Democracia popular, el nuevo reto.

El 19 de junio de este año, el país conquistó una de las victorias más importantes en la historia de su vida republicana, tras años de gobiernos elitistas y oligárquicos, se inicia un gobierno de tinte popular y progresista como resultado de un extenso acumulado de luchas sociales, reivindicaciones, y llamados a la consolidación de un proyecto de nación que establezca la paz para el país.

En medio de la campaña electoral llamó mucho la atención la afirmación de la necesidad de democratizar el país, noción que fue centro de múltiples interpretaciones, de ahí que sea necesario mencionar algunas consideraciones acerca del valor de la democracia y como en este nuevo contexto debe materializarse.

En Colombia la persistencia de la pobreza, enormes brechas de desigualdad en lo que se refiere al ingreso per cápita, instituciones políticas en déficit, debilidad e ineficacia del Estado, y una ciudadanía de baja intensidad en lo referido al goce y disfrute de derechos sociales y económicos, son las causas que han impedido que tengamos una democracia de calidad.

Dicho lo anterior, se sobreentiende que en Colombia una economía atrasada y dependiente le corresponde una organización política en el mismo sentido, y eso ha truncado la aspiración de ser verdaderamente un Estado Social de Derecho, por lo tanto construir una democracia política abierta sobre una cerrada estructura de poder, jamás podría darse si las vías de participación son negadas permitiendo la existencia del mito liberal de la vida civilista, en la que la democracia participativa y representativa (elecciones) son su mayor espejismo.

Antonio García Nossa plantea la democracia como un problema total, que no puede existir a medias ni como partes desordenadas y mucho menos puede existir una democracia que declara libertades, pero niega los medios para el ejercicio de esta, de ahí la necesidad que la democracia se enmarque en un sistema de vida donde se integre pensamiento y acción.

Algunos teóricos han hablado de la construcción de una democracia sin apellidos, lo cual implica afirmar que la sociedad no produce perdedores estructurales, que tiene unas instancias representativas con total plenitud. También es importante entender que cuando hablamos de este tema comprendemos que la democracia existe como concepto-valor en un discurso. Si la democracia solo existiría en lo narrativo ¿entonces que existe en la cotidianidad y materialidad y no puramente como discurso?

Las fuerzas sociales por ende son las llamadas a poner un apellido y este solo es posible si los protagonistas de la victoria presidencial del pasado mes asumen el rol histórico de construir Democracia Popular, es decir, comiencen a interactuar en el marco del Estado Social de Derecho

Hoy el nuevo gobierno asume el reto de construir con las bases sociales un gran acuerdo nacional que deberá ser reflejado en el Plan Nacional de Desarrollo. Es la primera vez que la sociedad en su conjunto puede construir este diseño de país, y debemos estar a la altura del momento, en ese sentido se ha convocado a diferentes sectores sociales a hacer esta construcción desde los denominados Diálogos Regionales Vinculantes, que se impulsan como el escenario de democratización por ser socio-histórico por que se usa la democracia para poder remitir una forma de gobierno.

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