Por: Omar Raúl Martínez Guerra
Escribo esta nota a pocas horas del partido del Pasto con Santafé. Tengo la corazonada de que hoy vamos a ganar, luego de no hacerlo en el Campin por un largo periodo de 16 años. Faltaran el gran Alcatraz García y el formidable Riascos, pero hoy, al menos el empate. Soñar no es delito y perder tampoco. En el 2006, vi ese cotejo en vivo, cuando Chará le hizo una magistral orbita a Agustín Julio, a más de 30 metros del arco. Mi presentimiento se lo dije en la despedida de un encuentro que tuve con Mariano Vásquez en el Hotel Dann Carlton, quien respondió con una sonrisa y un “ojalá, eso espero”.
Mariano está en el corazón de la hinchada pastusa, talvez tanto como Villagra, ese portentoso paraguayo, ídolo por siempre, protagonista del primer y único título conquistado. Por esa razón, tenía interés en explorar un tanto la vida de Mariano Vásquez, un hombre caballeroso, cordial, amable y sencillo, quien es responsable junto a su grupo de la buena racha del equipo en el torneo actual. Nació y pasó su niñez en la bella ciudad de Mar de Plata, a 400 kilómetros de Buenos Aires. A los 14 años se aventuró, con el apoyo de su padre, un futbolista aficionado, a cruzar el gran río de la Plata e instalarse en la gigantesca y hermosa capital. No la tuvo fácil, puesto que su vida se transformó en una forzada convivencia con mucha gente que no conocía; en un ir y venir en tren, el medio más usado de transporte en su país; en comer mal, en dormir en concentraciones más bien parecidas a las casas de inquilinato de nuestro medio.
Su talento natural y su capacidad para superar las adversidades de su nuevo ambiente lo llevaron, entre cientos de aspirantes, a ascender poco a poco en equipos del medio: Arsenal y Once Tigres, Y desde allí, para el exterior, Colombia, como su primera sede internacional, en Fortaleza. Huila, Tolima, la Equidad, y luego el Nacional de Medellín. Quiso la suerte que la dura competencia en el equipo más poderoso de Colombia, lo dejara transferible, para que fuera fichado por el ojo adivino de Alexis García. Luego de ser subcampeón de Colombia en el 2019, su ida al Fortaleza de Brasil, su paso por Melgar de Perú y devuelta al Pasto en el 2022.
Mariano comparte con especial gratitud el secreto oculto para encontrar la regularidad del éxito en el trabajo de Alexis: al lado del adiestramiento técnico y el cuidado del estado físico, está el cultivo riguroso de la formación espiritual del futbolista. ¿cómo interpretar lo espiritual en un equipo de futbol? Procuro entenderlo como una labor pedagógica, que es el arte y la ciencia, de rastrear las capacidades físicas y los valores morales inherentes al ser humano, con las que se nace, para hacerlas evidentes, conscientes en cada ser, y potenciarlas con sus palabras y decisiones, para traducirlas en actos, como si fueran magia: conocimiento, amor y respeto por sí mismo, o autoestima. Amor y respeto por su trabajo, sentido de pertenencia por el equipo; habilidad para el trabajo en equipo; mucha disciplina y un desafío indeleble por alcanzar la prosperidad, el éxito y el triunfo, mente abierta en alto. Jugar para ganar, ser ¡campeones. ¡
Mariano cree que la buena faena que actualmente desarrolla el Pasto es atribuible a la disciplina y la unidad conseguida por Flavio Torres. Recalca en que lo espiritual es decisivo. Es posible encontrar aquí la razón por la que tantos talentos en Nariño, lúcidos en la técnica con el balón, fracasen, vencidos por la indisciplina, el individualismo y el vacío axiológico. Aquí cabe el adagio: “El éxito no consiste en hacer lo que uno quiere sino en querer lo que uno hace.” La mentada “actitud mental” es decisiva en todos los ámbitos de la actividad humana, pero en el fútbol, el médico neurólogo argentino, Marcos Victoria, ha sido el pionero en desarrollarla, en su libro “Psicología del Futbol”. Lo mental es fundamental.
En la cancha de futbol, la actitud mental la combina armónicamente con la destreza técnica y el extraordinario físico. El platense recorre cada metro de la cancha, en incalculados movimientos de sur a norte, en diagonal, disputa a morir cada balón, y su zurda prodigiosa siempre atenta a encontrar la posición exacta, el espacio libre para el pase o el tiro buscando el gol. Cada jugador de su deportivo Pasto es la pieza vital en el engranaje. No es nada gratuito que, siendo un jugador de conjunto, haya sido premiado tantas veces como el mejor. Ser el número 32 no es accidental. Lo ha sido desde siempre, por elección propia.
Mariano complementa su brillante carrera con una vida tranquila y placentera en Pasto (rio azul, en chibcha) junto a su novia. Disfruta enormemente las verdes montañas, con sus árboles de todos los tamaños y colores, sus laderas, su imponente volcán Galeras, la laguna de la Cocha, rodeando el Valle de Atriz. Ese hábitat de esplendor que no tiene en su tierra argentina, cercado entre pampas, tierra plana. Disfruta también de la gente, amable y querida como ninguna.
Finalmente, nadie en el mundo resulta completamente indiferente al futbol, y el Deportivo Pasto, en las buenas y en las malas, es un motivo que moviliza, recrea, arrulla, enaltece y también entristece, como nuestro embajador a veces sufrido, a veces excelso.
Bogotá, septiembre 10 de 2022