De las cosas preocupantes que le pueden ocurrir a una comunidad es que se habitúe a las condiciones infernales. Como la fábula de la rana y el agua hirviendo: una vez una rana salto a una olla de agua hirviendo, de inmediato escapó; su instinto hizo que se salvara de perecer. Otro día la misma olla estaba llena de agua fría. Una rana saltó dentro y nadó tranquila. Lo que no sabía es que el agua se iba calentando poco a poco que llegó a estar templada y luego caliente, y la rana murió de calor. La moraleja es que, si te vas acomodando y acostumbrando sin reflexionar sobre los cambios, es posible que pierdas el norte y termine afectando tu calidad de vida. Es por ello que es importante mantener el espíritu crítico para descubrir los cambios que acontecen a tu alrededor y saber si la situación te conviene o no.
Esta fábula es bien traída para lo que nos acontece en el departamento de Nariño, en particular: al principio de la crisis ocasionada por los deslizamientos de tierra en Rosas, Cauca, hubo una gran preocupación de la comunidad en general ante el desabastecimiento de combustibles y tener que bañarnos con agua fría por el racionamiento del gas. Poco a poco se fueron incrementando los precios en los artículos de la canasta familiar, los pasajes, la comida en los restaurantes, entre otros. Luego, ya empezó a llegar la gasolina por Tumaco y Ecuador, pero los precios de las mercancías no bajaron, y nos vamos acostumbrando a que eso sea una norma.
Pero también históricamente, nos habituamos a tener una trocha peligrosa que comunica con el Putumayo, llamada el ‘Trampolín de la Muerte’. Asumimos una conducta del conformismo; cuando Latinoamérica y el mundo poseen carreteras de cuarta generación. Lo que fue una esperanza postergada, al fin con el gobierno Petro será realidad la variante San Francisco-Mocoa, ya están comprometidos los recursos.
Hemos sido como la rana que se olvida que la temperatura está aumentando, y que en algún momento puede sufrir un colapso, cuando sabemos plenamente que hay una falla geológica que hace que la tierra se deslice en cualquier momento y ocasione una tragedia, como la que vivimos apenas despuntaba el año. Las gentes del sur sabíamos plenamente de la urgente necesidad de construir la variante Timbío-El Estanquillo. Pero pudo más la negligencia, y los caciques que, en su afán de conseguir votos, le negaron a la población del lugar la posibilidad de reubicarse de ante el inminente peligro.
El bloqueo de la vía, por el deslizamiento de tierra en Rosas, deja pérdidas que ascienden a 1.6 billones de pesos entre los departamentos de Cauca y Nariño. En total, unos 10 mil empleos estarían vacantes; la construcción se paraliza por falta de insumos. De acuerdo a la Cámara de Comercio de Pasto, ha habido un incremento de la cancelación de matrículas; una pérdida de 250.000 litros de leche que habitualmente son transportados a plantas de procesamiento del Valle del Cauca.
Pero se normalizó la venta de gasolina, y parece que hubiera llegado la gran solución. La gasolina llega por el puerto de Tumaco, pero seguimos aislados porque no llegan los insumos para los demás sectores de la economía. El turismo se viene al suelo con una emergencia de estas.
Es por ello que el presidente Petro debe escuchar el clamor de los nariñenses y declarar la emergencia económica para restaurar la maltrecha economía de la región. Según la Constitución Política, una emergencia económica se da cuando se presentan hechos que perturben o amenacen de forma grave e inminente el orden económico y social o si constituyen una grave calamidad pública. Elementos suficientes para su declaratoria. El Presidente podrá declarar estado de emergencia por periodos de 30 días y hasta 90 días.
Al presidente Petro le pedimos que en la zona afectada por la emergencia se rebaje el valor del cobro del IVA en los productos de la canasta familiar, se rebaje las tarifas de los servicios públicos, se establezcan descuentos importantes en el pago del impuesto predial y de rodamiento de vehículos. La situación no es para menos.
No podemos acostumbrarnos a la situación crítica, como lo hacen los batracios. Afrontemos esta crisis con criterios que nos permitan mitigar la situación difícil. ¡Declaratoria de emergencia económica ya!