La UDENAR y su extraña democracia

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Por Tirso Benavides Benavides

En la semana pasada los estudiantes y profesores de la Universidad de Nariño acudieron a las urnas para elegir a quienes ocuparán la rectoría, las decanaturas y las direcciones de Departamentos. Los resultados no arrojaron sorpresas, pero si controversias, que vuelven a abrir el debate sobre la forma en que se eligen las directivas de la U.

En la rectoría como candidata única repite periodo Martha Sofía González, quien resultó elegida a pesar de que el alumnado optó mayoritariamente por el voto en blanco. 6.278 estudiantes se manifestaron en ese sentido, mientras solo 3.089 apoyaron de manera expresa a la reelegida. 5.502 se abstuvieron, cifra alta, y es que una competencia de a uno hace que baje el interés de los electores.

El triunfo de la profe Martha obedece a que obtuvo las mayorías entre los docentes. 514 votos a su favor contra 197 en blanco. Porque según los estatutos vigentes de la UDENAR estos votos valen más.

En pocas palabras la decisión de los 777 profesores vinculados vale el 50% del resultado final, pesan lo mismo que lo que hayan expresado los 14.869 matriculados, potencial total de electores entre los estudiantes. Un voto ponderado que hace que los resultados a veces se alejen del concepto de democracia como un sistema en donde deciden las mayorías.

Tras las votaciones y ante la inconformidad de un buen número de estudiantes que lamentablemente derivaron en disturbios, la rectora ha dicho en medios que su elección fue legal, ya que se hizo conforme a lo reglado.

En eso tiene razón, pero la legalidad es solo uno de los componentes de la legitimidad, un concepto que va más allá del simple apego a las normas.

La legitimidad tiene más que ver con la aceptación de los ciudadanos, en este caso de los alumnos, que según la votación no apoyan la propuesta de la ganadora. La legitimidad tiene que ver con la percepción, con lo que la gente considera correcto, justo, ético.

Una elección puede ser legal, pero si es ilegítima se va a complicar la gobernanza. Quien no cree en una autoridad sólo hará caso de sus directrices a través de la coacción, algo inaceptable en un contexto educativo.

Otro aspecto que llama la atención es la cantidad de cargos para los que solo existe un postulado. Eso habla mal del surgimiento de nuevos liderazgos dentro de la academia o talvez de otras circunstancias que desmotivan la competencia. Situación ideal en una democracia, que debe enriquecerse de la diversidad de propuestas.

Diversidad inexistente en estas elecciones en facultades como las de Derecho, Ciencias de la Salud, Ingeniería, Ciencias Pecuarias, Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias Humanas y Sociales en donde solo hubo un candidato. Lo mismo ocurrió con 16 directores de Departamento que ganaron sin competencia.

Caso especial el de la Facultad de Ciencias de la Salud en donde arrasó el voto en blanco, lo que obliga a repetir este proceso electoral. Martha Isabel Urdanivia, solitaria candidata, obtuvo el apoyo de solo 78 estudiantes contra 304 que prefirieron el blanco, entre los profesores también perdió. En este caso si mandó la mayoría, la ahora derrotada no podrá hacer parte del próximo abanico de aspirantes.

Siempre se ha mostrado a nuestra Universidad como un ejemplo de participación por la elección “popular” de sus directivas. Sin embargo, hacen falta ajustes, para que las consecuencias de estas votaciones representen realmente la decisión de la mayor parte de los sufragantes. Eso sí es democracia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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