En el mundo moderno, enunciar democracia
no es resolver un problema sino plantearlo.
Jorge Eliecer Gaitán
Las expectativas sociales y políticas vienen en alza a partir de la posesión del gobierno progresista de Francia Márquez y Gustavo Petro. Un anhelo colectivo hoy busca caminos efectivos para encausar las demandas y necesidades que desde lo municipal, departamental, regional y nacional serán la base constituyente del que se espera sea el Plan Nacional de Desarrollo más participativo del siglo XXI en Colombia. Se espera de este, resignifique el sentido y el propósito de la participación efectiva en el marco de la democracia liberal hoy fuertemente lesionada en Colombia y en el mundo. ¿Cuál es el estado actual de la democracia? ¿Cuál es el estado actual de la participación? ¿Qué retos hay que asumir de cara a la construcción del Plan Nacional de Desarrollo en clave de Diálogos Vinculantes?
Estudios realizados por el V-Dem Institute con autoría de Boese et al (2022), señala en su reporte de Democracia 2022[1], que Colombia es un país con defectos en su sistema democrático, presentando grandes retrocesos en materia de derechos civiles, donde la libertad individual y los derechos humanos han sido fuertemente afectados, ocupando el puesto 69 en el escalafón de las democracias en el mundo siendo evaluadas 179 naciones. Este mismo estudio indica que actualmente el 70 % de la población mundial está viviendo bajo sistemas sociopolíticos autocráticos con un incremento de casi el 21 % en 11 años.
De acuerdo con la encuesta de Cultura Política del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE, 2021) es posible ver como existe una tendencia hacia el retroceso de la cultura democrática; se indica en este estudio estadístico que solo el 55,6 % de los encuestados considera que Colombia es un país medianamente democrático y tan solo el 29,3 % de la muestra, piensa que son transparentes las elecciones en su municipio, una reducción de 2,4 para la consideración sobre si este es un país medianamente democrático, y del 3,6 sobre la opinión de transparencia en las elecciones municipales comparadas con 2020.
Este panorama de fuerte retroceso democrático en Colombia y el mundo está muy correlacionado con la visión social que se tiene de la participación efectiva. Existe a nivel general un agotamiento generalizado hacia los mecanismos participativos contemplado por la Ley 134 de 1994. Para ejemplificar este creciente “desgano” por la participación, cabe indicar los datos referenciados por la Fundación Ideas Para La Paz (FIP) en su documento metodológico para medir la calidad y la eficacia de la participación ciudadana, denominado con el sugestivo nombre de El Siriri lanzado en 2017. Allí, la FIP señala que para 2014, tan solo 9,4 % de la población había asistido a una reunión municipal en esos doce meses. Señala, además, que entre 2005 y 2011 cayeron en 33 % las veedurías ciudadanas y que, para ese mismo periodo, decreció en 21% la percepción de la responsabilidad ciudadana por el éxito de lo público.
A la luz de este breve contexto cuando hablamos de participación y democracia, como decía Gaitán “no es resolver un problema sino plantearlo”. En este sentido, en una reflexión inicial se podrían identificar tres retos urgentes a la hora de responder esta pregunta: 1. Recuperar el espíritu y la legitimidad de lo participativo, 2. Profundizar y mejorar los mecanismos de participación, 3. Optimizar el costo efectividad de los sistemas de participación y las TIC como herramienta de fortalecimiento.
Actualmente la participación a todos los niveles del orden del Estado no es efectiva ni garantista. La constitucionalista Gloria Amparo Rodríguez, en una frase resume magistralmente el calibre sociopolítico del problema “yo participo, tu participas, pero otros deciden”. En esta frase se reduce un síntoma que se percibe en los diferentes niveles constitucionales creados para este propósito, que desnuda un agotamiento de la base social para la participación, y que siendo el síntoma de una enfermedad que compromete la percepción misma del Estado Social de Derecho, pone en discusión la legitimidad participativa de la sociedad en nuestra democracia liberal. Por estas razones, recuperar el espíritu y la legitimidad de lo participativo es el primer reto.
El agotamiento de la sociedad en cuanto a la participación se percibe mucho más cuando se limita la participación a sucintos espacios de planificación del desarrollo territorial como los planes de desarrollo o algunos puntos de planificación de la política pública en cuanto a la formulación principalmente. Este paradigma debe transformarse hacia mecanismos de democracia abierta o democracia directa, a través de los cuales la participación sea un ejercicio continuo y efectivo donde se le da el valor sustancial a cada individuo, comunidad, empresa o gremio en las estructuras de participación que les involucre no solo sobre temas puntuales, sino también, y más importante, la participación en la misma construcción de los espacios de participación. Esto para edificar sistemas de participación de calidad donde sus mecanismos preparativos y de realización son sensibles al contexto, involucran a los principales interesados y los recursos con que cuenta le permiten cumplir sus objetivos.
Así mismo estos espacios deben transcurrir con independencia, los participantes deben saber para qué van al espacio y pueden consultar los resultados logrados en estos espacios. En este sentido debe rehacerse un elemento sustancial que es la confianza hacia la institucionalidad fomentando la participación, asunto que hoy no goza de buena consideración, generando abismos entre la institucionalidad y las comunidades. Para solucionar esto los sistemas de participación deben ser efectivos, demostrando que cumplen su objetivo, realizándose oportunamente, percibiéndose como valiosos por diferentes actores del Estado, teniendo efectos positivos en el relacionamiento entre las comunidades y la institucionalidad, estableciendo pactos sustantivos que se cumplen.
Finalmente, uno de los principales retos que hoy día tiene la participación es el alto costo que tiene para el Estado el desarrollo de lo establecido particularmente en la Ley 134 de 1994 con relación a la baja efectividad de la implementación de lo consensuado en los espacios de participación. Para esto es urgente conectar las tecnologías de información y comunicación como estrategias efectivas de participación ya ampliamente evaluadas y con resultados sociológicos y políticos que permiten proyectar relación costo/beneficio positivas para garantizar y profundizar la participación y permitir en tiempo real realizar seguimiento al cumplimiento de lo pactado en los espacios de participación. Así pues, un ámbito innovador en la participación en Colombia se proyecta a través de la democracia directa y continua y la instrumentalización de tecnologías de la comunicación y la información como puentes de transformación y desarrollo de los sistemas participativos, donde el paradigma de conocimiento y ciencia abierta deja grandes aportes hacia la administración pública del Estado y una participación efectiva, garantista y de calidad.
Indudablemente este es un horizonte que compromete no solo al presente gobierno sino a la sociedad en general, abriendo canales de reflexión continua al respecto de las responsabilidades sociales, políticas, económicas y políticas de cada miembro del Estado colombiano en la profundización y evolución de la democracia en Nariño y Colombia.
Listado de referencias
Boese, V.A., Alizada, N., Lundstedt, M., Morrison, K., Natsika, N., Sato, Y., Tai, H., y Lindberg, S.I. (2022). Autocratization Changing Nature? Democracy Report 2022. Varieties of Democracy Institute (V-Dem). https://v-dem.net/media/publications/dr_2022.pdf.
Fundación Ideas para la Paz. 2017. El Siriri – Una metodología para medir la calidad y la eficacia de la participación ciudadana.