Una de las apuestas del gobierno Petro es la reforma laboral que busca generar más estabilidad laboral y mejores salarios ampliando la jornada nocturna desde las 6 p.m., pasar de un 75% a un 100% de reconocimiento del recargo de horas extras, dominicales y festivas; reglar que los contratos a término fijo y de prestación de servicios solo son para empleos temporales por dos años, entre otras apuestas.
Sin embargo, resultan varias dudas. ¿Será que dicha reforma laboral si es la solución estructural a los problemas laborales del país? Si de los 21 millones de empleados, 12.8 son informales, ¿se logrará la tan añorada estabilidad laboral? Según los gremios el empleo se encarecería en un 30%, ¿qué decisiones tomarían las empresas y qué efectos generarían en la economía?
En época de reformas y hecatombes ministeriales no le auguro buen final a esta reforma porque está pensada para trabajadores formales que solo son un “segmento privilegiado” del motor laboral, quienes sí reciben un salario mínimo, tienen estabilidad laboral con sus prestaciones sociales y son menos de la mitad de las personas empleadas. Se le olvida al gobierno que la mayoría de colombianas y colombianos están en la franja del rebusque, de la informalidad, del contrato de prestación de servicios, del desempleo y de la pobreza extrema.
Es urgente considerar una política laboral con complexión y textura hacia los sectores más importantes que apalancan la economía. Principalmente, las empresas, las MiPyME, que son el motor de la economía, representan el 99% del tejido empresarial, generan el 79% del empleo y aportan el 40% al Producto Interno Bruto (PIB); el trabajo que aportan las mujeres rurales y urbanas en sus casas que significa la “bobadita” del 20% del bolsillo nacional, y por tanto, debe ser reconocido, redistribuido y reducido; y la juventud que por ahora solo es mano de obra barata por su escasa experiencia, se le adeuda sacarla del hoyo del desempleo que esta 8 puntos por encima de la tasa nacional (10,6%).
Finalmente, dejo un dato que nos alerta más. La tasa de desempleo para la capital del departamento de Nariño en el mes de enero fue de 12.5%, por encima de la registrada en 23 ciudades. Es innegable pensar que una reforma laboral con trabajadores disponibles pero sin quien los contrate es una buena intención pero sin efectos eficientes.
Apostilla: seguramente desde los escritorios y curules el mundo se ve microscópico, no se alcanza a dimensionar las dinámicas particulares de cada región, menos la de Nariño que es tan particular. Seguiré esperando con poca paciencia a ver si el cambio del “gerente de la crisis”, por ejemplo, le sienta bien a nuestra región.