Las Yubartas, esos majestuosos mamíferos marinos, recorren más de 8 mil kilómetros para perpetuar la vida y su especie. Con la energía suficiente, llegan a las cálidas aguas del Pacífico colombiano para cortejarse, reproducirse y dar a luz a sus crías. En Tumaco, Nariño, existe la increíble oportunidad de admirar a estos imponentes seres entre los meses de julio y octubre. La isla de Bocagrande, donde, como dice la canción, “Noches de Bocagrande, bajo la luna plateada, el mar bordando luceros…”, se convierte en el escenario perfecto para el avistamiento de ballenas.
Esta esperada visita ha impulsado una importante reactivación económica a través del turismo, atrayendo a numerosos espectadores. Este tipo de turismo es especialmente influyente porque beneficia a toda una cadena comunitaria de producción: lancheros, pescadores, hoteleros, productores de bebidas tradicionales, y muchos más.
Como alternativa económica para el país, este sector representa una de las mayores fuentes de oportunidades y generación de ingresos, tanto para la nación como para la región. El presidente Petro mencionó durante su campaña que un turista podría generar, en promedio, 1.000 dólares, una cifra significativa si se piensa en una transición hacia economías de servicios que dejen atrás el modelo extractivista. Sin embargo, el gobierno del cambio redujo el presupuesto destinado al turismo en Nariño para el 2024, dejando apenas 87 millones de pesos para el rubro “Turismo en armonía con la vida”. Este monto resulta irrisorio si la apuesta del gobierno del presidente Petro es la construcción de paz, pero no se invierte en un sector clave para el desarrollo sostenible del departamento.
Este planteamiento adquiere especial relevancia en Tumaco, donde la producción de cocaína y la minería ilegal han generado conflictos de control territorial y violencia. No obstante, el turismo es un servicio temporal, por lo que es necesario diseñar propuestas que generen estabilidad para todos los actores de la cadena productiva.
Apostar por el turismo en Nariño debería ser una prioridad para los gobiernos, convirtiéndose en la primera línea de producción y apoyo. De esta manera, se podría consolidar un territorio que garantice los derechos básicos y dejar atrás la imagen de ser uno de los litorales más pobres del país y del continente.
Es importante destacar el rol del sector privado en Tumaco, que ha invertido en la consolidación de una infraestructura y servicios turísticos adecuados para recibir a un mayor número de visitantes. Figuras como Paulo Florez de Los Corales, Gladys Prado de las Lilianas Ecolodge y don Pablo Zuluaga de Merca Z han sido pioneros en apostar por la mejora de las condiciones del territorio.
Así como en Tumaco nacen algunos de los mamíferos más grandes del planeta, también pueden nacer las oportunidades para un departamento próspero y con garantías de derechos. Para ello, es necesario que desde la Gobernación de Nariño se piense en una desconcentración de funciones de algunas dependencias, especialmente de turismo, permitiendo una nueva mirada en la relación entre la costa y la sierra.