El fin de la 27

Demoliciu00f3n Cra 27 con Calle 16
Demoliciu00f3n Cra 27 con Calle 16

Por: Santiago Cortés Sánchez

 

Hace poco más de un año y como plan bandera dentro de la estrategia política del Ex alcalde Eduardo Alvarado Santander, se dio vía a uno de los proyectos más osados que ha visto la ciudad de Pasto en los últimos tiempos: la intervención de la carrera 27 entre calles 10 y 20.

Dicho proyecto, también conocido como Plan de Movilidad e incluido en el Plan de Desarrollo Municipal del periodo electoral 2008-2011 que cumplió dicho burgomaestre, busca, como así lo dice su resolución final, una trasformación y protección desde el punto de vista urbanístico de un sector patrimonial de la ciudad como es el centro histórico y, de igual manera, proyectar el espacio público y la movilidad con el fin de mejorar la calidad de vida de los habitantes de nuestra ciudad.

 

Ahora bien, dado ya el desarrollo de la obra y así mismo de todos los inconvenientes a los que se ha visto enfrentada ésta, basados estrechamente a los líos judiciales causados por el desalojo forzado de las viviendas a ser demolidas para darle paso al proyecto, además del sometimiento del casco histórico que ha tenido que afrontar el Municipio, la población debería inquietarse por su viabilidad y preguntarse si en verdad este proyecto cumplirá las expectativas pactadas.

 

En el año 2005, estudios preliminares que se llevaron a cabo por la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja comprobaron que el 38% de la movilidad en dicho sector es netamente peatonal en contra un 31% que lo hace en trasporte público. Sólo tomando como referencia estas pequeñas cifras sumado a la necesidades que experimentamos nosotros como ciudadanos, vemos que el problema está básicamente ligado al deficiente espacio para el peatón y no precisamente a un fenómeno netamente vehicular, de modo que es inentendible la construcción de una avenida de tales proporciones, sobretodo, cubriendo una dirección tan innecesaria como la oriente – occidente, cuando el crecimiento no sólo topográfico sino poblacional de la ciudad se da sentido norte–sur.

 

Si de verdad se buscaba una mejor movilidad, la intervención debió ser otra, tomando vías que permitan la descongestión del centro, en donde opere con mayor facilidad el transporte público como lo puede ser la esperada obra de la calle 21 o, así, la implementación de anillos viales como lo proponen los diseños urbanísticos más vanguardistas que no comprometen el centro sino que utilizan corredores adyacentes, como en este caso, la Avenida Boyacá, las Américas o la Avenida Colombia e, incluso, la misma Santander.

 

La ampliación del espacio peatonal no está en discusión, sin embargo es necesario ir más allá de la 27, esta deficiencia se expande por todo el centro y hay que buscar soluciones, pero para lograrlo es mejor no confundir problemáticas como se hizo en este caso. Si así se quiere salvaguardar nuestro centro histórico, la peatonalización total de ciertos sectores no estaría demás. Qué mejor que asesorarse y buscar soluciones con la inteligencia que casos como éstos amerita.

 

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