Por: José Arteaga
(Twitter: @jdjarteaga)
En 1954 Tōru Kumon, un profesor de matemáticas de Osaka, ante los reiterados fallos de su hijo en matemáticas en la escuela primaria, creó un método que consistía en repetir ejercicios básicos hasta adquirir destreza. ¿Sencillísimo, verdad? Pero en ese momento no era tan evidente y los colegios solían llenar de información nueva al alumno diariamente, sin detenerse en ningún aspecto en concreto. Kumon logró que todo el sistema educativo cambiara hacia lo que él consideraba un lenguaje básico tan importante como leer y escribir.
Tres décadas después el Método Kumon llegó a Colombia y en 1992 Rafael Cuéllar estableció Kumon Colombia, franquicia que puso en 40 ciudades. En Pasto se creó una sede en el barrio San Ignacio. Pero a pesar de sus ventajas, Kumon no se estableció como parte del pensum académico y quedó anclado como una alternativa más. La enseñanza de las matemáticas fue por otro lado, muy diferente a lo que sucedía en los países orientales.
Pues bien, ahora que estamos en 2021, que vivimos en la era tecnológica y atravesamos una pandemia, Kumon y otros métodos alternativos de enseñanza matemática han vuelto a la palestra y se quieren aplicar. ¿Porqué? Por tres razones.
Una es justamente que todo en este nuevo mundo que vivimos pasa por las matemáticas. Los análisis sobre lo que ocurre con el Covid-19 (y ahora con sus cepas) tienen un sostén en las matemáticas, pues estas ofrecen tendencias y modelos para pronosticar lo que viene y cuando viene. Si nos fijamos bien, el lenguaje cotidiano se ha llenado de expresiones matemáticas como «aplanar la curva», «propagación comunitaria», «crecimiento exponencial», «tasa de contagios»… La ciencia depende de ella, pues todo está determinado por el R0 de la enfermedad, que es el número básico de reproducción y, por ende, de contagio.
Otra es más evidente: el mundo de Internet funciona por sistemas de medición como Analytics, y los buscadores y las redes dependen de los algoritmos. Por eso las matemáticas se conjugan con la informática, lo que se transforma en el lenguaje de programación, que es uno de los lenguajes del presente y del futuro. Un analista de datos es profesional muy buscado y cotizado. Las matemáticas son necesarias para todo, incluso para un estudiante de comunicación que quiere ser comentarista de fútbol. Necesita estadísticas, pues sin datos no hay información fiable.
Y queda una razón más, la que hemos sufrido estos meses. Adaptarse a la educación online por culpa del confinamiento no ha sido sencillo para ningún alumno, y la atención y memorización que requiere una enseñanza tradicional de matemáticas, se ha perdido. Por eso se cree que las Pruebas PISA van camino de ser un desastre para los países hispanoamericanos una vez se retomen en 2022.
Hace unos años en Colombia se planteaba la pregunta: ¿porqué somos tan malos en matemáticas? Y la respuesta es que había demasiado énfasis en lo memorístico, en el uso de fórmulas sin contexto y en especial en una cultura callejera muy arraigada: el facilísimo. «Hay que salir del paso. No hace falta entender» era la norma. La Sociedad Colombiana de Matemáticas ha luchado contra ese estigma desde entonces, al que se suma otro: se cree que son difíciles y se huye de ellas.
Por si fuera poco, la familia tampoco ayuda, porque si al niño no le va bien en los exámenes, el padre suelta la consabida frase calmante: «tranquilo mijo, yo también era malo en matemáticas», frase que parece sacada de Andrés López y La Pelota de Letras.
Y cuando digo hispanohablantes, me refiero a todos. En España están preocupados porque según el Estudio de las Tendencias en Matemáticas y Ciencias, TIMSS, los estudiantes españoles alcanzaron una puntuación de 502 en matemáticas, por debajo de la media de la Unión Europea. Y si España se preocupa, que decir de Colombia que tiene una cifra mucho peor: 391 puntos. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OECD, Colombia tiene una baja calidad en matemáticas y ciencias, aunque dice que ha mejorado en otras materias.
Pues bien, ¿saben cuales son los países con mejores porcentajes? ¡Bingo! Los asiáticos: China, Singapur, Hong Kong, China Taipéi y Corea. Estos estudiantes pueden modelar situaciones complejas matemáticamente, así como seleccionar, comparar y evaluar estrategias adecuadas de solución de problemas para abordarlas.
Las diferencias tan grandes con estos países ha determinado que haya creciente interés por las matemáticas y que se cuestionen los sistemas utilizados. Asia es la referencia mundial en gran medida por la enseñanza de las matemáticas y por el fomento de la cultura del esfuerzo.
Afortunadamente todos estos problemas han permitido que surjan más alternativas, y Kumon ya no es único. En 2009 los españoles Javier Arroyo y Daniel González de Vega crearon Smartick, método online para enseñar matemáticas a niños de 4 a 14 años, basado en inteligencia artificial. La base es muy parecida a la oriental, o sea que cada niño pueda aprender matemáticas a su ritmo, pero con dos añadidos: el fomento de la creatividad (el gran tesoro latino) y las apps a su servicio.
Pero mientras estas alternativas se establecen, la preocupación continúa y seguimos sin estar a la altura.