Una salsa muy juvenil

18 visitas

Compartir artículo en:

Se puede encontrar en la web de Gladys Palmera una charla muy interesante entre los músicos Lorena Contento, Camilo Toro y Daniel Gutiérrez con los realizadores Sebastián Narváez y Juan Antonio Carulla acerca de la nueva salsa colombiana. Una serie de reflexiones sobre cómo se ve el panorama de esta música desde su interior en estos tiempos de streaming, Spotify, reggaetón y la sensación de que su sonoridad pasó de moda.
Lorena Contento, cantante y líder de la banda bogotana La Pambelé, dice: “Nos pusimos a producir conciertos y nos encontramos con un público con una sed increíble por ese sonido”. Tiene razón. Yo suelo asistir a mercados de industria musical como BIME o BOmm y me encuentro con agitadores y entusiastas muy jóvenes, emprendedores que han desarrollado un merchandising en torno a la imagen salsera de los años 70, llámense Salsa Sin Miseria, Dirty Salsa o La Linterna. También me topo con una larga lista de DJs a la caza y captura de vinilos, haya o no hayan sido reeditados, para poner en tarima. En otras palabras, hay un mercado vivo y un público latente.
Este podcast de Gladys Palmera se llama Reporte de Escena y menciona una larga lista de bandas que están haciendo salsa en Colombia y que ya no son esos señores gordos con tres micrófonos en un escenario atiborrado de músicos, mirones y cables. Son chicos sonrientes, vestidos como cualquier universitario del mundo, haciendo una música según la forma como la entienden y que no es, desde luego, igual a como la entendieron sus padres. Todos ellos se criaron en hogares donde la salsa tradicional resonaba en cada diciembre y en cada fiesta, se criaron escuchando CDs de Héctor Lavoe en la sala de sus casas y dieron el paso a la música en conservatorios y academias. Hoy sacan su talento a flote, conscientes de lo difícil que es salir adelante en ese inmenso marco de acción que es la música alternativa.
La salsa que hacen es alternativa porque no les interesa para nada el Mainstream, ya que eso supone un comercio de menor intensidad y seguir unas reglas de funcionamiento preestablecidas que dejan poco margen para la creatividad. En el Mainstream está el Pop, está lo Urban y están los Talent Shows de la televisión. Se asume que la salsa es de nicho, lo que no sirve para hacerte millonario, pero si para vivir bien haciendo lo que te gusta. Los músicos alternativos son legión. Algunos hacen cumbia, bambuco, Indie, jazz, otros son cantautores y estos hacen salsa.
Sin embargo, los tipos de música no implican automáticamente lo alternativo. Dentro de cada género hay estilos y formas de interpretación. Están los continuadores y los creadores. Un continuador está más cerca del aprendizaje en la academia y hace una versión, que puede ser maravillosa o sencilla. Un creador cambia las reglas del juego y propone una nueva mirada. Durante años la salsa fue continuadora de lo que hizo en los años 70 aquella generación inmarcesible de los Palmieri, Colón, Pacheco, Harlow y demás. Hoy busca ser creadora, aunque ya varios trenes Mainstream y muchas modas le han pasado por encima.
“Que se haga una versión de Lluvia con Nieve está del carajo”, dice Camilo Toro, también de La Pambelé en la charla. “pero ¿qué acordes tiene Lluvia con Nieve?, ¿cuál era el uso de los trombones? Hay que hacer una canción nueva con ese mismo sonido. Construir desde allí”. De alguna manera sus palabras son como las de Juancho Valencia, músico que hace parte de esta generación, pero estrella ya consagrada, cuando se refiere a la banda de cumbia alternativa Puerto Candelaria en una entrevista para Discos Fuentes: “Desde aproximadamente unos 20 años fuimos catalogados El Macondo de los Sonidos, precisamente por crear ese universo paralelo a Colombia, ese universo que toma elementos de las músicas de Colombia, pero en el que también hay una parte totalmente libre y creativa”.
Pero no todo es tan idílico. Cuando se presentó hace tres años el libro Salsa en Colombia, de varios autores dirigidos por Sergio Santana, Valencia mencionó una de las grandes dificultades que tiene la expresión hoy en día: “Hacer salsa no es fácil. Hay que crear un formato, hacer arreglos, orquestar, e interpretar con una serie de elementos que necesitan conocimiento musical y dominio del tema”. Y esa es, además, la puerta de otro problema, que expone en este podcast Juan Antonio Carulla: “La salsa tiene eso que son diez personas en tarima más ingeniero, más visuales, más Front of House, como que dices: huy, me equivoqué de formato; es caro, es tiempo…”.
Una verdad como un puño, pero que en el fondo siempre ha existido. A mediados de siglo XX, la música latina que más brillaba era el mambo, la cual seguía los estándares del jazz swing con bandas de 15 a 18 músicos y que requerían unas condiciones de espacio, de logística y de costos bastante importantes. Pero aparecieron nuevos ritmos, lo que sumado a una crisis económica y al rechazo juvenil hacia una imagen que se consideraba “de señores mayores”, redujo el formato, y de las orquestas se pasó a los conjuntos, a los combos y a los sextetos. La calidad no cambió, siguió tan buena como antes. Es decir, no dependía del formato sino del talento de los músicos. Lo contaba Cheo Feliciano en La Hora Faniática sobre el Sexteto de Joe Cuba: “Éramos un grupo pequeñito de seis gatos que sonábamos como veinte”. Es una historia que han repetido a lo largo del tiempo bandas como Bailatino o Bio Ritmo.
Daniel Gutiérrez, director de la banda caleña Manteca Blue & The Latin Corner, lo resume de esta forma: “ocho músicos ya es mucho para poder mover… Hay que pensar bandas en cinco, cuatro músicos. Pero la esencia de la salsa no se puede reducir”. Y ante ello, Sebastián Narváez se pregunta: “¿esa terquedad de mantener un formato puede matar a la salsa?”. La respuesta estaría en la versatilidad, esa capacidad para aprovechar las herramientas actuales y acoplar el concierto a cualquier escenario. “Ahora se busca que el piano haga piano-bajo, que la consola se active, que todo se vuelva Multi-Perc que haga el sonido de tres tambores. Que hagan el pito solo (una trompeta que haga todas las melodías de viento)”, dice Toro.
Tampoco es nuevo. Rubén Blades pasó de la orquesta de Willie Colón a Seis del Solar en 1984, lo que según el múltiple ganador del Grammy Eduardo Cabra, fue una revolución: “sacó todos los metales, metió sintetizadores, vibráfono, y no tenía coristas y metía el pedal de Chorus para doblar su voz”. Y lo hizo el mismísimo Tito Puente cuando pasó de su Big Band a un Ensemble en 1982. “Esta es la ruta que tenemos que coger” me contaba Johnny El Dandy que le dijo Puente en Montreux. El Rey del Timbal estaba acostumbrado a un público pasivo en Nueva York que le reía todas sus gracias al frente de su gran orquesta. Le faltaba mundo por conocer.
Del pasado hay que aprender, dar un paso adelante, pero tras aprender. Y esto de Tito Puente deja dos lecciones. La primera es que el ambiente en que se desenvuelve una música, tocar en uno o dos bares por semana, tiende a ofrecer una comodidad que disuelve los retos. Se pierde la perspectiva y se cree que la música no puede ofrecer más de lo que estás dando. Y hace falta “tirar una piedra a ver que pasa, falta un factor Random en la música latina, incluso en la Mainstream”, dice Cabra. La segunda es que tienes que estar en todos los escenarios posibles, y con escenarios me refiero a salas de baile, festivales, Venues, Showcases, estudios de grabación, Audio Guest, acústicos de Youtube y TikTok, directos de Instagram. Música en vivo y música en digital sin distinción.
Y con esto entramos al factor de la diversidad. Un país como Colombia envuelve muchas escenas y eso es lo que nutre y debe nutrir el presente y futuro de la salsa. Camilo Toro dice: “la salsa bogotana tiene tantas vertientes como migración… Cali está influenciada por el Pacífico y por Cuba, hay mucha timba. En Barranquilla se siente una vaina súper africana. En Bogotá siempre se ha tirado hacia la salsa más neoyorquina porque la lejanía de la tierra se canta como sucedió en Nueva York”. Y Daniel Gutiérrez lo reitera: “esa nueva salsa caleña suena a Pacífico… Para mi salsa es la mezcla perfecta para hacer un gran coctel y eso se está logrando”.
De modo que está clara la responsabilidad de los músicos, pero ¿y la nuestra como público y como medios de comunicación? Primero que todo, es evidente que falta un entendimiento de estas nuevas dinámicas de la expresión. No se conocen. Podemos recitar de memoria los artistas de los años 70 y 80, pero somos incapaces de dar el nombre de cinco bandas nuevas de salsa. Estoy en varios grupos de melómanos en WhatsApp, pero la inmensa mayoría de canciones que se comparten son clásicas. Bienvenidas, por supuesto, pero no hay cosas nuevas porque mucho me temo que no se conocen.
También puede ser verdad que como dice un amigo, el gran circuito de melómanos colombianos desprecia el presente porque no suena como el pasado. Quizás esa terquedad de mantener un formato, que pregunta Narváez, no sea tanto de los músicos y sí de los oyentes. De ser cierto estamos tirando piedras contra nuestro propio tejado. Es notorio que nos aferramos a ese pasado porque es buenísimo, es una música inigualable, pero lo que hay que hacer es alentar a las nuevas generaciones para que la sigan haciendo y no darles la espalda cuando lo hacen. Recuerdo que cuando surgió La 33 los chicos la aplaudían y los mayores fruncían el ceño porque no sonaba como Willie Rosario o la Ponceña.
La Feria de Cali es el mayor espacio que tiene la salsa en el mundo. En el Encuentro de Melómanos y Coleccionistas que fundó Gary Domínguez se dan cita todas las edades, todos los estratos, todas las afinidades con uno u otro estilo musical. Y aún así, ese paraíso salsero se llenó durante la pandemia de rencillas y resentimientos. Un grupo de personas consiguió tomar el control de los eventos y el ambiente se volvió insoportable. Al final se supo que todo era cuestión de dinero, pero la Feria quedó en entredicho y la salsa con ella. ¡Qué cosa tan absurda! Que flaco favor le hacemos a una música que nos apasiona cuando ni nos ponemos de acuerdo en nuestra afición.
Libramos nuestra propia batalla como público, pero hay que arropar a todos estos chicos que mantienen un mercado y una escena musical muy viva.

Comentarios de Facebook

SOBRE EL AUTOR

Compartir en:

NOTICIAS RECIENTES

PAUTE CON NOSOTROS

ARTÍCULOS RELACIONADOS