Desde tempranas horas de la tarde de ayer se conoció por los diferentes medios de comunicación la noticia que confirmaba lo que el pueblo de Pasto ya sabia desde hace mucho tiempo: Nicolás Toro es el nuevo alcalde del municipio de Pasto.
Un hombre sencillo, carismático, de hablar pausado y de caminar agitado. Parece estar siempre pensando en el destino de su pueblo, pues en medio de sus charlas siempre evoca una solución a un determinado problema. Como abogado siempre se ha caracterizado por servir a su gente, asesorar al campesino y orientar a muchos ciudadanos que sienten vulnerados sus derechos.
Le es difícil caminar por las calles de Pasto, la gente emocionada lo rodea, lo toca, lo abraza y lo besa como si se tratara de un verdadero ungido. Su carisma le permitió borrar esas fronteras invisibles que separan a los hombres de sus gobernantes, en una extraña mezcla de conocimiento con humildad logró robarse el corazón de sus coterráneos. Pocas veces se ha visto un fenómeno político de tal naturaleza permitiendo entrever la manifestación de una psicología que trasciende mentes y emociones.
Conoce al dedillo la ciudad, el nombre de cada uno de sus barrios, la dirección exacta de residencia de los líderes comunales y la necesidad de las familias que le abren generosamente sus puertas cada vez que sienten sus pasos en las proximidades de su localidad. Jamás llega con las manos vacías, su sonrisa y abrazo se hace sentir a la hora de entregar como obsequio a sus anfitriones el infaltable pastel que comparte mientras escucha las penas y alegrías de las familias humildes de nuestra ciudad.
Se lo quiere y respeta y como si se tratara de un ser milagroso se le implora un poco de paz para todos los hogares de Pasto. Y una oportunidad de empleo, mejor seguridad en las calles, control a los altos precios de los productos populares y el mejoramiento de la educación para sus hijos y nietos en cada una de las escuelas de la ciudad. No se pide mucho, únicamente la seguridad y tranquilidad de mejorar las condiciones de trabajo de tantos humildes que no tienen otra alternativa que deambular entre calles y comunas para obtener el sustento de los suyos.
Esa es, quizá, su mayor responsabilidad: no defraudar la fe inquebrantable de sus seguidores que depositan en su nombre la ilusión de un mejor amanecer en sus cotidianos padecéres. Algo nada fácil en un municipio como Pasto donde los recursos son limitados y las necesidades se reproducen geométricamente.
Con un nuevo Nazareno debe hacer el milagro del pan y los peces, dar de comer al hambriento y calmar la sed del desdichado. Así de grande es su compromiso, así de grande es la batalla. Y para alcanzar estos aguinaldos debe rodearse de hombres nuevos y buenos, de apóstoles que sientan en el polvo de sus sandalias el clamor de un pueblo que vive en sus propias entrañas el dolor de los desterrados.
Su nombre lo dice y expresa todo : Nicolás. El mismo que cada 24 de diciembre irrumpe en los hogares para llevar un poco de alegría a los corazones rotos, un solaz para cientos de niños pobres que con un simple juguete de madera y un vestido sencillo salen a las calles a lucir su emoción. Así es de inmenso el desafío ante tantos ciudadanos que emocionados gritan en su nombre el deseo de redención económica y social.
Un Nicolás del siglo XXI que enarbola la causa de la redención humana. Tarea nada fácil que le exigirá su mayor compromiso y dedicación, labor que le implora trabajo y constancia, pues nada se ha ganado si al final del camino no se ha llegado felizmente a la meta.
El municipio de Pasto ha dado lo mejor de sí, ahora le corresponde a su nuevo mandatario hacer realidad el anhelo de los pobres, arropar su mendicidad y entretejer en voces y actos de esperanza ese nuevo evangelio que se escribe cotidianamente entre hambres y pesares de tantos pastusos. Se enciende una luz en el pesebre de los Hombres, que ilumine a todos por igual, sin tener en cuenta colores ni banderas, que lleve bienestar al humilde, paz al afligido y concordia entre los corderos que buscan incesantemente un instante de solaz.
Brille usted para todos Nicolás, hoy se encienden las luces tenues y claras de la natividad para la gran familia de PASTO. Que entre natillas y villancicos se vislumbren los cánticos de un nuevo amanecer.