Todos sabemos que esta edición del Carnaval de Negros y Blancos será única. Se esperan miles de turistas, especialmente después de que, en una tardía reivindicación, el mundo haya finalmente reconocido la grandeza de nuestra fiesta magna. La ciudad se está preparando para recibir la mayor cantidad de visitantes en la historia de nuestras celebraciones, que, no en vano, son consideradas patrimonio cultural de la humanidad.
En todo el país se habla de Pasto y su Carnaval. Todos se entusiasman con la belleza de las carrozas y la emoción de poder visitarnos a principios de enero. Sin embargo, esa ilusión se desvanece cuando los interesados comienzan a buscar pasajes aéreos para hacer realidad sus planes. “¡Es absurdo, con eso me voy a Cancún!”, exclamó un compañero que se ilusionó con la idea de asistir al Carnaval, luego de que lo invité a la inauguración del evento en Bogotá. Aunque su reacción me generó un poco de indignación, no puedo negar que tiene toda la razón. Hoy, un pasaje de ida y vuelta de Bogotá a Pasto, con fechas del 2 y 7 de enero, supera los $2.000.000 de pesos colombianos, lo mismo que cuesta un vuelo a Cancún.
Y ni hablar del problema que tiene en jaque a muchas personas: son miles de turistas que deben regresar a trabajar el 7 de enero, pero viajar desde Pasto a Bogotá ese día se ha vuelto prácticamente una utopía. Los pocos vuelos disponibles tienen precios superiores a los $800.000, lo que se convierte en un verdadero obstáculo para quienes nos quieren visitar, pero además deben regresar juciosos a trabajar.
Ante esta situación, le propuse buscar alternativas: vuelos a Ipiales, Tumaco, Villa Garzón, Popayán y Cali. Sin embargo, todas las opciones resultan igualmente costosas y complicadas para el turista. La opción más económica y razonable era viajar a Popayán y desde allí tomar un bus hasta Pasto, pero me preocupa la seguridad. Lamentablemente, las regiones del sur del Cauca han sido afectadas por la inseguridad y los constantes atracos.
Es importante resaltar que este problema, que no es nuevo, refleja la falta de visión y astucia por parte de nuestras autoridades locales, pues era obvio que la demanda para las cinco frecuencias diarias que ofrece Avianca y la única de LATAM no iban a ser suficientes. Hubiera sido ideal, y ojalá aún se logre, que las aerolíneas ofrecieran frecuencias adicionales durante los días de Carnaval, como ya se ha hecho en otras regiones del país. Para ello, era necesaria la gestión previa y la intervención directa de la Gobernación, la Alcaldía Municipal y los altos funcionarios nariñenses que hoy ocupan espacios de representación en el Gobierno Nacional.
Ojalá se logren implementar estas medidas, o que se busquen alternativas para que las personas puedan llegar a los aeropuertos cercanos a Nariño sin complicaciones. Es hora de que las autoridades se sacudan y sean conscientes de que el Carnaval ya no es algo local o regional. Sus acciones y gestiones deben estar a la altura de la grandeza de nuestra tierra ancestral.
¿Será que aún se puede lograr?
Ojalá que sí…