A diferencia de los otros candidatos presidenciales -con posibilidades-, Gustavo Petro incorporó en su programa de gobierno una mención explicita a la implementación del Acuerdo Final de Paz suscrito entre el gobierno en representación del Estado y las extintas FARC-EP. En razón a ello, fue rodeado casi por la totalidad de las fuerzas políticas de izquierda que históricamente han abogado por la salida política al conflicto armado y por sectores de la derecha que saben bien que no pueden seguir cabalgando sobre la guerra sin que ello conduzca a un deterioro mayor de la situación económica, política, social y cultural del país. Los resultados electorales arrojaron un mapa de Colombia muy parecido entre quienes votaron en el plebiscito por el SI y quienes en primera y segunda vuelta optaron por apoyar la propuesta de la Colombia Humana.
Sin embargo, hoy asistimos a un escenario totalmente distinto. Si bien en las bases generales del Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 hay un esfuerzo retórico por asociar la apuesta de la Paz Total con la implementación del Acuerdo Final de Paz, tales como: “La Paz Total exige cumplir con lo acordado en el Teatro Colón (…)”, “Cumplir con lo pactado en el Acuerdo del Teatro Colón para resolver las causas estructurales de la violencia” o “El Acuerdo de Paz será la piedra angular para poder avanzar hacia la paz total”, el gobierno de Gustavo Petro ha perdido de vista algo fundamental: el Plan Nacional de Desarrollo debe incorporar un capítulo específico del Acuerdo Final de Paz que de cuenta de las tareas que deben realizarse en este cuatrienio, así como el presupuesto que se invertirá para dicho propósito.
Resulta que a la fecha no hay capítulo específico del Acuerdo Final de Paz en las bases generales del Plan Nacional de Desarrollo, o al menos no en los términos que este fue establecido tanto en el texto del Acuerdo Final de Paz (subpunto 6.1.1., párrafos seis y siete) como en el CONPES 3932 de 2018, donde de manera categórica y de forma extensa se advirtió la necesidad del mencionado capítulo específico, principalmente para posicionar las apuestas del Acuerdo Final de Paz en los distintos instrumentos de planeación nacional, departamentales y municipales, asegurar las sostenibilidad de las acciones sectoriales de la paz, adaptar la institucionalidad a los retos que plantea la construcción de paz en y desde los territorios, financiar los compromisos adquiridos en el Acuerdo Final de Paz, entre otros.
De no enmendarse este defecto de fondo y forma en las bases del Plan Nacional de Desarrollo, así como en el Plan Cuatrienal de Inversiones, el gobierno de Gustavo Petro no solo estaría faltando a su programa de gobierno, sino también a los millones de votantes que apoyamos su candidatura particularmente por su compromiso con la implementación del Acuerdo Final de Paz. Paradójicamente en relación a la implementación del Acuerdo Final de Paz, estaría incurriendo en el mismo error -en ese caso premeditado- de su antecesor Iván Duque, quien tampoco incorporó el capítulo específico en los términos establecidos. Que la Paz Total no sea la burla del Acuerdo Final de Paz como en su momento lo fue la Paz con Legalidad.