en el resto. El mundo globalizado está digitalizado, es pura imagen y mirada que mira a quien está mirando; esa es la verdad de las tecnologías espejeantes que en este momento nos acogen, o mejor seria decir, nos sujetan. La inspiración desborda el umbral del adentro y el afuera, de la realidad y el sueño; es una noticia, una fenómeno natural, un descubrimiento, la comida que preparas, la tristeza del pasajero, la extinción de un ave, las piernas de la muchacha en las escaleras, la identidad de los sexos, de la raza, del credo. La inspiración es cualquier cosa, que duda cabe, por ello en esta cultura estetizada todos somos artistas, poetas, narradores. Nada mal, es el triunfo de la democracia participativa. Por eso necesitamos armar comunidades de lectores que puedan filtrar tanta información e inspiración, a la postre más que beneficio hace daño…. El acto creativo o inspiración no puede darse sin el receptor o lector, éste participa de esa creación, sin él la inspiración se queda coja. Hay trabajo en la inspiración, ella está cargada en nosotros desde la infancia, inluso antes del nacimiento, en el deseo de nuestros padres; toca potenciarla y dejarla correr en lo que sigue, nunca negarle su poder o sus medios, aprender a dejarla en paz o a violentarla cuando así se requiera.
¿Qué fuentes utiliza para escribir? Diarios, notas, imágenes, sólo con el pensamiento, ideas fugaces.
Ya lo dije, mis fuentes son las redes que enredan mis sentidos (oralidad, verbalidiad, gestualidad, visualidad); los pensamientos que se forman por la lectura y escritura informativa, obsesiva, placentera; los medios culturales (el juego entre lo popular y lo elitista, o lo que se ha denominado perversamente como “la alta cultura”); la vida de todos los días (la familia, los amigos, los amores, la cocina); los relatos de los hombres viajeros y desconocidos, tan desconocidos que aún después del relato lo siguen siendo; los sueños, los deseos incomensurables, las pulsiones que parecen detenerse en cuanto se ejecutan pero que siguen arando las emociones y los sentimentos, las más de las veces como angustia. No obstante, la fuente primordial para escribir, es y seguirá siendo, la página en blanco, aunque debo confesar que escribo donde puedo, donde se me ocurre algo….en el cuerpo, en la memoria puede ser, pues muchos de mis textos tienen su origen y habitat en lo oral (tradición e historia), revientan de esa fuente tan inconsciente, expresiva como sabia…
¿Escribe en computador o a mano?
De las dos maneras, y como dije, en el cuerpo y en la memoria: páginas de tiempo y lugar siempre renovados.
¿Cuál es su libro favorito?
Perdón por no contestar a esta pregunta que me suena a encuesta de librero enmancipado…
¿Cuál es su escritor favorito?
Me niego a dejar por fuera a mis amigos y tantos muertos…
¿Qué importancia ha tenido la lectura en su vida?
Yo aprendí a leer y a escribir antes de pizar la Escuela. Se lo debo a mis hermanas, como le debo a mi madre el uso del habla no sólo para contar y comprar el pan, sino para escribirlo y sublimarlo como el pan de cada día que es la poesía en el poema o el acontecimiento diario. Por esto hubiera sido lector aunque nunca hubiera pisado un plantel educativo. Mi padre me regaló cuando cumplí 16 años toda su bilioteca que tenía guardada en un cajón, constaba de unos cuantos libros que él amaba, no fue un hombre erudito sino sabío, más oral por eso mismo. La lectura fue mi niñera, hoy es la madre simbólica de mis desgarros y regocijos; es el apalabramiento de mi alma, aunque la globalizacion y la estética atómica digan que ya no hay alma; no es el cuarto ni los libros, tampoco el computador conectado a los cuatro puntos cardinales; la lectura es nada más ni nada menos que el aire que respiro y por ello cuando se enrarezca del todo se acabará mi ritmo, pero la lectura seguirá porque estuvo antes con el primer signo y seguirá estando transformada por las generaciones como ciudad del porvenir.
Sabemos de antemano, que en este país y en Latinoamérica es difícil vivir de las letras. ¿Cómo hace un escritor para sobrevivir económicamente?
Hago lo que puedo. Trabajo en otro tipo de escritura: la comunicativa y lógico-racional; la pragmática. Soy profesor. Me ganó la vida en la universidad. Eso tiene sus ventajas: no se escribe por contrato sino cuando la necesidad es tan fuerte como ir al baño y, la verdad, voy al baño todos los días. Conozco un poeta que tiene una panadería, hace pan en el día y escribe poemas en la noche. Qué bella metáfora. No se porque tanto aspaviento con el escritor profesional, con el que se dedica 24 horas. Hoy hay maestrías para formar escritores de este tipo. No está mal, yo he colaborado en algunos eventos, pero con la convicción de que no hay fábrica de escritores escenciales, imprescinibles, audaces. Qué bueno que haya escritores de 24 horas, pero a la vez que jarto que no puedan conversar con el portero. Qué bueno qué viajen, qué asistan a cada coctel que puedan, qué les paguen por recitales y conferencias, por hablar en televisión, por reseñar libros, por estar en cada feria del libro, etc. Muchos no saben sino hablar de literatura y de sus libros, como si ésta estuviera sólo allí, encerrada en los libros y los géneros. La literatura hoy es escritura en espejo roto. El narcismo crea una sociedad de espejos y es imposible sobrevivir en esa superficie rota hoy en mil pedazos. A mi no me tocó ese faro de ser escritor 24 horas. Hay cientos de escritores que se desconstruyeron y luego formaron lejos de esa vanagloria, escribiendo mientras hacían oficios varios; me quedo con ellos. Amo lo que decidí hacer y lo que hago.
¿Cuál cree usted que es la función social de un escritor?
Escribir, ese, es su compromiso. Decir la verdad interior que se coincibe en cualquier medio y cualquier época. Impedir que el cuerpo, la mirada o la conciencia sean colonizadas. Escribir no sólo como protesta o resistencia, sino como disidencia y pura experiencia, porque sino se la escribe se extingue irremediablemente, algo se muere. La escritura busca la identidad a través de la diferencia, por eso no hay función social que valga con ella, porque la sociedad no encuentra otra vía que la uniformidad.
¿Qué influencias han tenido sus padres en su vida literaria?
De los ojos de mi madre brota el silencio; de la sonrisa samba de mi padre florece la palabra. De los dos heredé la voz, que no es sonido ni sentido, acaso umbral; es decir, escritura de un individuo que busca el retorno al origen forjando identidad, pero que se esfuerza por construir algo de futuro en la diversidad y la diferencia.