Leemos y vemos varias opiniones en los niveles intelectuales, académicos o políticos, a favor o en contra de lo que está sucediendo en Suramérica con algunos mandatarios o expresidentes. Por supuesto, los comentarios no se hicieron esperar y, sobre todo, los periodistas más reconocidos por su ubicación política, que por su independencia, llenaron las redes sociales con publicaciones estratégicas para su interés.
Vicky Dávila, escribió: “Pedro Castillo detenido en Perú por “incapacidad moral”, Cristina Fernández condenada por corrupta en Argentina, Nicolás Maduro con un proceso por narcotráfico y orden de captura en Estados Unidos, y Gabriel Borich en la inmunda en las encuestas. De Lula ni hablar. Ahí les dejo”.
Los comunicadores tienen todo el derecho de dar sus opiniones, no obstante, lo que sí no es correcto, es insistir ante el país y el mundo en que ella es una profesional independiente por ser la directora de un medio masivo de comunicación como Semana. Declárese de la élite política, eso sería honesto; tal como lo hizo el Tercer Canal al asumirse como progresista. La audiencia sabe lo que va a encontrar en la información, incluso, nos ayuda para poder contrarrestar de forma responsable las diferencias ideológicas.
Creo que con el tiempo la información será más alineada, y de nosotros dependerá dar click en la noticia para poderla comparar, será una tarea difícil porque necesita de una cultura responsable, pero no la veo muy distante por la capacidad intelectual y de amor patrio del colombiano.
La geopolítica mundial está bajo una contienda estratégica que busca, entre otros aspectos, mantener a los que quieren seguir en el poder histórico, contra quienes desean un cambio, el cual, cada vez es más fuerte, ejemplo, el EE. UU. de hoy ya no mira a Rusia por encima del hombro como antes, incluso, se habla ya de mundos paralelos.
Lo malo que suceda en Suramérica no necesariamente pasará en Colombia, no nos comparemos. Nosotros tenemos nuestra propia corrupción y estoy seguro de que empezarán a caer. Somos tan únicos y tan distintos, que el verdadero poder y control del país nunca ha estado en manos del presidente de la República.
Por: Emilio Jiménez Santiusti