El álbum del mundial

Este año Colombia no va al Mundial de Fútbol, pero el Mundial si va a Colombia vía televisión y álbum de cromos, monas, láminas, estampitas o caramelos. La planilla de toda la vida. Siempre viene y siempre genera expectativa porque es un producto de espíritu juvenil eterno. No importa cuantos años tengamos.

Cuando yo era niño Colombia tampoco iba al Mundial. Dependíamos de Willington Ortiz, pero como una golondrina no hace verano, tuvo que venir una troupe comandada por El Pibe Valderrama para llevarnos a aquellas instancias finales de un largo camino que, como me decía Bilardo, «lo más difícil son las eliminatorias».

Pero en fin, que los álbumes siempre estuvieron allí y en aquella ciudad de Pasto, mucho más pequeña, barrial y provinciana que la de hoy, se iba de tienda en tienda a ver cual vendía los sobres con los jugadores más buscados. Por supuesto, en ese proceso nos caían repetidos y repetidos sin cesar que tratábamos de cambiar en el recreo. Y los agarrábamos bien fuerte para que no llegara el gracioso de turno a golpearnos la mano, y a la voz de «pan con quito», todas las cartas al suelo.

La historia cuenta que en 1954, Giuseppe y Benito Panini comenzaron en el negocio de la venta de periódicos en Modena, Italia, y que poco a poco su emprendimiento dio lugar a una distribuidora y a la compra de la editorial Nannina en 1961. Y como el fuerte de la editorial era la venta de cromos, ellos se sumergieron en el negocio, cambiando un aspecto fundamental. Hasta entonces los cromos se vendían sueltos. Desde su llegada, se vendieron en sobres con cartas insertadas al azar.

Su primer álbum dedicado al fútbol se llamó Colección Gol, que no era más que una serie de cromos que los antiguos dueños habían desechado por compleja de vender. Tuvieron tanto éxito que al poco tiempo sacaron su propio álbum, consiguieron los derechos de los futbolistas del Calcio y arrendaron un taller para producir en cantidad. Así pasaron de vender 3 a 15 millones de sobres.

Con una razón social, EPM, Edizioni Panini Modena; y un logo, un caballero y su lanza; la familia Panini se convirtió en un referente. Su siguiente paso, el Mundial, y en 1970, adquirieron la licencia oficial de la FIFA y publicaron tres ediciones del álbum del Mundial de Fútbol México 70 con 50 páginas y 271 fotos de jugadores. Una de esas ediciones, la alargada de fondo rojo, fue la que se vendió en Colombia.

Albumes ya existían desde el Mundial de Suiza en 1954, pero el tratamiento de imagen y colección varió sustancialmente con el control de Panini. Antes eran más del tipo revista de turismo con cromos para pegar. Desde México 70 eran sólo jugadores, a cual más difícil de conseguir. Pele, como no, era el santo grial de aquel entonces.

Cosas de la vida, en 1998 acabé trabajando en la revista Don Balón en Barcelona, que dirigía Juan Pedro Martínez. Y yo, la verdad, no he conocido nadie con la devoción por los álbumes de fútbol como Juan Pedro. No sólo los tenía todos, los de los mundiales y los de la Liga española desde los años 50, sino que poseía una MFT, memoria futbolística total. Recitaba alineaciones de cualquier equipo de cualquier época.

Así que paralela a la aparición de los álbumes de Mundial y de Liga por parte de Panini, Don Balón sacaba sus propias ediciones especiales con los rostros de cada jugador al comienzo de cada temporada. No eran cromos para pegar, pero el sistema de trabajo era exactamente igual. Con cuatro o cinco meses de antelación se hablaba con cada club para ir elaborando las fichas y tomando las fotos.

Fue una bonita época que me enseñó lo complejo de la edición y producción, y el peligroso juego que implica publicar un álbum antes de un evento, cuando aún las contrataciones, fichajes y/o llamados a la selección, no se han cerrado.

Juan Pedro Martínez es hoy director del departamento de fútbol de Panini. Trabaja codo a codo con Lluís Torrent, director general. Y maneja muchos productos y tipos de producto: FIFA World Cup, Panini FIFA 365, Liga Santander, Premier League, Calciatori, Ligue 1, Liga Este, Megacracks, Adrenalyn… En fin. En un año se revisan unos 3.000 cromos.

Pero los nuevos tiempos obligan al cambio tecnológico. Por eso hay tres opciones hoy en día: los cromos de toda la vida, las cartas que se pueden meter en carpetas o en cajas, y la colección virtual. No es lo mismo, pero el uso del teléfono móvil como herramienta de coleccionables también es válida. Y luego están los card-game que combinan lo coleccionable con los juegos.

Entonces, el criterio que se aplica a la Liga es el mismo que se aplica al Mundial. Hay una sección dedicada a los últimos llamados de una selección, proveniente muchas veces de lesiones de los jugadores. Y aún así, siempre hay discusiones porque faltó este o aquel jugador. El álbum de Panini es la Biblia del Mundial, pero también es visto como la web del entrenador. Un fanático discute con el álbum porque su jugador favorito no fue convocado. Hay una relación amor-odio con el objeto creado, diría Desmond Morris.

De todas formas hay unas reglas específicas para los cromos de jugadores nuevos, como el plazo de tiempo de salida al mercado de los mismos, a fin de dar margen de compra a las plantillas estándar. Con 32 equipos más entrenadores, escudos, banderas, equipos, históricos y demás, cada álbum de Qatar 2022 tiene 670 cromos, de los que hay 50 brillantes y 80 especiales. Una delicia para un aficionado con tiempo y dinero.

¡Ah, el dinero! La amplitud de opciones actuales de un álbum (ahora también en pasta dura) y los costos del papel han hecho que cada Mundial se haga más costoso llenar un álbum. En Colombia una caja de 104 sobres de 5 cromos cada uno, cuesta 364.000 pesos: Si se necesitan 670 valdría con una multiplicación simple, pero en los 104 sobres no estarán solo los necesarios, habrá muchos repetidos.

Según un cálculo de probabilidades solamente comprando se necesitarían 4.900 cromos para llenar el álbum. De allí la importancia y el fomento del cambio, aquello que pobló los recreos e hizo que determinadas esquinas de las ciudades se convirtieran en lugares de visita obligada. La inflación golpea el bolsillo de la afición, aunque esta se niega a darse por vencida.

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