El 28 de junio de este año La Comisión de la Verdad le entregó al país el informe final para el esclarecimiento del conflicto armado acaecido en el territorio colombiano, este informe es el resultado de un proceso de escucha a las victimas quienes a pesar de la crudeza de la confrontación envían un mensaje de esperanza y futuro para esta nación que necesita reconstruir su tejido social.
Esa esperanza que le pertenece a nuestra condición de seres humanos y que es superior a las posturas ideológicas, creencias religiosas, o nuestras diferencias en materia de género y etnias, es la que nos permitirá aceptar la verdad por muy incómoda que sea, inclusive en el desafío de nuestra propia dignidad. Pero este valioso documento no solo es una resistencia al olvido y el apego a la memoria, es un documento que debe exhortar a la aceptación de responsabilidades éticas, políticas, penales y voluntad de reparación de quienes de manera directa o indirecta han incidido en los hechos que este informe relata.
La Comisión ha hecho bien en iniciar los pasos de la verdad acogiendo la realidad de las víctimas, fueron mas de 500 los encuentros para escuchar, reconocer responsabilidad, y recoger testimonios individuales y colectivos. Todos esos relatos nos llevan a una multiplicidad de cuestionamientos, tal vez los más sonoros son los que pronunciara el padre Francisco de Roux en el que nos cuestiona:
“¿por qué el país no se detuvo para exigir a las guerrillas y al Estado parar la guerra política desde temprano y negociar una paz integral?”
“¿Cómo nos atrevimos a dejar que pasara y dejar que continúe?”
Hoy el país debe detenerse a escuchar la verdad, a caminar la palabra y acudir a esa convocatoria que nos inspira la construcción de una PAZ GRANDE, pues el principal desafío que tenemos es el de la reconciliación, que significa aceptar la verdad, superar la impunidad, y hacer un compromiso ético y colectivo de nunca más matarnos. Es el momento para que la justicia, la política, la economía y el Estado enfilen sus intereses en recuperar la dignidad humana que se nos ha fragmentado.
Con esta columna abro una serie de entregas con el propósito de coadyuvar a que el informe de la Comisión llegue al mayor numero de personas. Semanalmente dispondré un documento que tratará en la medida de lo posible, hacer conocer cada capítulo del informe que se ha construido con la fuerza de la voz, la memoria, y el anhelo de la paz.
La consigna es indiscutible #HayFuturoSiHayVerdad.