Crónica de un Paro Nacional Universitario. 10 años de la MANE

Dedicado a: Carolina Bastidas, Juan Pablo Córdoba

Milena Maya, María Fernanda Gamajoa

Cheo, Edwin Atis, David García

ACEU, FUN, FEU, Resistencia

 y al movimiento estudiantil del 2011.

EL 11 de noviembre del 2011 la Mesa Amplia Nacional Estudiantil declaraba el levantamiento del paro nacional universitario en contra de reforma a la ley 30, que Juan Manuel Santos quería aprobar en el Congreso de la República, el anuncio generó multiplicidad de críticas en favor y en contra, pues la contundencia del paro daba para soñar en que las demás agremiaciones se unirían, y estaríamos ad-portas de un levantamiento popular sin precedentes.

Tras ese anuncio, el movimiento estudiantil de la época tuvo que reorganizar agenda y elevar un nuevo objetivo, ya que el que sustentó el paro se cumplió.  La movilización estudiantil logró que Santos y su ministra de educación retiraran el proyecto de reforma a la ley 30, con ese hecho las razones para continuar el paro ya no tenían aterrizaje. De ese episodio quedan grandes aprendizajes, uno de ellos es que no existen paros indefinidos, que estos tienen su definición en la consecución de unos objetivos y que a la hora de la movilización es importante la comunicación para que quienes se manifiestan, interioricen plenamente lo que se busca, que se pretende y que se propone; en el caso del reciente Paro Nacional tal vez faltó mayores escenarios de concertación en los objetivos del paro, y su representación, ahí su talón de Aquiles.

La MANE no solo dejó enseñanzas, sino recuerdos para quienes estuvimos en el direccionamiento de este proceso, pues sabíamos que estábamos ante un hecho que se marcaria en los anales del movimiento estudiantil en Colombia, y no nos equivocamos. Transcurría el mes de febrero, en la Universidad de Nariño encendimos el debate por el presupuesto a bienestar universitario, José Luis Benavides, recientemente candidato a Rector y para la época vicerrector administrativo realizó un recorte a bienestar universitario, lo que ocasionó una reacción del movimiento estudiantil al ver que se afectaban becas de alimentación, vivienda, monitorías entre otros aspectos. La unidad del movimiento estudiantil fue ágil y pragmática, esta unidad era el presagio de lo que vendría.

Para las primeras semanas de marzo gobierno nacional presentó la iniciativa ante rectores de las Instituciones de Educación Superior, esta propuesta se divorciaba del derecho a la educación como esencia que le corresponde al Estado Social de Derecho, y no garantizaba ese derecho porque los recursos de la universidad pública no llegaban a la base presupuestal, obligando a las universidades a buscar recursos propios y adentrarse a la venta de bienes y servicios y convertir las instituciones educativas en organizaciones con animo de lucro, punto que estaba literalmente expuesto y que hizo que el movimiento estudiantil se convocara en Bogotá, para preparar lo que significaría la primera gran movilización en defensa de la universidad pública.

A la par de la propuesta de reforma a la ley 30 gobierno nacional impulsaba la aprobación del Plan de Desarrollo Nacional que también afectaba los intereses de las mayorías del país, se impulsaba lo que se denominaba como “las locomotoras del desarrollo” que no era mas que profundizar en un modelo económico basado en la extracción minera y exploración petrolera, a ese mismo modelo se pretendía acercar el sistema educativo, en la lógica del mercado y con una desconexión de los principios insoslayables de la universidad pública. Las jornadas de movilización se convertían en imparables.

El llamado se produjo sin precedentes, en Pasto la primera movilización del 2011 estuvo envuelta en el luto por el fallecimiento de 3 compañeros del movimiento estudiantil, que perdieron la vida en un accidente aun sin esclarecer, al cual se añadió la voz del gran maestro Silvio Sánchez quien ostentaba el cargo de rector de la Universidad de Nariño y que estaba a semanas de entregar el cargo al nuevo rector electo. Voces airadas que pretendían criminalizar a los estudiantes, fueron desconocidas por la institución, y las emociones fuertes de aquel día, resultaron afectando la salud de Silvio Sánchez quien padecía de un cáncer; tres días después se conocía del fallecimiento del profesor que radicalizó la democracia en la Universidad de Nariño, ese fue su más grande legado.

Entre lágrimas y tristeza, pero sin silencio, una multitudinaria marcha se tomo las calles de Pasto en un acto llamado cadena de afecto por la Universidad. Este fue el inicio de una serie de actividades, reuniones, asambleas, marchas, conciertos, eventos artísticos, foros académicos y viajes hasta Bogotá, para encontrarnos con jóvenes estudiantes de todo el país y universidades a definir en democracia el accionar de los universitarios.

Las movilizaciones continuaron avanzando a la medida que Gobierno Nacional mantenía las pretensiones de realizar esa reforma, el ingreso de capital privado  era un inamovible y la escasez de recursos perjudicaban el accionar de la universidad, en ese entendido la MANE  proclamó, por segunda vez en la historia del movimiento estudiantil universitario, El Programa Mínimo de los Estudiantes, como un homenaje a ese movimiento universitario que había surgido en 1971, la historia la comenzábamos a escribir. En ese documento, que surgió en un fin de semana en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, se defendió irrestrictamente la condición pública de la educación superior, el principio de autonomía universitaria, y que esta no deba ser confundida con la condición de conseguir recursos propios, ya que la universidad no esta para pensar de donde conseguir dinero, sino de la creación de conocimiento para construcción de nuevos paradigmas en un país al que le urgía salir de la confrontación armada y transitar por la sendas de la paz y la democracia.

En octubre de 2011 Ministerio de Educación radicó en el Congreso de la República el proyecto de reforma, el movimiento estudiantil respondió con mayores niveles de movilización. A pesar de que las actividades académicas estaban paradas, la dinámica en la universidad seguía su cotidiano flujo pues la defensa de la educación había que darla desde el alma mater.

 La alegre rebeldía se unificaba en las consignas, las universidades privadas pasaban por encima de sus rígidas direcciones y se declaraban en paro, las personas desde sus casas sacaban banderas y aplausos  para ese torrente estudiantil que tomaba las calles como trinchera, las plazas publicas de las ciudades universitarias reventaban bajo la consiga de desmontar la reforma a la ley 30, creímos que podíamos ganar y ganamos, el 10 de noviembre del 2011 en horas de la tarde la ministra de educación firmaba la carta que se enviaba al congreso en la cual se constaba el retiro de  la reforma de educación superior. Habíamos triunfado.

El 11 de noviembre se declaraba el paro levantado, las semanas siguientes fueron de discusiones álgidas, de señalamientos, de reconocimientos, pero con un nuevo compromiso: defender la educación hasta el punto de crear un proyecto de ley acorde a las necesidades del país. De ese propósito el resultado no fue posible debido a la escasa correlación de fuerzas en el congreso, de ahí que es menester comprender que los escenarios de poder y de decisión deben ser tomados por quienes defienden los derechos y no por quienes los mercantilizan. Se vuelve a concluir que es necesario un pacto histórico que dignifique los derechos de las personas. Firmemos un pacto un pacto por la educación y demás derechos que nos lleven a una era de paz y democracia.

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