Nariño, un año de interinidad administrativa

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De acuerdo al último sondeo de la firma CIFRAS Y CONCEPTOS el gobernador del departamento de Nariño, Luis Alfonso Escobar, ocupa el penúltimo lugar de aceptación y favorabilidad por parte de los líderes de opinión de nuestra región. Únicamente supera al gobernador del Cauca.
No es una sorpresa. La baja gestión, el pésimo equipo de trabajo, sus continuas ausencias y, sobre todo, su distanciamiento de los verdaderos problemas de Nariño lo ubican en la cola del ranking de favorabilidad.
Se censura su postura frente a la intención de un grupo de congresistas de impulsar y crear el departamento del Litoral Pacífico que cercenaría la unidad territorial y administrativa de Nariño, afectándolo en materia grave. Su silencio se entiende como una aceptación y un visto bueno a tan preocupante intención legislativa. Muchos de los integrantes de su equipo de gobierno manifestaron en su momento un apoyo irrestricto a esta iniciativa.
Preocupantes las denuncias formuladas por los sindicatos del Hospital Universitario Departamental de Nariño, que dejan entrever una politiquería agobiante y asfixiante. Un desacierto administrativo que se expresa letalmente en la pérdida de credibilidad de una opinión pública desconcertada y desorientada. Uno de los patrimonios regionales convertido, de acuerdo a pronunciamientos de funcionarios y contratistas, en una caja de resonancia de una burocracia rampante. Abusos, violencia, ineficiencia y total negligencia. Los usuarios de este importante centro hospitalario señalan una baja en la calidad del servicio. Todo indica que la crisis es inminente.
La soberbia y arrogancia del gobernador del departamento de Nariño es evidente. Manifestó que no le debe nada a nadie en materia electoral y en consecuencia las decisiones administrativas únicamente le competen a su criterio y voluntad. Las consecuencias son visibles: funcionarios incompetentes, pérdida de recursos importantes, desconocimiento de personajes regionales e imposición de funcionarios del Valle que desconocen nuestro idiosincrasia.
En oficinas de Equidad y género, todo es un verdadero desastre. Así se percibe del debate realizado en la Asamblea, Departamental en fecha 30 de octubre donde se percibió a una funcionaria incompetente, incapaz y alejada de la verdadera misión por la cual fue nombrada. Las disertaciones de los diputados, líderes e invitados lo dejaron claro. Todo es un verdadero caos. Sin sorpresa alguna el señor gobernador sostiene en su cargo a quien da muestras de total negligencia.
Por otra parte, se esperaba más de la supuesta cercanía y amistad del gobernador de Nariño con el presidente de la república. Le negó hasta la sede de los Juegos Nacionales, convirtiéndose en una bofetada para Nariño. No se incluyó recursos para adelantar unas vías dignas y mucho menos para la implementación de unas vías 4G que conecte a Nariño con el país en condiciones dignas. Cero recursos.
Los cultivos ilícitos crecieron vertiginosamente en territorio nariñense. Una lucha perdida y de consecuencia nefastas. Los índices de violencia y despojo son aterradoras. Un reciente informe periodístico de gran rigor desnuda la realidad en esta materia en el departamento de Nariño.
Podemos dar un cierto logro en materia de negociaciones de paz con grupos subversivos. Una paz explosiva que nos puede estallar en cualquier momento en nuestra propia cara. Los acercamientos se realizan de espaldas a comandos centrales y en clara oposición a una voluntad de los grupos alzados en armas, que permanentemente cuestionan estos acercamientos. La capacidad negociadora es baja e incierta.
El manejo de las rentas departamentales, preocupante. Grandes pérdidas económicas que afectan renglones de salud, educación, cultura y deporte. Un vena rota que desangra la economía regional.
Todo indica que vivimos una interinidad administrativa, que no hay gobernador en Nariño y que el desencanto se dibuja en el rostro de sus electores.
El doctor Luis Alfonso Escobar tuvo en sus manos la oportunidad de figurar como uno de los mejores gobernadores. Desafortunadamente él mismo se encargó de dilapidar este capital político debido a su escasa gestión, gran inexperiencia y profunda arrogancia que le impide mirar sus inocultables desaciertos.
El resultado de CIFRAS Y CONCEPTOS, era previsible. Recoge la expresión de un departamento que esperaba más y que únicamente obtuvo promesas y falsas esperanzas. Vivimos una interinidad administrativa en medio de una legalidad cuestionada.
Nos corresponde a los nariñenses recuperar nuestro rumbo y fijarnos tareas que nos saquen de este último lugar.

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