Por: José Arteaga
(Twitter: @jdjarteaga)
¿Puede Pasto ser una potencia astronómica? Que ambicioso suena eso, ¿verdad? Es como preguntarse si hay una cultura astronómica en Colombia. En este caso, no la hay porque no hay acceso suficiente a la ciencia por parte de todas las personas, no sólo los estudiantes y científicos. Entonces cambiemos la pregunta: ¿se están haciendo acciones en Pasto destinadas a crear una cultura astronómica y al mismo tiempo se están haciendo investigaciones que el día de mañana ayuden a marcar a Pasto con una «Estrella Michelin» en este terreno? La respuesta es sí.
Hace un tiempo en esta columna contábamos como Alberto Quijano Vodniza, quien creó el Observatorio Astronómico de la Universidad de Nariño en 2002, consiguió que se donaran dos hectáreas en la Loma del Centenario para construir un Centro de Ciencias que tiene dos grandes ejes: por un lado un observatorio y por otro un planetario. En otras palabras, investigación científica, y educación y conocimiento.
Ese observatorio tendrá un plato fuerte: un telescopio de un metro de diámetro superior a cualquiera que exista en el país y que se mandó hacer a medida en California. Eso equivale a subir un escalón en la investigación. En palabras del propio Quijano, «observar asteroides que representen peligro para la tierra. Los telescopios existentes permiten detectar los cuerpos peligrosos más evidentes. Con este seremos más precisos… Y además se podrá ahondar en la investigación que se viene haciendo de exoplanetas, es decir, planetas alrededor de las estrellas».
Poner a Pasto en ese escalón superior es seguir el camino natural de la evolución tecnológica. Los observatorios deben adaptarse a los nuevos tiempos y necesitan el apoyo de las entidades líderes en la materia. En este caso, de la NASA. De hecho, la Oficina de Defensa Planetaria de la NASA incluyó hace tiempo al observatorio de la Universidad de Nariño en la Red Internacional de Alerta de Asteroides-Nasa.
Pero esto no se podría haber logrado sin un empeño personal. Quijano se ha entregado con cuerpo y alma a alcanzar estas metas. Si la ciencia avanza cada día, él quiere que su entorno avance también con ella. Eso es absolutamente encomiable, porque no es sólo una cuestión de talento y conocimiento, sino de voluntad. En la vocación está el servicio, dicen y, desde luego, el servicio que Quijano le ha prestado a Pasto es inconmensurable.
Sin embargo, se preguntarán ustedes: ¿de qué sirve todo esto?, ¿es útil para nuestra vida cotidiana tanta investigación? Desde luego. Todo lo satelital depende de su aporte, de modo que cosas tan básicas como el Wi-Fi o el GPS entran en ello. Su influencia va desde el uso de los paneles solares como fuente de energía hasta el uso de las cremas como protección solar.
Por eso el otro aspecto vital de todo esto es el planetario. El de Bogotá, recordemos, cumple ya 53 años, y tras el éxito de Maloka y Parque Explora, se hace imprescindible otro planetario como base de un centro de ciencia. Se espera que en 2024 esté el de Pasto y ofrezca opciones de conocimiento para los niños y para el público en general. Una sociedad educada en la ciencia, o al menos consciente de su valor, es una sociedad con mayores opciones de progreso.
En una época en la que la NASA ha celebrado el Black Hole Week, estando a punto de celebrar el Día Mundial de la Astronomía el próximo 15 de mayo, y con un antecedente exitoso como los festivales de turismo astronómico, la noticia de su realización es más que bienvenida. Quizás el día de mañana alcancemos una cultura astronómica, que nuestro centro de ciencias teja redes con escuelas e institutos de todo el mundo, y las nuevas generaciones que siguen los pasos de Quijano Vodniza continúen con esta idea de dar siempre más. Ya lo decían nuestros antepasados: entender el cielo es entender la vida.