La falta del padre Gallardo en tiempos borrascosos

Por Omar Raúl Martínez Guerra

Así es. Podía abandonar la sacristía ipso facto o interrumpir al confesado si era preciso, con tal de, acucioso y afanoso, hacerse presente en el lugar donde la comunidad, la ciudadanía o el pueblo lo pidiera, para esperar de él su franca intervención ante a un hecho de iniquidad; una sinrazón de un mandatario; un acto más de abandono desde el poder central.

El padre Luis Antonio Gallardo fue el vocero natural del pueblo nariñense, cabeza por muchos años en la conducción de manifestaciones históricas, todas justas. Si bien su nombre pudiera ser desconocido por las generaciones más recientes, no es una locura pensar que el Padre Gallardo es el personaje más conocido y famoso en la Patria chica.

 Fiel a sus principios, cimentados en el Jesús de túnica y sandalias como su único equipaje, que le hizo andar liviano sobre un camino pedregoso por los terrenos de Judá, Gallardo profesaba la doctrina del amor al prójimo, mientras sus fuerzas esplendorosas le permitían andar presuroso de un lugar a otro sin descanso, en este caso por las tierras de Nariño.

Por demás muy reconocida era su voz recia y un lenguaje claro, directo y portentoso, matizado por  el humor inseparable que hacía reconocible lo que para unos era un pecado, para los demás un laudable  don: la irreverencia, esa inspiración   de rebelarse ante las vetustas maneras oficiales de la sociedad y de la nunciatura ortodoxa, con sus pompas y semejanzas,  o  de las formalidades de cartón con las que  el mundo ha perpetuado la fatua separación entre clases sociales, entre etnias y entre razas, entre poderosos y sumisos, en una humanidad que olvidó o ignoró desde un comienzo que el color de la sangre es el mismo en todos  ( y en todas) , independientemente que se nazca en París o en Iscuandé, o que nadie, pero absolutamente nadie es eterno sobre el planeta tierra.

La impertinencia motivada , que debe ser lo más parecido al estado de gracia, hacia parte consubstancial del padre  Gallardo, y le facilitaba de contera el trato con sus semejantes, el perdón de los pecados de los feligreses perdidos sin esperanza ni remedio, la evangelización en las comunas sin nombre y hasta los arrebatados discursos en pleno Parque de Nariño, en Pasto, con los que conmovía el alma  de su pueblo para la rebelión ardorosa  , por la defensa de los derechos quebrantados, entre ellos el derecho a gozar de los bienes y servicios del Estado, del agua potable, de la energía eléctrica, de la carretera terminada.

Profesor hora cátedra de psicología en la Escuela Normal de Pasto, me resulta ineludible recordar el lejano incidente en donde el padre hacía gala de su inimitable estilo, para hacer conciencia, en esta ocasión bendita, sobre la utilización ignominiosa de la figura femenina en los anuncios comerciales, (lo que hacía soslayar en su criterio una sociedad aficionada a violar el sexto mandamiento), siempre de la mano de la su ya mencionada virtud, su fastuosa irreverencia:

  • ¡“Hoy en día, -nos advertía nuestro conspicuo docente- nada se vende en el comercio sin utilizar publicitariamente los desnudos femeninos: ¡para vender neveras, viejas en pelota, para vender cigarrillos, viejas en pelota, para vender calzones, viejas en pelota…”!
  • Para entrar al seminario conciliar, viejas en pelota, fue la tímida acotación del atrevido alumno que hoy esto escribe.
  • “No Jodas, Martinez, tampoco te vayas al extremo” … su respuesta sorprendida.

Vivía Gallardo los tiempos más exóticos de la cristiandad en América Latina. Digo exóticos en cuanto rehuyó de la sotana (quiero decir, no siempre la usaba) y proclamó los mensajes más radicales dirigidos a cuestionar la opulencia fuera de control de unas minorías dominantes, pero sobre todo a la naturaleza corrupta e incompetente de las castas adueñadas del poder público en Colombia, desde los tiempos del mismo Matusalén.

No me consta si perteneció formalmente o no al movimiento de Golconda, pero actuaba exactamente como tal. Fueron los tiempos de un clero rebelde y revolucionario, representado por una agrupación de sacerdotes latinoamericanos, entre los cuales se distinguieron Camilo Torres Restrepo en Colombia y el Obispo Helder Camara en Brasil, inspirados en la teoría de la Liberación, entre los años sesenta y setenta. La Iglesia Católica con una falange encargada de denunciar la desigualdad en la distribución de la riqueza, haciendo más pobres a los pobres, ya obreros, ya campesinos, ora asalariados, que proponía el evangelio de Jesús como el camino para transformar una sociedad inicua.

Esta remembranza surge en momentos agobiantes para el departamento de Nariño, cuando un alud más entre los tantos que se producen en el año, han bloqueado su principal carretera, por la que se comunica con el resto de Colombia. El derrumbe en Rosas, Cauca.

La historia se repite. O, mejor dicho, la historia no es más que una fotocopia que revela una situación social idéntica a la vivida meses atrás por la caída de la banca y los cuarenta días y cuarenta noches que duró la instalación de un provisional puente metálico, el único que quedaba en oferta en la nación. A pesar de ser provisional, el puentecito sigue allí, incólume, como testimonio a la vieja leyenda del sur olvidado. Y como fotocopia también, sigamos, un poco más atrás, de la toma de la Panamericana por los indígenas misak en el sur del Cauca; y además de los bloqueos en las vías del Valle, cuando el estallido social en el 2021. Y así por siempre.

En cuentas claras, si el año de actividad social, económica y productiva dura 12 meses en cualquier lugar del mundo, los años en Nariño pueden bien no pasar de 10 meses cada uno. Son cuentas que el DNP, el DANE y todos los organismos en Bogotá poco conocen, y si los conocen poco parece importarles.

¿Qué hay detrás de todo esto, que la gente lo denomina con razón como el abandono histórico del Gobierno Nacional hacia Nariño?

Pues hay más de cierto que otra cosa: apenas hace 2 días, el domingo 22 de enero de 2023 en la página editorial del periódico más poderoso de Colombia, El Tiempo, el ex vicepresidente German Vargas Lleras y duro crítico del gobierno nacional, nos recuerda que la doble calzada Pasto Popayán empezó a estructurarse  y a elaborarse sus diseños en el 2015, cuando el presidente Santos la incluyó en la ola 3 del programa de Concesiones 4G, pero que “infortunadamente el entonces ministro de Hacienda, el conservador Mauricio Cárdenas la dejó por fuera” por darle prioridad a la vía Bucaramanga-Pamplona-Cúcuta.

Sostiene Vargas Lleras que “La ANI del gobierno Duque…recibió este proyecto estructurado, con estudios, diseños, presupuesto y demás. Casi 2 años después, en abril 2020, anunció que esta vía, Pasto Popayán era su prioridad y que la estaría contratando antes de terminar su mandato en agosto del 2022. “Pues ni fue su prioridad ni tampoco la licitó,” concluye el ex vicepresidente.

Más adelante y frente al anuncio del presidente Petro sobre esta obra, el columnista deja ver su temor sobre la probable terminación de la vía en el 2030, “si es que se logra contratar”, pues teme que la “inseguridad jurídica en los contratos de concesiones “hará muy poco interesante que alguien vuelva a contratar” por la medida anunciada por el presidente de “no autorizar incrementos en los peajes a cargo de la ANI e Invias en este año 2023”. Esta opinión es de capital importancia porque es sabido que las doble calzadas se construyen por concesión. La otra fuente sería con recursos del presupuesto nacional o crédito externo. Nada fácil si son 12 billones.

De esto al menos quedan cuatro claras conclusiones:

La primera es preguntarse, ¿qué hacían o que dijeron entonces nuestros senadores y representantes a la negativa del ministro Cárdenas de no priorizar la vía? (en el gobierno Santos).   ¿Qué hicieron los mismos ante el presidente Duque para que cumpliera su palabra? ¿No fueron los mismos congresistas nariñenses del oficialismo, quienes le dieron pleno y absoluto respaldo a Duque en todas sus decisiones durante sus 4 largos años? ¿A cambio de que le dieron carta libre a Duque? Y la última pregunta: ¿Cuál fue la gestión del gobernador de Nariño, Camilo Romero, en el  gobierno de Iván Duque para que “el proyecto estructurado, con estudios, diseño, presupuesto y demás” se negara a ejecutarlo en el 2020?

La segunda conclusión nos lleva a recapacitar sobre una ausencia de liderazgo en Nariño. No existe unidad ni vocería respetable en el Congreso Nacional que esté atenta a sustentar o a defender la financiación de grandes obras. No hay organización social, asociación ni universidad alguna que tenga una unidad de investigación y seguimiento a los asuntos de interés vital para su población. Cada parlamentario, cada entidad, todo grupo, toda institución en lo suyo. El director de Pagina10, un medio periodístico con importante audiencia (curiosamente más consultado por fuera de Nariño) nos sorprendió con una propuesta para promover un bloque de parlamentarios nariñenses con mayoría del Pacto Histórico, y un debate permanente sobre grandes temas de interés. Poco se sabe de respuestas. O nada.

La tercera conclusión: los grandes líderes nariñenses hicieron su tarea y la hicieron bien. De allí ésta remembranza del sacerdote Luis Antonio Gallardo. Personas como él dieron la batalla desde la plaza pública porque nunca aspiraron al congreso, ni buscaron figuración o cargos públicos. Su entrega absoluta fue por la gente.

La cuarta y última: Puesto que no han faltado las críticas a Petro por demorarse 11 días en visitar a Nariño, desconociendo que entre Uribe y Duque pasaron 4.380 días con visitas, pero sin soluciones, es hora de aunar fuerzas cívicas y de unificar voluntades y discursos y porque no, venciendo el escepticismo crítico de la oposición feroz. El alud de Rosas genera en estos días el más grave aislamiento. Lo duro apenas comienza y eso todo el mundo lo sabe.

Alguien tiene que hacer algo. Los anuncios del presidente Petro en el consejo de ministros, realizado en Ipiales el 21 y 22 de enero, apuntan de manera inmediata a solucionar los problemas de transporte vial provisional y de abastecimiento, compra de cosechas, industrialización de productos lácteos, gratuidad de fletes a transportadores, provisión de gasolina y gas.

Más allá, el presidente haría nuevo consejo de ministros en Ipiales para evaluar los primeros resultados y entonces perfilar las obras de gran aliento, entre las cuales deberán estar la doble calzada Pasto –Popayán; la proyección del puerto de Tumaco, otra de las grandes obras aplazadas; la carretera a Mocoa y el puerto alterno de inmigración al Ecuador por el rio Mataje.

Nos corresponde estar atentos como ciudadanos al seguimiento de los hechos, con veeduría ciudadana y control social, que son instrumentos democráticos de pobre uso en el medio, muy útiles para verificar que las órdenes del Ejecutivo Nacional se cumplan y que los contratistas y los interventores se ajusten estrictamente a lo pactado, sin decaer en coimas, prórrogas y demás vicios que han degradado los procesos contractuales al extremo. Pudiera ser que de esta crisis surja la redención de muchos frentes olvidados.

Rosario Villalba, una de las familiares que vive y cuida del padre, quien a sus 87 años sigue madrugando, leyendo y caminando por los alrededores de la avenida Colombia, me hablaba en pasados días sobre la iniciativa para que la Universidad de Nariño, de la cual el sacerdote es su profesor jubilado, creara la cátedra de Movimientos Sociales, en honor al mismo.

No tanto para que lo alaben, pienso yo, porque eso a él no le gusta, sino para convertir la clase en una reflexión y en una práctica para renovar mentalidades, capaces de trabajar solidariamente por su pueblo, de ejercer el liderazgo y el manejo del poder público con sapiencia y eficiencia, sin miedo y sin atracos el tesoro nacional. De devolverle al pueblo de Nariño la esperanza por mantener las condiciones de una vida digna, más que merecida.

Ese es el auténtico fin de la educación, que no solo graduar bachilleres o profesionales por millares, ni competir por resultados de las pruebas, ni mucho menos repetir descendencias impasibles, atosigadas de información banal, esclavizadas por la tecnología digital, vacías de ese aliento que ahora, en plena crisis, extrañamos.

 

 

 

 

 

 

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