Robots repartidores

Por: José Arteaga

(Twitter: @jdjarteaga)

El otro día vi por la calle un robot repartidor. Era un pequeño arcón con ruedas al servicio de una panadería, como una nevera portátil que se detenía en el semáforo y cruzaba la calle ante la mirada de todos los transeúntes. Al verlo me decía para mis adentros «el futuro ya está aquí», mientras mi esposa me decía «pobre robot, los borrachos lo van a patear y le harán gamberradas».

Pues resulta que el asunto no es nuevo. Viene de 2013 cuando Amazon y FedEx pusieron en práctica sendas brigadas de robots repartidores bajo el concepto de «la última milla», es decir el tramo final del reparto que, según los especialistas, suele ser el que mayores problemas genera por tráfico o tardanza en general. Cabe preguntarse entonces porqué no se ha generalizado más este servicio si tiene tanto tiempo.

Es más, AliExpress puso un millar de robots a su servicio en China justo antes de la pandemia, que es cuando varias empresas de mensajería y servicio a domicilio comenzaron a hacer pruebas con ellos. Una de esas pruebas la hizo en Medellín el grupo Rappi. LOs robots funcionaron durante el confinamiento y eran operados entre Rappi y KiwiBots, trabajando sólo para restaurantes y con pago previo online.

El sistema consistía en hacer un pedido común y corriente. Si el rango del pedido es de una milla (1,6 kilómetros), lo atendía un robot que, cuando llegase a su destino enviaría una notificación para que la persona abra su compartimento con una clave previamente enviada.

Pero, ¿qué pasó? Que fueron apareciendo las inconveniencias. Una de ellas, la programación, pues la calle ofrecía más dificultades de las previstas y había que retrogradar constantemente. Otra, la autonomía, pues las baterías para estos robot tienen una duración determinada que impide prestar varios servicios sin tener que volver al punto de partida. Otra más, la velocidad, pues un robot avanza a 14 kilómetros por hora (en algunas ciudades a 8 kph) según la legislación vial estándar; de lo contrario se convertiría en un problema para transeúntes con dificultades de movilidad.

El tema de las dificultades callejeras se pensó tarde porque los campos de prueba eran ciudades con todas las condiciones de movilidad adecuadas, por ejemplo en California. Pero aún así aparecieron imponderables eventuales. Un robot de Uber Eats en Los Ángeles cruzó, por ejemplo, sin detenerse, una zona que había sido acordonaba por la policía debido a un tiroteo.

Y aunque este es otro tema, todo esto nos lleva a pensar en la dificultad enorme que ofrecen determinadas ciudades colombianas para la movilidad de personas mayores, personas con bastón, sillas de ruedas, cochecitos de bebés y demás. Ya lo anotaba en esta columna hace un tiempo: En la carrera 31C de Pasto, por ejemplo, que es una carrera curva y sale de la calle 18 a la carrera 32, hay 14 desniveles a lado y lado. Son diferentes alturas de acera (cada casa tiene una), más las inclinadas entradas a parqueaderos. Con 14 desniveles ni robot ni nada. Se necesita un dron.

Pero los drones también han tenido problemas. Amazon y Samsung, pioneros en la materia, han decidido aplazar un proyecto que nació también en 2013. El programa de reparto Prime Air de Amazon comenzó apenas a mediados de este año, pero sólo en un pueblo de California de 3.500 habitantes. Samsung lo ofreció en un pueblo de Irlanda, pero no hay noticias de la ampliación del servicio. ¿A qué se debe? A varias circunstancias como el ruido, el clima (imagínenselos bajo la lluvia), obstáculos (pájaros, árboles y demás) o el principal de todos: los permisos de seguridad. Vivimos un tiempo en que las cámaras de los drones pueden violar la intimidad y/o ser utilizados con fines bélicos (una guerra de narcos, por ejemplo).

En fin. El futuro quiere estar aquí pero nada que llega. Y esto me recuerda aquella época de transición tecnológica entre finales de siglo XX y comienzo del XXI, cuando sólo en el tema audiovisual las compañías buscaban el sistema definitivo y lanzaban un producto tras otro al mercado: cassettes hi-fi, DATs, mini-discs, DCCs, CDs, Beta, VHS, Vídeo laser, DVD, Walkman, Discman. El paso al mp3 lo cambió todo, pero aún ese paso tuvo experimentos fallidos como el iPod. Luego llegaron las plataformas en streaming y ahí vamos.

La tecnología avanza muy rápido, pero esto no quiere decir que encuentre soluciones definitivas con la misma velocidad. Hay un proceso en la creación y el avance, pero sobre todo en la aceptación generalizada de un sistema nuevo. Sin embargo, al igual que el problema de las calles de tantas ciudades colombianas que hace imposible que transiten robots por culpa de una pésima planificación urbanística enquistada durante años, está en las administraciones públicas crear las condiciones adecuadas para que esa tecnología se expanda.

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