Todos nos alertamos y criticamos sobre los contratos del Programa de Alimentación Escolar, PAE, pero poco hacemos al respecto. En algunos casos solamente nos impactamos al ver fotos o videos de niños recibiendo un pésimo menú, en mal estado o en casos más graves, les dan un buen alimento para el retrato y luego se lo cambian o los dejan con hambre. Después nos preguntamos, por qué será que Colombia registra los peores puntajes de conocimientos.
Estos ‘apetecidos’ contratos son la caja menor de varios gobernantes o contratistas. Por supuesto que deben dar muchas utilidades; pasar una factura por un plato nutricional, pero al distribuirse se entrega productos baratos o descompuestos, debe ser un ‘negociazo’.
Saber que has decidido robarle la salud a un niño y luego llegar a tu casa a comer con tus hijos buenos manjares, sin duda genera dos actitudes; una, puede ser que se te convierta en un plato amargo por el mal que le estás haciendo a otros chiquitos o dos, sencillamente el descaro te lleva a dormir como si nada pasara. Una especie de Pablo Escobar que mataba gente a diario, pero su sueño era muy placentero. De pronto, en el más allá, te pasan factura.
Es muy acertada la propuesta del presidente Petro para combatir la corrupción en el PAE. Poner en manos de las juntas de padres de familia de los diferentes colegios la administración de los contratos es una decisión cargada de sentido común, es decir, no tendrá opción de interés económico, porque prevalecerá el amor hacia el hijo. Lo más importante de esta medida es que los menores recibirán, por fin, el derecho a una nutrición adecuada.
Me recuerda la estrategia militar del expresidente Uribe con las familias guardabosques. Para recibir información de dónde puede estar la guerrilla, ordenó enviar a los militares regados por el país a sus regiones natales; luego les entregó a los padres de esos soldados y policías radios teléfono para que avisaran cuando vean a los ‘bandidos’; todos informaban para evitar poner en riesgo a sus hijos. Algo similar sucederá con el PAE, porque quedará en manos de los verdaderos dolientes.