El gobierno de Gustavo Petro y de Francia Márquez le presentó al país el Plan Nacional De Desarrollo el pasado 6 de febrero cuando fue radicado en el Congreso de la República, este documento que marca la política gruesa del gobierno, ha llamado la atención porque en su construcción ha sido determinante la participación ciudadana, rompiendo el esquema que otros gobiernos han trazado, en donde la participación de la ciudadanía es escasa. Este primer perfil tuvo un efecto particular, los sectores sociales salieron a las calles esta vez no a rechazar el PND como ocurría en años pasados, sino a respaldarlo pues se tiene un sentido de pertenencia en este documento ya que la ciudadanía lo siente como propio, porque precisamente se pensó desde la participación territorial en los denominados Diálogos Regionales Vinculantes realizados en 32 departamentos con 51 regiones de criterios estratégicos
Pero más allá del efecto movilizante que ha dado el PND, si es importante ahondar en el contenido de este documento que a pesar de ser ligero en su estructura (240 artículos y 147 páginas) tiene muchísimos elementos a destacar. Ya en materia de apuestas estratégicas el PND contiene 5 ejes con los que se pretende “sentar las bases para que el país se convierta en un líder de la protección de la vida a partir de la construcción de un nuevo contrato social que propicie la superación de injusticias y exclusiones históricas, la no repetición del conflicto, el cambio de nuestro relacionamiento con el ambiente y una transformación productiva sustentada en el conocimiento y en armonía con la naturaleza”. Para el cumplimiento de mencionado objetivo se estima una inversión de $1.154 billones.
La distribución presupuestal del PND tiene una regionalización en donde 780 billones se van a los departamentos, es decir el 67,59%. El departamento que más recursos obtiene es Antioquia con 96,8 billones, para el caso del departamento de Nariño está en la 9 posición con $25,2 billones. Pero lo realmente importante es como se perfila las apuestas de desarrollo para el país.
El primer elemento de interés del PND está sentado sobre el concepto de crecimiento económico, que marca un distanciamiento de esa idea inicial de hace 30 años. Recordemos que la matriz económica del país se decantó en virtud del pacto de Washington en 1989, enfatizada en el aceleramiento del neoliberalismo, contrario a esa matriz, hoy se presenta unos objetivos de desarrollo en temas sociales, la paz, el cambio climático, la necesidad de una transición energética, promover la autonomía alimentaria y su industrialización como forma de eliminar la dependencia de petróleo, carbón, y acabar con el narcotráfico, en términos generales se centra en recuperar la vocación agraria del país apuntando a convertirse en una potencia productiva.
La limitante de Colombia en materia económica global es la ausencia de un protagonismo estratégico, limitante que se evidencia incluso en el contexto regional, por eso resulta llamativo el espíritu de impulsar un cambio productivo interno vinculado con las exportaciones. Es en este punto donde radica lo más atractivo del Plan Nacional de Desarrollo al ser el proceso de industrialización en diferentes escalas donde radican las transformaciones desde los entornos productivos rurales, como los contextos urbanos, culturales y educativos.
La apuesta no es descabellada pues es muy bien conocido que Colombia cuenta con un potencial inmenso sobre recursos naturales, su posicionamiento geopolítico tiene fortalezas sustanciales, en sí, existe una confluencia de diferentes factores que pueden realmente convertir el país en una potencia de la vida y obtener ese protagonismo regional y mundial del que hoy tiene ausencia,
Este es un plan pensado en perspectiva de futuro y es uno prometedor, su consolidación como propuesta de cambio dependerá en gran medida de establecer gobiernos locales en este 2023 que abran el camino para que próximos gobiernos mantengan la línea estratégica y no suceda como en los finales de los años 30 un retroceso como el que sufrió La Revolución en Marcha de López Michelsen.
La ruta de la industrialización se dará con la creación de una institución que se llamará el Consejo Nacional de Productividad e Innovación que tendrá la responsabilidad de generar cambios estructurales en lo económico y tecnológico, es en esta instancia donde se impulsa la exportación con calidad tecnológica iniciando un proceso de descolonización productiva.
La ambición de una potencia para la vida es latente pero depende en gran medida de superar esa crisis profunda y larga que hemos acarreado durante décadas en el sistema político, esa crisis tiene varias caras, una de ellas es la que permitió que las ideas de un posible gobierno progresista y popular ganara por primera vez unas elecciones; y la otra puede ser la talanquera que no permita avanzar en estas transformaciones, pues los poderes económicos y políticos tradicionales están aún vivos y se resistirán a cambios de estructura si esto afecta sus intereses.
El Plan Nacional de Desarrollo le ofrece al país las bases para la democratización económica, social, política, y nuevos paradigmas en las relaciones de poder desde la ciudadanía. Los retos que se vienen son su aprobación en el Congreso de la República y por su puesto mantener ese inquebrantable respaldo popular en las calles, un gobierno popular debe tener su mayor referente en la movilización social defendiendo precisamente las reformas que mejoran la condición de vida de las y los colombianos.