Emilia de la Calle Eraso: primera directora del Teatro de la Universidad de Nariño
La pastusa Emilia de la Calle Eraso (1931-1981) brilló en todas las actividades que emprendió en su vida: fue una reconocida técnica de anestesia en la clínica Fátima y en el hospital Civil, directora de la clínica Fátima, directora de teatro del grupo Candilejas y del Teatro de la Universidad de Nariño, además de una titiritera que disfrutaba llevando sus muñecos a diversos lugares.
Emilia de la Calle, foto cortesía del médico anestesiólogo José María Corella
Su interés por la dramaturgia y la literatura empezaron desde su niñez, sus estudios en el colegio de las franciscanas fueron fundamentales para desarrollar esas inquietudes académicas; además, sus padres: Néstor de la Calle, caldense y Mercedes Eraso apoyaron las aficiones de su hija. Luego de terminar su bachillerato viajó a Bogotá en donde estudió enfermería en la Cruz Roja, posteriormente, se especializó en anestesia en el hospital san José de esa ciudad. Trabajó en varias clínicas de Bogotá, en esa urbe conoció a su esposo el norteamericano Harold Hawkins, intelectual y actor de teatro. La pareja se fue a vivir a los Estados Unidos en donde Emilia asistió a obras de teatro.
En los cincuenta el matrimonio retornó a Pasto, fue cuando empezó a trabajar como anestesióloga en la clínica Fátima y en el hospital Civil. Unos pocos años después, su matrimonio terminó. Posteriormente, viajó a Cali a cumplir su sueño: formarse como dramaturga, estudios que adelantó en el Teatro Experimental de Cali, cuyo director era el reconocido dramaturgo Enrique Buenaventura. Al volver a su tierra junto con el abogado Gonzalo Solarte fundó la escuela de teatro experimental para aficionados llamada Candilejas, (1960-1962). Ese grupo lo integraron personas maduras y estudiantes de colegio con quienes los directores montaron obras importantes del teatro occidental como: La zapatera prodigiosa del español Federico García Lorca, que fue presentada en el teatro Imperial.
En 1967, en numerosas partes del mundo la gente, y en particular, los jóvenes protestaron activamente por el conservadurismo de las sociedades, la guerra de Vietnam y los excesos de los gobiernos de turno, entre otros asuntos; esos levantamientos también se dieron en Colombia y en el extranjero. Ese clima de protesta también se vivió en la Universidad de Nariño. Fue en esas circunstancias que su rector Ciro Rafael Eraso nombró a de la Calle como directora del naciente Teatro Experimental de esa Universidad, con el propósito de crear un espacio artístico para que los estudiantes se expresaran. Pronto la dramaturga formó un grupo de teatro universitario con un puñado de entusiastas estudiantes del Instituto Técnico Agrícola (ITA), que posteriormente se convirtió en la facultad de agronomía; otros cursantes de la facultad de Derecho también se sumaron al proyecto que iniciaba la artista.
La directora bien preparada, exigente, perfeccionista, además de generosa con sus conocimientos y con su bolsillo; les ofreció a los jóvenes bases sólidas para desarrollar sus intereses teatrales a través de las materias que dictó: historia del teatro, vocalización, expresión corporal y pantomima, entre otras. El exigente trabajo pronto dio resultado con piezas que se caracterizaron por su fuerte componente social, como: El retorno de Caín de Manuel Zapata Olivella, que trata sobre la marginalidad de indígenas y negros. Otras obras se presentaron en diversos escenarios de Pasto, en algunos municipios de Nariño entre ellos: Ipiales, Túquerres y La Unión, además de festivales universitarios en Popayán, Manizalez y Cali. En este tipo de obras los jóvenes teatreros participaron activamente y al final de las presentaciones dialogaban con el público sobre los contenidos que acababan de presenciar.
En 1969, desavenencias con sus estudiantes llevaron a que de la Calle renunciara al cargo. Sin embargo, la semilla teatral que plantó la dramaturga dejó frutos: en 1970, a partir de esos fundamentos Phanor Terán creó el Teatro Estudio Universidad de Nariño- TEUNAR. En la actualidad, TEUNAR es la institución teatral más antigua del departamento de Nariño en donde se formaron y forman numerosos actores, gestores teatrales y artísticos; algunos de ellos dirigen agrupaciones teatrales, o, se han vinculado a grupos de teatro en diversas poblaciones de Colombia.
En Pasto, el 9 de marzo de 1968 se inauguró el Teatro Oriental ubicado en el barrio Lorenzo de Aldana. En esa solemne ocasión, se presentó por primera vez la obra: El Monumento del grupo de Teatro de la Universidad de Nariño, dirigido por Emilia de la Calle de Hawkins.
En 1972, la dramaturga retornó a la Universidad como directora de Extensión Cultural y con algunos de sus antiguos alumnos fundó el grupo Brigada de teatro de la Universidad de Nariño (1972-1974); que no tenía vínculo con la Universidad en mención. Fue un teatro rebelde. En 1974 el grupo se disolvió en medio de una crisis de Alma Máter y de la graduación de los estudiantes teatreros. Posteriormente, en los años setenta, se vinculó con la Casa de la Cultura de Nariño en donde se encargó del teatro infantil y de montar obras con títeres en donde participaban niños y jóvenes. En ocasiones, llevaban esas actividades a otros lugares como al hospital San Rafael. Por una enfermedad se retiró de la Casa de la Cultura, su muerte a los cincuenta años sorprendió a sus amigos y conocidos.
Lectora constante, en cada actividad que adelantó demostró su profunda formación humanística, fruto de lecturas y de un estudio constante de música, teatro, literatura, política y salud, en particular, de la anestesiología. Formación que consolidó con viajes, experiencias laborales además de reflexiones sociales y políticas. Emilia era una mujer comprometida con su tiempo. De acuerdo con numerosos testimonios, esas inquietudes sociales, políticas y culturas de la realidad nacional las comentaba con un grupo de intelectuales, artistas o con sus estudiantes quienes se reunían en su apartamento en agradables veladas de estudio o de actividades sociales.
Emilia en las actividades de salud y de arte en las que participó, hizo evidente su profundo compromiso social porque estaba implicada con la salud y con un teatro que hiciera reflexionar a la gente acerca de la realidad de su entorno. Su interés por la formación y el esparcimiento de personas de menores recursos la llevó a presentar las obras y los títeres en algunos barrios con situaciones económicas delicadas. Tenía un corazón disponible para ayudar a quien lo necesitara. Gracias a su vida y a sus trabajos influyó positivamente en las personas que tuvieron la surte de compartir con ella. Fue una existencia vivida a plenitud unida a un alto deber social y cultural en favor de la sociedad nariñense.
A lo largo de cuatro años numerosas personas me contaron acerca de la vida y de la obra de Emilia de la Calle. En particular, agradezco a su hermana Nhora de la Calle de Moncayo y a Carmenza Hurtado, su sobrina política. Otras personas que generosamente me hablaron de Emilia son: María Carmen Cabrera de Mesías, José María Corella Hurtado, Hugo García, Gloria Gomezjurado de Cortés, María Eugenia Gavilanes, Clara Garzón, Loly Garzón de Navas, Isabel Goyes, María Corina Hurtado, Francisco Peña, Libia Elisa Velásquez Caicedo, Susana Zarama, Luis Zarama Delgado y Manuel Zarama Delgado