Castigar o formar en el respeto

A propósito del nuevo código de policía y de los repetidos códigos penales en Colombia, es un buen momento para volver al año 1975 cuando se conoce del libro del francés Michael Foucault que trata sobre el suplicio, el castigo, la disciplina y la prisión. Desde 1670 hasta la Revolución Francesa, las formas generales del castigo tenían una jerarquía: «La muerte, el tormento con reserva de pruebas, las galeras por un tiempo determinado, el látigo, la retractación pública, el destierro».

Para poder castigar es previo la vigilancia como una manera de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, que para Foucault se ha desarrollado en el curso de los siglos en los hospitales, en el ejército, las escuelas, los colegios o los talleres: la disciplina. Nace así la prisión. También el Panóptico es una metáfora, en la cual siempre se vigila para todos, como las cámaras de seguridad

Es un sistema que se eleva por encima de todos. Dispuesto a castigar como policía social – mental – física, incluso llegando al autocastigo. En esta forma de comprender la naturaleza, de no cumplir las reglas, se aplica la ley. Para el filósofo francés casi sin tocar el cuerpo, la guillotina suprime la vida, del mismo modo que la prisión quita la libertad, o una multa descuenta bienes; se supone que aplica la ley menos a un cuerpo real capaz de dolor, que a un sujeto jurídico, poseedor entre otros derechos, del de existir.

De otra parte la libertad no siempre es hacer lo que quiere afectando los derechos de los demás. Los derechos humanos fundamentales deben ser siempre protegidos y promocionados por toda forma de Estado que se crea como conjunto de normas. Las leyes en el mundo se hacen como panóptico o forma ideológica de vigilancia / dominio, de allí que se generan procesos de rebelión política que incluso han llegado a crear nuevos Estados o conjunto de códigos. Sin embargo en el centro de la relación libertad versus vigilancia / castigo, siempre estará la ilustración – educación y la ética.

Un pueblo y gobierno inculto siempre apelará a la anomia y la violencia penal, contraria a sociedades que han logrado un nivel de educación y comportamiento de convivencia – ética ciudadana. Es precisamente lo que en el presente se vive en Colombia: un nuevo Código de Policía, ley 1801 de 2016, que entró en vigencia a través de 243 artículos. En este nuevo panóptico el uniformado policial tiene el “poder” de decidir si registra, allana y sanciona o no a una persona que “sea sorprendida cometiendo un acto que vaya contra la convivencia ciudadana”.

Entre ellos: hacer ruido, tenencia de animales, riñas, necesidades fisiológicas en espacio público, no pago de transporte público, desacato a la orden policial, arrojar basuras, celulares hurtados y muchos más. Desde esta columna, seguiremos proponiendo que antes que vigilar y castigar frente a un nuevo panóptico se debe formar / educar  / concienciar para que en colectivo se pueda tejer un territorio en convivencia y tolerancia, respetando nuestras diferencias y mundos diversos, abordando una nueva ética y cultura para la paz.

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