Todo 20 tiene su 19

 

Por: Juan Pablo Torres-Henao

 

 

El intelectual y exvicepresidente de Bolivia Alvaro Garcia Linera sostiene que la política es la disputa de las esperanzas. Coincido en este planteamiento, aunque creo que para mayor precisión, no se trata solamente de la disputa de las esperanzas sino de la capacidad para darles concreción y los resultados de esos procesos. Como ya lo he afirmado en otros espacios, el último debate electoral en Colombia no fue ajeno a ese planteamiento. El error garrafal de la campaña de Rodolfo Hernandez, creo yo, es que fue incapaz de generar esperanza, ya que su discurso se redujo a la lucha contra la corrupción. El acierto estratégico de la campaña de Gustavo Petro, considero, radicó en el horizonte de sentido que le presentó a toda la sociedad colombiana, en particular a la más necesitada.

 

Una vez superado y conocido por todos el resultado de esta contienda presidencial cabe preguntarnos sobre lo que vendrá. Algunos opositores con no poca ironía y sí mucho odio preguntan si ya empezamos a vivir sabroso. Otras, con cierta ingenuidad, sentencian que los cambios deben iniciar a verse en máximo seis meses. Ni empezamos a vivir sabroso desde ya, ni los cambios estructurales empezaran a verse en seis meses. Esto no solo por la complejidad del ejercicio de gobierno en sí, sino ante todo por la existencia de todo un entramado normativo diseñado por más de 100 años que ha estado inspirado en la famosa ley del embudo: “lo ancho pa’ ellos, lo angosto pa’ uno”, y una correlación de fuerzas que no está del todo inclinada hacia quienes buscan las transformaciones estructurales de Colombia.

 

Sin embargo, esto de ninguna manera puede suponer que no habrá cambios a corto plazo. Los cambios deberán empezar a verse en las formas en que el Gobierno Nacional se relacione con las otras ramas del poder público, pero fundamentalmente, con la sociedad colombiana. El miedo a la democracia, el pavor a la participación ciudadana que por décadas las elites en nuestro país han tenido y reproducido debe llegar a su fin. De lograrse, ello no solo supondrá comenzar a andar un camino totalmente nuevo para nuestra sociedad, sino la posibilidad de enriquecer el programa de gobierno ganador que en corto plazo deberá a traducirse en un plan de desarrollo con objetivos claros y metas adecuadamente trazadas.

 

Todo 20 tiene su 19. Para llegar a ese histórico 19 de junio pasaron más de 70 años de intentos ahogados a sangre y fuego por quienes se han opuesto y se oponen hoy en día a que Colombia deje de ser uno de los países de América Latina más desigual, empobrecido y corrupto. A todo 19 le sigue un 20, esto es, que luego de toda conquista y pasada la euforia de la victoria o la tristeza de la derrota le sigue, para quienes ganaron iniciar a trabajar en el diseño, la formulación y la planeación de todo aquello que se propuso, y para los segundos, imaginar de qué manera harán oposición de una manera crítica y propositiva.

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