Digna Paz Vallecilla: las manos que volaban en el piano
Por: Rosa Isabel Zarama Rincón
Digna Paz Vallecilla entre las décadas del cincuenta al setenta fue considerada la primera pianista del departamento, debido a sus conocimientos y a su elevada ejecución del piano resultado de su talento musical y de sus constantes estudios. Nació en Tumaco el 15 de noviembre de 1910 y murió en Pasto el 9 de marzo de 2006, fue hija de Florentino Paz y de la caleña Agustina Vallecilla. Nieta del escritor Florentino Paz Narváez, autor de La ciudad de Rutila, una de las primeras novelas que se publicó en el departamento de Nariño. Era la mayor de tres hermanas: Digna, Agustina y María Ursulina.
Presentación en el Teatro Javeriano, foto cortesía de Laura Paz Paz.
En su niñez llegó a Pasto, perdió a su mamá en la infancia, cuyo vacío lo suplió una tía que las crio. En esa ciudad estudió el colegio de La Merced, dirigido por las religiosas franciscanas, en donde fue alumna de la reconocida monja alemana Bautista que se desempeñó como profesora de música, en cuya labor formó a varias interpretes como: Maruja Hinestroza de Rosero y las tres jóvenes Paz Vallecilla quienes estudiaron piano y violín. Digna y María Ursulina se especializaron en ejecutar el piano a cuatro manos. Digna, posteriormente, continuó sus estudios de música en la Universidad de Nariño, con el paso del tiempo, abandonó el violín y se dedicó exclusivamente al piano.
Desarrolló su vida musical en tres campos: la ejecución, la enseñanza y la gestión cultural. En todas esas actividades brilló y le sacó el mejor provecho a su piano. El profesor y escritor Temístocles Pérez Delgado quien asistió a sus conciertos en los años setenta la describió con estas apalabras: “(es) la primera pianista del departamento por sus conocimientos y ejecución. Es una de las figuras más dedicadas al estudio de su especial devoción. Su concurso es imprescindible en toda función de gala”. Entretanto, su alumna María Carmen Cabrera de Mesías explicó: “Era excelente pianista, sus manos pequeñas volaban sobre el teclado”. Ejecutaba con destreza obras de la música clásica entre ellas: la Quinta sinfonía de Beethoven, Grande Vals Brillantede Frédéric Chopin, o La Viuda Alegre de Franz Lehar, el pianista José Antonio Rincón recuerda que también interpretaba música colombiana, en donde demostró particular inclinación por los pasillos de Emilio Murillo y Luis Calvo.
En varios de los conciertos que participó Digna Paz en Pasto contó con la compañía musical de Guillermo Rincón en la trompeta, Tancredo Rincón en el violín y Jorge Dueñas en el contrabajo. En otra ocasión, en el Teatro de Maridiaz acompañó con gran éxito al fraile Anselmo Caradonna, capuchino italiano residente en Pasto, dueño de una hermosa voz y de un gran entusiasmo para cantar.
Entre los años cuarenta y cincuenta, cuando iniciaron las trasmisiones radiales en Pasto algunas emisoras la contrataron para que ejecutara piezas musicales en vivo, de esa manera y, con la maestría musical que la caracterizó, ingresó a numerosos hogares nariñenses. La música siempre estuvo presente en su vida, pues los transeúntes que caminaban por la acerca de su residencia ubicada en la carrera 27 entre calles 16 y 17, rememoran cuando desde la calle la escuchaban interpretando el piano.
Impartió clases de piano en la Escuela de Música de la Universidad de Nariño, al igual que en su residencia; en donde fue maestra de profesores de ese instrumento, uno de ellos es el músico Horacio Mora. Además dio clases a niños y adolescentes, algunos de sus pupilos fueron: Ana Josefa Montenegro, María Carmen Cabrera de Mesías, María Victoria Enríquez Conto, María Inés Segovia, Pedro Rojas y José Antonio Rincón Díaz del Castillo; algunos la recuerdan como una profesora exigente que les daba la clase de solfeo con toda la técnica y les enseñaba ejercicios de digitación para que desarrollaran agilidad en sus manos.
Como gestora cultural en 1972, junto con José María Salazar Bucheli y su esposa Amalia Grueso de Salazar, fundó la Asociación de Músicos Nariñenses ASONAR con el propósito de fomentar en forma colectiva el cultivo de la música entre profesionales y aficionados; en esa época Salazar era el gobernador de Nariño. Digna se convirtió en el alma de ese emprendimiento, en su casa se reunían músicos destacados para ensayar canciones, posteriormente, se presentaba en teatros como el Javeriano o Maridíaz. Por otro lado, los recursos que ASONAR obtuvo de las presentaciones los destinó a varias causas sociales. A todos los participantes los unió el amor por la música porque no recibían ninguna remuneración, para esas actividades contaba con un director del coro, algunos de ellos fueron: Alfredo Verdugo y Horacio Mora; mientras Digna los acompañaba en el piano. Horacio Mora anota que en ASONAR inició su formación coral y adelantó arreglos de coros bajo la guía de su profesora.
Algunas de las personas que pertenecieron a ese grupo fueron: Pablo Ruiz del Campo, Edna Guerrero, Fernando Mora, María Antonieta Rincón de Mora, Gerardo Rodríguez y su esposa, Laureano Rincón, Héctor Rosero, Adiela Córdoba, Hernando Andrade y su esposa, Lidia María Caldas, el sacerdote Jesús Mora, Aida Rincón, Nabor Enríquez Ocaña, René Ordóñez, Hernando Andrade, Ruby Moncayo, María Carmen Cabrera de Mesías, Mariela Rincón de Zarama, Jairo y Luis Ordoñez. En esas prácticas contó con la presencia de su hermana Agustina y el interés musical de sus sobrinos: María Agustina, María Eugenia, Laura y Guillermo Paz Paz quienes participaron en ASONAR.
Los coros de ASONAR engalanaron la coronación de una reina de los Carnavales de Blancos y Negros.
Entre los años setenta y ochenta, los integrantes de ASONAR se reunían periódicamente, en distintas casas en inolvidables veladas musicales. Entre los participantes de esos eventos se encuentran: Digna y Agustina Paz, junto con sus sobrinos Nabor Enríquez y Amparo Hernández, René Ordoñez e Isabel Osejo, Florentino Ocaña y su esposa Ligia, Hernando Andrade, Tancredo Rincón y Martha Díaz del Castillo, Guillermo Rincón e Inés Moncayo, Manuel Zarama y Mariela Rincón, Luis Zarama y Gloria Hidalgo. E incluso, en ocasiones daban serenatas, una de esas veces, fue en mayo de 1974 en la víspera del día de la madre.
El nombre de Digna encaja perfectamente con su personalidad, una mujer que con dignidad cumplió la misión de su existencia: enriquecer la vida de otras personas y su propia existencia con música de alta calidad. Las personas que tuvimos el gusto de tratarla, recordamos otras de sus virtudes: su bondad, sencillez y amabilidad; cualidades que fueron caracteristicas de su familia.
Este artículo fue posible gracias al testimonios de su sobrina Laura Paz y de sus amigos: Mariela Rincón de Zarama, María Carmen Cabrera de Mesías, Yolanda Martínez Santacruz, Horacio Mora y José Antonio Rincón.