Tenemos un problema y aunque parece nuevo, porque el nombre no nos es conocido, ya lleva tiempo siendo tema de atención urgente por parte de los gobiernos. Bueno, en realidad, de algunos gobiernos y de la propia UNESCO, que tiene una estrategia llamada Alfabetización Mediática e Informacional.
Lo explico a grosso modo: somos seres digitales pues vivimos en la era digital y nos preocupamos por el acceso a las plataformas de información y comunicación digital. En Colombia hay un ministerio TIC y tratamos de tener banda ancha en todo el país y llegar al 5G en nuestros smartphones. Soñamos con un satélite propio que facilite el acceso mientras media doce de compañías telefónicas luchan por controlar el mercado ofreciéndonos (a deshoras) acceso ilimitado y otras bondades de esta era.
¿Pero nos hemos preguntado qué tan preparados estamos para este mundo? Sin entrar en temas de dominio técnico, ¿somos capaces de diferenciar lo verdadero de lo falso? No parece, porque nos cuelan fake-news con una facilidad increíble todos los días. ¿Le hablamos a nuestros hijos de sexualidad o les damos un teléfono celular y allá que aprendan lo que sea del porno? Ya hablamos en una columna anterior sobre esto y los terribles traumas que está ocasionando esta «libertad».
O como dice el profesor Julio Gaitán Bohórquez, del Centro de Internet y Sociedad de la Universidad del Rosario, tenemos «el reto de evaluar la relevancia y confiabilidad de la información sin que los ciudadanos tengan ningún obstáculo para hacer uso de sus derechos a la libertad de expresión y a la información». En otras palabras, los últimos presidentes de Estados Unidos llegaron al poder por su manejo de medios digitales, y aunque Obama lo hizo bien, Trump lo hizo fatal. Y allí hay una responsabilidad de sus electores.
Bojórquez fue citado por el analista de tendencias digitales, Nicola Stornelli, quien en una columna suya de El Tiempo, decía: «Con una humanidad «facebookeada», llena de ignorantes informados, los países en vías de desarrollo la tenemos más difícil. Con una tasa de analfabetismo que ronda el 7% en promedio en la región, no estamos bien».
Aclaremos. Lo digital no es un enemigo. No debemos verlo como el libro vio a la radio y esta a la televisión en sus momentos de la historia del siglo XX. Lo digital es sencillamente el gran desconocido, porque apenas nos estamos moviendo en sus dominios. Y hay bueno y malo, claro y oscuro, pero también multicolor. El concepto de información ha cambiado y somos nosotros, las personas de la calle los primeros informadores de un hecho. Sacamos el teléfono, hacemos una foto y compartimos en WhatsApp el accidente. Hasta hace un tiempo ese accidente lo daba a conocer primero un medio de comunicación.
Pero al hacerlo desconocemos su alcance y su impacto. Todo es susceptible de ser viral. Una acusación infundada, por ejemplo, corre como la espuma y da luchar a linchamientos mediáticos y físicos. Y en redes algunas opiniones sin argumento sobre la Guerra en Ucrania nos hacen creer cosas que no existen o que simplemente no son tan simples de explicar. El contexto lo deben dar los medios. Nosotros no estamos alfabetizados mediaticamente.
La UNESCO dice: Contribuimos «al desarrollo de la alfabetización mediática e informacional para todos a fin de que las personas puedan pensar de manera crítica y hacer clic sabiamente. Principalmente, la Organización se esfuerza por fortalecer las capacidades de encargados de la formulación de políticas, educadores, profesionales de la información y los medios de comunicación, organizaciones juveniles y poblaciones desfavorecidas en este ámbito, apoyando a los Estados Miembros a formular políticas y estrategias nacionales de alfabetización en materia de medios de comunicación e información».
Entonces viene la pregunta: ¿Colombia le ha dado importancia a este tema? Se ve que no por una sencilla razón. Nuestros gobiernos tratan de solucionar los problemas primarios de la población y este tema tan fundamental no es visto como problema primario. Eso, en otras palabras, es falta de perspectiva. Si hay un hueco se tapa el hueco, pero no se piensa en cómo hacer para que no haya más huecos.
Los únicos que se han preocupado por la alfabetización mediática son los educadores de las universidades, pero como lo advertía un artículo de la Universidad Pedagógica, «A pesar de la relevancia que revisten, hay una limitada producción académica relacionada con los enfoques, aplicaciones actuales y perspectivas próximas».
Y voy más allá. ¿Le preocupa esto a Claro, Avantel, Movistar, ETB o Tigo? Estoy seguro que no porque estas compañías no funcionan con el concepto de Fundación. Es decir, no tienen líneas de trabajo en torno a programas sociales, cultura, ciencia, educación e investigación. Yo te ofrezco el iPhone 14 en módicas cuotas mensuales. Lo que hagas después con él, allá tu.
¿Qué pasará mañana? Que viviremos en una selva informativa donde nos moveremos al son de lo que dicten quienes hagan uso masivo de lo digital. O sea, como vivimos hoy pero más pronunciado. Más sectarios, más radicales en lo político y más propensos a caer en redes mafiosas y en pirámides. Por algún lado se tendrá que atajar este problema, digo yo.