Stella Estrada Mosquera, (Tumaco). Doctora de la Universidad Complutense de Madrid, profesional en Ciencias biológicas de la Universidad Santiago de Cali; ha realizado estudios de Filología Hispánica en la universidad de Vigo. Ha escrito las novelas: El doctor sin letra (2005), La segunda Írimo (2008), Nadie muere la víspera (2016). Columnista en La Voz de Galicia Ourense (España). Ha participado en la Feria del libro de Guadalajara (México) y Feria del libro de Madrid (2005).
El doctor sin letra. Huerga & Fierro Editores, Madrid, 2005. 188 p.
La vida de El doctor sin letra transcurre en la memoria de la autora, de esa Tumaco que le sigue evocando los recuerdos de una humanidad con olor a coco y a mar, la que nunca, jamás podrá olvidar. En 8 capítulos, la autora parece repasar la historia de Buraco, que es Tumaco, que puede ser cualquier pueblo del Pacífico tropical, por eso la saudade es la dueña de cada palabra, es el pretexto para afianzar la tradición y volver a las costumbres donde forjó su vida.
El doctor sin letra con seguridad existió, ese viejo tinterillo que soñó y lucho por forjar una ciudad mejor para sí mismo y para los suyos; es por ello por lo que en esa ilusión aparecen personajes que, parece, conocimos también en nuestra estadía en la Perla del Pacífico, los rebeldes, los soñadores, los ilustrados, los hijos de nadie. Las sobrinas del doctor sin letra, los pretendientes, las prostitutas, obedecen al entrañamiento sociológico de una sociedad en permanente cambio, pero que obedece a un pasado que forjó una tradición.
Stella recrea en la novela acontecimientos que son imposibles de olvidar, tales como el maremoto de 1979 o el Tumacazo de 1988, o personajes también perversos que, gracias a la corruptela y a la ambición desmedida, lograron escalar posiciones sociales y políticas, personajes que purgan sus penas en el recuerdo que se transmite, no como mitos de creación, sino como mitos de perversión, que también existen, por eso en el retorno, se describe a la ciudad como un lugar envejecido, es la pesada carga que se asienta sobre los hombros de lo pasado-vivido-asimilado. Como si lo anormal fuese lo anormal, a esa aceptación nos referimos.
El Doctor sin letra, Bienvenido, Lico, Israel, son los personajes que recrean el mundo idílico de la autora, por eso hubiese sido mejor nunca volver, o volver y no buscar a nadie; el eterno retorno está medido en eones, y nosotros somos simples mortales contados en unos cuantos años, por eso “nada cambió en Buraco; ni sus gentes, ni su alcalde, ni…”, esos puntos suspensivos que nos permiten elucubrar el deseo de lo ido – perdido, hubieses sido mejor no comprobar que las revoluciones fallaron y que los herederos de Teodulfo Bustamante siguen empotrados en un poder que, pese a todo, van perdiendo, van perdiendo, van perdiendo.
Nadie muere la víspera. Ediciones El Cercano, Ourense, 2016. 194 p.
En esta novela, la autora nos sumerge en el mundo del franquismo español. Es, con seguridad, una experiencia personal, así se siente en el transcurrir por los 8 capítulos que la conforman, más el epílogo; una mujer colombiana, afrodescendiente que llega a estudiar a España, conoce a un personaje que la acoge, y es éste quien le cuenta una historia donde él es uno de los protagonistas, cuando un grupo de libre pensadores, ayudados por unas prostitutas, buscan asesinar al Caudillo de España, Presidente del Gobierno Español, Generalísimo Francisco Franco, quien ejerció el mando supremo, como un dictadorzuelo, desde 1938 hasta un 20 de noviembre de 1975, día en que murió lenta y dolorosamente.
Es don Juan Arjona quien le cuenta a Lucía, protagonistas de la novela, los pormenores del intento de asesinado que, como en una novela policiaca, intervienen unos y otros, viajan de un lugar a otro, planean y especulan; parte de un hecho cierto, hasta donde he podido averiguar, aprovechando la visita del presidente de Liberia, William Tubman, a España en 1952.
Es curioso el caso narrado, en la medida que Stella entremezcla en la protagonista su propia vivencia en una tierra que nos es ajena, pese al mestizaje que nos hace común en idioma y religión, ambos impuestos; además, la visita de un presidente africano, negro, como pretexto para que Juan Arjona narre a Lucía la anécdota del intento de asesinato. Además, se recurre a los saberes negros para lograr un veneno efectivo, confiesa Juan que acudió al libro El Monte, de Lydia Cabrera, un clásico de los saberes folclóricos afrocubanos, donde aparece la santería, entre otros asuntos prohibidos por la razón occidental. Curioso saber hasta qué punto Stella quiere mostrar el extrañamiento vivido en España durante su llegada, pero aún más, encontrar, casi como milagros, eventos, libros y personajes que la llevan a sus raíces, por eso el libro inicia evocando a Buraco (Tumaco) en Madrid.
La prensa española registra la visita de W. Tubman a la Coruña el 14 de agosto de 1952, esperando reunirse con Franco en San Sebastián, prevista para el 18. Sin embargo, y como se aprecia en la novela, Franco nunca llegó. Habiendo preparado el perejil de lobo, siguiendo al parecer todos los rituales, algo extenuantes y meticulosos, éste fue arrojado con rabia al piso, y una nube se elevó entre todos los asistentes, provocando terribles vómitos y diarreas. La historia de un intento de homicidio fallido, a todas luces.
Luego viene una narración del desenlace de los protagonistas del fallido atentado, para terminar, narrando el encuentro de Lucía con Lois, un personaje algo oscuro, que no termina por prefigurarse en la novela, quien coincidencia mente resulta ser hijo de uno de los conjurados, ante el cual Lucía siente un cierto pego, además, porque Juan Arjona muere sorpresivamente.
En ambos textos sobresale la pureza narrativa de Stella, son novelas muy bien escritas y bellamente editadas; ambas atrapan al lector, aunque es la primera, quizá por los afectos personales y la cercanía en donde transcurre la trama, la que más nos entusiasma y motiva a seguir leyendo a su autora, de quien esperamos nos siga sorprendiendo con su escritura.
Mauricio Chaves-Bustos
Bogotá, D.C., Bosque Popular, febrero 22 de 2020.