Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado
Karl Marx
El momento que vivimos, tanto en su manifestación “orgánica” como “coyuntural”, nos remite más a preguntas que a respuestas. Hoy, parafraseando al politólogo brasileño Emir Sader, emergen interrogantes tales como: ¿cómo se cambia una relación de fuerzas?¿cómo se construye una Nueva Colombia a partir de la Colombia tal cual es?¿cómo se construye una Nueva Colombia a partir de las subjetividades, individuales y colectivas, que nos dejan décadas de neoliberalismo?¿con qué fuerza cuenta el cambio?¿cuál es la fuerza de los obstáculos a superar?
Para Sader, dar, o más bien, buscar respuesta a estas cuestiones, es una tarea básica sin la cual no es posible trazar una ruta para intentar revertir la relación de fuerzas existente. Marx afirmaba hace ya muchos años que “Las ideas dominantes son las ideas de las clases dominantes”. El individualismo, el “sálvese quien pueda”, la competencia desenfrenada y el convertir todo, hasta la dignidad, en una mercancía, son marca registrada de una forma del capitalismo que ya se encuentra en su ocaso, tanto en el norte como en el sur global. Les hablo del neoliberalismo.
El ocaso del neoliberalismo también nos advierte el ocaso de las subjetividades a este atadas. Emerge nuevamente la idea de comunidad, de lo público, de lo común. No obstante, a ese movimiento intrínsecamente contradictorio que alberga el capitalismo debe acompañársele de la evaluación constante de la correlación de fuerzas realmente existente, basándose, principalmente, en la fuerza de la clase trabajadora, del campesinado, de las mujeres, de las juventudes, de las comunidades y pueblos étnicos y de la fuerza política e ideológica de las formaciones políticas aliadas del cambio.
El cambio en Colombia pasa por desplegar una alternativa a la de por sí frágil hegemonía, caracterizada de esta manera en virtud a su constante recurso a la coerción dada la histórica incapacidad de forjar consensos. Pero ¿cuál es hoy por hoy el sujeto social del cambio? Si las juventudes fueron el sujeto social del más reciente ciclo de protestas, más conocido como “estallido social”, ¿qué lugar ocupan en el proyecto político del cambio?
La reivindicación de paz, seguridad social (salud y pensión) y trabajo en su simplicidad dan cuenta de la bancarrota del neoliberalismo en Colombia y a su vez catalizan una propuesta contrahegemónica sentida y pensada por las mayorías. Dadas las deficiencias en forjar consensos por parte de las clases dominantes en Colombia, los elementos predominantes en la hegemonía alternativa en formación reposan en las ideas, en el sentido común, en la razón, sin perjuicio de emplear nuevas formas de acumulación de fuerzas para el cambio ahora que se es gobierno. Dicho de otra manera, las ideas deben concretarse en la forma como se relaciona el nuevo gobierno con la comunidad y en la provisión de bienes y servicios para garantizar el acceso y goce efectivo de derechos de las amplias mayorías históricamente abandonadas.
El triunfo sobre el neoliberalismo será ideológico o no será, y a su vez ese triunfo deberá desembocar en conquistas políticas que conduzcan a una nueva relación de fuerzas. Encumbrados hoy en el gobierno nacional, la victoria electoral se percibe sencilla al lado del proyecto del cambio, el cual resulta exponencialmente más complicado y complejo, y que nos recuerda de manera tajante que gobierno y poder no es lo mismo. No queda otra que hacer historia a contrapelo, que recorrer una hegemonía alternativa.