Por: Carlos Santa María
La campaña electoral comenzó para el gobierno desde el otro día de la elección de Iván Duque, creyendo en él como candidato para un segundo periodo. No obstante, la empecinada realidad demostró que un mandatario con el mayor porcentaje de reprobación en el país y una de la más altas en el mundo, ya no sería conveniente.
Sin embargo, el proceso no se ha detenido y a través de los Medios Masivos de Desinformación (todos como propiedad privada de la cleptocracia mega rica), han insistido en debilitar a los movimientos progresistas que luchan por la justicia social falsificando la realidad, desestimulando, confundiendo, denigrando, dividiendo, amén de otros mecanismos en guerra mediática.
De allí que estimular el voto en blanco haciendo creer que con este se puede quitar a la clase parlamentaria corrupta es absurdo, ya que no se logrará nunca con el 50% de la votación, mientras lo que pretende es desestimular el sufragio opositor; de igual modo, llamar a la abstención basado en que “todos los políticos son igual de corruptos”, evadiendo decir que hay parlamentarios y líderes que han perdido la vida por sus ideales o tienen en riesgo su integridad personal, impide que la gente tenga confianza al ser fundamental en un proceso de cambio social integral.
La categoría de centro o independientes moderados, pues “no son de izquierda radical ni ultraderecha”, es mentirosa porque ni lo uno, ni lo otro existe. El llamado centro independentismo es difamar una posición progresista para definitivamente apoyar a las gobernanzas de las mega familias debido a que sus exponentes son vergonzantes al no reconocer su egoísmo individualista.
Igualmente, crear la idea que la oposición siempre pierde por lo cual no tiene sentido participar ya que todo sigue igual es malévolo. Su objetivo es edificar desesperanza, depresión, el quédate en casa y no salgas a hacer nada en la calle porque sólo debes dedicarte a ti mismo o a la familia solamente. Es muy peligroso.
La división de todas las fuerzas que puedan confluir unidas para derrotar el neoliberalismo, al gobierno y a las familias que dominan el país por décadas, es una táctica que han logrado desarrollar a través de ataques personales, denigrando las candidaturas populares, acusando de terroristas a parlamentarios reconocidos, creando sospechas entre los miembros del Pacto Histórico, como instrumento de confrontación. Afortunadamente, si hay sabiduría con principios sólidos y coincidencias programáticas, superando los egos, cacicazgos regionales e intereses particulares, el Pacto Histórico sería una alternativa de poder viable para el 2022.
La calificación de vándalos a los jóvenes, mujeres y hombres que han dado su vida, ojos, piernas y brazos, por una sociedad mejor es un perfilamiento absolutamente despiadado y mortal. Si se une presuntamente a que los jóvenes detestan la política, la combinación es regresiva. Por lo contrario, hoy hay claridad que existe un gobierno que intenta enfrentar pueblo contra pueblo, a los pequeños comerciantes con los marchantes y acusar a las protestas del aumento pandémico, afirmación anticientífica y desalmada.
El ocultamiento es grotesco a nivel internacional. Por ejemplo, no se dice que los tres países con menor número relativo de muertes por Covid-19 en América Latina son Nicaragua, Cuba y Venezuela, castigados impunemente con bloqueos estadounidenses pese a mostrar éxitos gracias a políticas sanitarias de orientación pública, según una organización tan seria como es el Institute for Health Metrics and Evaluation de EEUU. A nivel nacional, la agresión a las juventudes, el asesinato en todos los niveles y el saqueo diario es escondido por los canales televisivos, radio y televisión privado y gubernamental.
Todo ello ocurre aprovechando un ambiente de temor creado por los Medios Masivos y la represión en altísimo grado, similar a una dictadura, para hacer efectivo que un pueblo aterrorizado no piense ni actúe en contra de sus carceleros.
De allí que la pedagogía popular es una inmensa fuente que permite avanzar sin parar en una estrategia que logra resultados fructíferos. Si se apoya en la propuesta de la Humanología sobre la teoría lúdica de la vida y la pedagogía, se puede vislumbrar opciones factibles.
En primer lugar, para acercarse a la juventud es fundamental recordar como éramos nosotros, muchas veces rebeldes e indisciplinados, y lo que deseábamos: mucha comunicación, con charlas novedosas y de humor, cercanas, donde nuestra imagen sea de vitalidad y profunda transparencia para escucharlos. Las y los jóvenes si desean cambios y ser parte de ellos pues es su presente, están sus hijos y el porvenir en juego.
En segundo lugar, hay que utilizar el pensamiento para comprender como existe un engaño premeditado con el fin de confundir, desestimular, generar odios y caos, por lo cual hay que detenerse a analizar lo que nos quieren decir, cuales son las falsificaciones y cómo podemos desbaratarlas ya que poseen muy poco contenido o justificación.
En tercer lugar, siempre hay que ver el origen y acorde con ello se extrae la intención. Es decir, saber quién es aquel que desea destruir nuestro pueblo, complementado por alta información de las redes de televisión alternativa como HispanTV o Actualidad RT, por ejemplo, las que proveen documentación sobre Colombia, incluso aquella desconocida.
Así, al tener verdadero conocimiento de las elecciones, con fraudes y opciones, éstas comienzan a ser un avance democrático al convertir la lucha electoral en un campo de disputa donde ya toda la fuerza no la posee un sector privilegiado o élite destructiva del país. La pedagogía lúdica y el contenido político son herramientas para incidir en la desmitificación y ciertamente en la transformación social integral de la nación.