El arte de vender bicicletas

Siempre hablamos de fomentar el ciclismo. Ir en bicicleta, ya sabemos, supone grandes beneficios para nuestra salud. Colombia, al ser potencia ciclística, es proclive a esta actividad porque los niños encuentran en los ciclistas profesionales unos ejemplos a seguir, y en la infancia se forma la atracción por la actividad. El ciclismo recreativo es una de las fuerzas más grandes de un país con una topografía tan particular.

Pero, ¿cómo se ve esto desde el comercio de las bicicletas? Desde siempre la venta se ha dividido en cuatro líneas: infantil, de calle, profesional y de montaña, siendo esta última la más reciente. Pero todas han cambiado, han modernizado sus ensamblajes, han ampliado sus líneas y se ha diversificado su opción de compra.

Nariño es el segundo departamento en Colombia donde más se venden bicicletas (el primero es Boyacá). Y su caso sirve de ejemplo para ver este proceso.

Hubo un primer boom del ciclismo nariñense en los años 70 porque una generación (Campaña, Insuasti, Vásquez…) ayudó a su difusión. En aquel tiempo los almacenes especializados se fueron ubicando en la Calle Angosta, donde desde 1950 estaba El Rhin, de Ignacio Montenegro, al que le iba divinamente bien. Era distribuidor de Monark, que tenía la monareta como su principal atractivo y se vendía como arroz.

Detrás de El Rhin vino El Coppi, de Harold Montezuma Zambrano. Y la alternativa a ambos era Casa Metler en la calle 20. Pero la fiebre por la compra se detuvo en los años posteriores y lo que prevaleció fue la reparación. Pulularon los talleres, la venta de repuestos y accesorios y la compraventa.

Y llegaron los triunfos de Lucho Herrera y toda Colombia volvió a ver con ilusión al ciclismo, mientras en Estados Unidos, Mike Sinyard, dueño de la firma Specialized, provocaba una revolución al fabricar la primera bicicleta de Mountain Bike en serie. Era una bici de 13 kilos que en la medida en que fue cambiando de material (de acero a aluminio) y bajando de peso, se popularizó en todo el mundo. Para Colombia fue la alternativa ideal y se convirtió en moda.

La llegada de las grandes superficies completó el panorama. Del LEY se pasó al EXITO con su capacidad para vender de todo. Y con los grandes almacenes apareció la oferta de bicicletas de China y Taiwan. Hasta ese momento en Colombia había una pequeña industria de ensamblaje de bicicletas que importaba piezas de Taiwan, pero la llegada de estas directamente, acabó con esos fabricantes.

Siempre se ha criticado a los productos asiáticos por su baja calidad, lo cual hasta cierto punto es verdad. Pero antes de Internet, fue la manera de ver como evolucionaban ciertas cosas y la bicicleta no fue la excepción. Las primeras bicicletas plegables en el país, accesibles al público, fueron chinas. Muchas no eran prácticas en su doblaje, pero infinitamente más baratas que las británicas, cuya sola importación era prohibitiva.

Cuando apareció el nuevo boom por el ciclismo gracias a Nairo Quintana, que en Nariño fue promovido por los éxitos de Darwin Atapuma, ya las cosas habían cambiado diametralmente. La oferta de modelos en tienda era cada vez más grande, y el que estos ciclistas corrieran para marcas multinacionales hizo que estas se comenzaran a vender en el país.

Trek, Scott, Specialized y Giant se volvieron nombres comunes (curiosamente a BMC de Atapuma le costó encontrar su nicho). Eso despertó el interés de otras que crecieron hasta volverse potencias, caso GW, Optimus y Cliff, y también a que se diera una estratificación. Hoy por hoy hay un sector general y un sector premium. Y la existencia de este último dio pie (triste realidad latinoamericana) al robo de bicicletas como gran negocio delictivo.

Y llegó la pandemia y con ella la compra por Internet. Pero aunque Amazon ofrece bicicletas, lo que más se vendió fue bicicletas estáticas o indoor y rodillos, y se incrementó algo que ya venía en crecimiento: accesorios y ropa deportiva. Eso transformó el negocio. Si uno pasa por un almacén de bicicletas en cualquier ciudad, lo primero que se ve en la vitrina es ropa y accesorios. Y los fabricantes hacen su agosto, entre otras razones porque Colombia hace buena ropa y porque importar accesorios no es muy costoso.

Curiosamente y otra vez, los accesorios que en su momento tenía Atapuma (gafas Oakley o caramañolas Elite) no triunfaron en Nariño como se habría podido pensar. Quizás allí falló un poco la estrategia de marca.

Hoy la nueva moda son las bicicletas eléctricas. Este es un producto que aún tiene mucho que decir, pues hasta el momento sólo hemos visto algunos modelos desarrollados y algunas tiendas especializadas.

Lo cierto de todo este resumen es que durante la pandemia en Colombia se importó casi medio millón de bicicletas, lo que supuso un crecimiento del 22%, y aunque este porcentaje se ha ralentizado por las dificultades operativas de los barcos, y mientras los precios suben debido a la guerra, el comercio de la bicicleta crece como históricamente lo ha hecho siempre.

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