Alcalde de Pasto y gobernador de Nariño deben implementar políticas del cuidado en los planes de desarrollo
El trabajo de cuidado se ha definido como el necesario para garantizar la supervivencia y reproducción cotidiana de las personas. Así mismo, la manera en la que se proveen, distribuyen, intercambian y consumen los servicios de cuidado, dentro y fuera de los hogares, de forma remunerada o no (Lineamientos para la creación del Sistema Distrital de Cuidado en Bogotá).
Dicho trabajo, es realizado en promedio anual durante 28.000 horas por las mujeres y 7.000 horas por los hombres, aportando al PIB nacional aproximadamente el 20%, de acuerdo a la encuesta nacional del uso del tiempo establecida en la Ley 1413 de 2010, la cual regula la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas.
Es fundamental que el Municipio de Pasto y el Departamento de Nariño cumplan su deber de implementación tal como lo vienen realizando otras entidades territoriales e incluya dentro de las metas de sus planes de desarrollo, la formulación de las bases técnicas para la implementación de un Sistema de Cuidado, cuyo objetivo es garantizar el cuidado, como un derecho básico, el cual debe ser atendido por los diferentes actores de la sociedad –Estado, mercado, hogares y sociedad civil- para garantizar igualdad de oportunidades para las mujeres.
Para la implementación de un Sistema Departamental y Municipal de Cuidado, es necesario que la administración respectiva inicie con la identificación de la demanda de cuidados por parte de personas de acuerdo a sus niveles de dependencia, y la oferta institucional de cuidados; así como el aporte que hacen las cuidadoras no remuneradas; la pedagogía sobre la importancia de la economía del cuidado para reconocer y valorar el trabajo de cuidado y se aumente la disposición institucional de cuidados de forma cualificada.
Cuando entre los diversos actores de la sociedad se distribuyen las labores del hogar que en su mayoría las hacen las mujeres, las cuales van desde oficios del hogar, preparación de alimentos, arreglo de ropa y calzado, la compra o traslado de productos o pago de facturas hasta el cuidado de personas a cargo, dicha población dispondrá de más tiempo libre y menores barreras para acceder a escenarios de participación política, mejores condiciones labores, profesionales y de educación.
En países desarrollados es “natural” invertir en este tipo de economía porque saben que en la medida en que se construya una sociedad igualitaria y equitativa se tendrá mayor productividad, ingresos y desarrollo para todo el país.