Nuestro país, Colombia, siempre parece estar en medio de un espectáculo lleno de suspenso, terror y drama. Desde el escándalo de las chuzadas telefónicas de la ex niñera de Laura Sarabia, hasta la esperanza que nos embargó a muchos con el rescate de los cuatro niños en el Guaviare. Aunque debo confesar que el perrito Wilson también tiene mi atención en vilo.
En medio de estas historias tan intensas, el aumento en los precios de los combustibles no es un tema menor. De hecho, debido a estos desastres administrativos, los problemas más importantes del país y, sobre todo, de las regiones, quedan relegados, afectando principalmente a las capas socioeconómicas más vulnerables.
Por eso, retomando los escritos anteriores, es importante reafirmar la tesis de que sí es posible reducir los precios de los combustibles.
Cada país en el mundo tiene la libertad de establecer sus propias tarifas para los combustibles, dependiendo de sus objetivos sociales, económicos y, sobre todo, políticos. Expertos como Juan Pablo Fernández, analista económico y de políticas públicas, argumentan que una de las medidas a tomar es eliminar el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles y establecer que los precios se ajusten según la estructura de costos de ECOPETROL.
Es importante tener en cuenta que los precios que paguemos a ECOPETROL deben incluir una rentabilidad justa. No se trata de saquear a nuestra empresa estatal, sino de pagar lo que corresponde, sin que el Gobierno o la ciudadanía sostengan el famoso Fondo, creado en 2007 durante el gobierno de Uribe y continuado por Santos y Carrasquilla. Su esencia era y sigue siendo entregar a ECOPETROL el dinero que deja de ganar por no vender la gasolina en el extranjero. Como dice la Congresista Jennifer Pedraza: ¡como si ganáramos en dólares!
Esta propuesta va de la mano con la necesidad de reformular la tarifa de los precios de la gasolina y el diésel. Diego Otero, exviceministro de energía e integrante de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, explica que, si se aplicarán precios reales de producción en Colombia, el galón costaría $10.418, un 18% menos que el precio impuesto por el gobierno Petro para junio. Además, Leonardo Arbeláez, excontralor delegado de Minas y Energía de la Contraloría General de la República, ha elaborado ecuaciones matemáticas proponiendo soluciones que eviten efectos inflacionarios que perjudiquen el bolsillo de los colombianos sin deteriorar las finanzas estatales y los factores del mercado de las empresas que importan y/o comercializan combustibles líquidos en el país.
Es evidente que cuando se quiere, se puede. Es posible reducir el precio de la gasolina, pero se requiere voluntad política. No podemos ignorar que cuando sube el precio de la gasolina, todo sube. Por lo tanto, al implementar esta solución, estaríamos ingresando en un círculo virtuoso en el que se beneficiarían las familias colombianas, las empresas, y las finanzas públicas nacionales y territoriales.
Apostilla: ahora que está de moda movilizarse por que sí y porque no, deberíamos resignificar el derecho a la movilización democrática, como lo ha hecho Ecuador, México, Bolivia y Francia, exigiendo un precio justo de los combustibles. A la hora del té, se defienda a caudillos o verdugos, el bolsillo y la dignidad de las y los colombianos están siendo azotados.
¡Es hora de actuar y exigir un cambio real en el precio de los combustibles!
#MenosSuspensoMásAcción #Gasolinazo