Por: Eduardo Ortiz.
Reflexiónenos cual es la forma para construir un mejor país, para iniciar revisemos algunos interrogantes, que son pocos, ante la infinita incertidumbre que se ha posado en las mentes de nuestros compatriotas:
¿Quién está en contra de la paz?
¿Quién esta en contravía de tener un país próspero?
¿A quién le interesa el desorden, el caos y la violencia?
¿Quiénes dirigen el destino de las mayorías?
¿Quiénes se benefician con la polarización política de Colombia?
¿Quiénes violan los Derechos Humanos en Colombia?
Los ciudadanos de acuerdo como lo afecte cada problema, desde la orilla política que lo vean, según los intereses particulares que embarguen a las personas o en la medida que la situación toque a los conciudadanos, van a responder con sinnúmero de calificativos, nombres propios de personas y/o grupos.
Voy a plantear la única respuesta que aplica a todas las preguntas, pidiendo que vuelvan a leerlas y le incorporen esta generalidad: “Una minoría”, con los anexos que sean de su agrado.
Entrando en el entuerto, las marchas son un ejercicio legítimo de los seres humanos, donde el pueblo manifiesta espontáneamente sus reclamos y exigencias; de manera contundente, optimista y veraz ante situaciones que lo afectan, acosan o inquietan; en las movilizaciones populares esta expresado el ejercicio supremo de la política, cuando el constituyente primario se manifiesta en la búsqueda del bien común. Para el caso particular las causas intimas de la protesta por el proyecto de reforma tributaria, la compartíamos la gran mayoría de los colombianos; sin embargo, el entorno y la responsabilidad social decían lo contrario, por atravesar el pico de una pandemia que ha dejado mortandad y pobreza sin distinción.
Como primera conclusión observamos la torpeza del presidente insistiendo en su reforma; la inoperancia del Congreso de la Republica que es lento, farandulero y populista, demostrando nuevamente no representar los intereses generales del pueblo. Panorama que fue aprovechado por la infiltración odiosa de unas minorías que violentaron la voz del pueblo y su protesta legitima, con un accionar premeditado y cruel que desnaturalizan estas expresiones populares.
Nadie puede ocultar los excesos que han cometido algunos integrantes de la Fuerza Pública, en medio del desorden y del caos, pero no podemos olvidar que su labor es de orden constitucional, están a nuestro servicio, son observados y controlados por innumerables organizaciones públicas, privadas, gubernamentales y no gubernamentales; tienen mando y control, pueden ser fácilmente judicializados. Deberían ser sujetos de derechos como el de defensa y debido proceso por decir menos; haciendo la salvedad que tienen sus derechos limitados y otros que no pueden ejercer como el derecho al voto, ¿Quién tiene la responsabilidad de elegir políticos ineptos? El responsable es el pueblo, no la Fuerza Pública.
Policías y Soldados son en esencia del mismo pueblo, intentar violentarlos o despreciarlos es un despropósito.
Tampoco se puede negar que una minoría desgraciada destruye la infraestructura de las ciudades, sus sitios turísticos, las instalaciones públicas, agreden con sevicia a nuestros policías y soldados; roban, asesinan, destruyen y acaban con la legitimidad de las marchas. Violan flagrantemente los derechos humanos con los bloqueos a vías públicas y la violencia desatada por el vandalismo; a saber: el derecho a la vida, a la salud, al trabajo, a la paz, a la libre circulación, a la educación, a la libertad y a la libre expresión entre otros. ¿Quién promueve este escenario? ¿A quien le sirve esta anarquía?
El problema esta evolucionando hacia el dialogo entre las autoridades, el pueblo y sus representantes, sin que las vías de hecho se hubieran desactivado y el congreso sigue durmiendo el sueño de los justos. Dije Justos (?).
Se escucha de todo, pero poco de lo que entre el pueblo se debate:
Retirar la Fuerza Pública de las calles. ¿Es serio eso? ¿Quién va a proteger vida, honra y bienes de los ciudadanos? Si no existe un responsable visible en las marchas, si los bloqueos generan desabastecimiento y violación de los derechos de las mayorías ¿Quién podrá defendernos? ¿El comité del paro? Definitivamente es una minoría que no representa el sentir de los colombianos.
¿Quién está hablando por los quince millones de campesinos? Ese si es una mayoría que esta siendo perjudicada directamente por las vías de hecho.
¿Dónde esta el representante de las Pymes y MiPymes? ¿Acaso no son importantes? ¿Dónde están los grandes ricos de Colombia? Bueno la mayoría de ricos están en las altas esferas del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial que ganan sueldos, anexos y beneficios absolutamente desproporcionados sin producir nada. Los privados al menos generan empleo y mueven el aparato productivo del país, ¿se les puede pedir más? Claro que sí y en esta coyuntura por supuesto que sí.
Esta es una oportunidad de oro para exigir cambios profundos en el poder nacional, en la organización política, social y económica; que por su complejidad debe obedecer a otro escrito y otros escenarios sobre el particular, pero voy a plantear tres propuestas
- Ampliar el régimen de inhabilidades e incompatibilidades para ejercer cargos públicos por nombramiento directo, por contratación y/o elección popular. Se debe limpiar la política de tanto exbandido, exterrorista, exviolador, exguerrillero, exsecuestrador, exparamilitar, exnarcotraficante, exdelincuentes, excorrupto con sus herederos directos o indirectos, que polarizan y revictimizan a los colombianos de bien.
- El asistencialismo y subsidiariedad del Estado es necesaria, más aún en estos tiempos de recesión económica; se habla de la renta básica del nivel de un salario mínimo; ¿Los beneficiarios como retribuyen al subsidio que les otorga el Estado? ¿Qué obligaciones o deberes adquieren? Es necesario reglamentar subsidios, trasferencias y demás beneficios que reciben los colombianos, porque todos somos dueños de los recursos del Estado, para que la solidaridad y responsabilidad sea compartida.
- Es innegable que el narcotráfico es uno de los problemas más significativos y requiere de todos los esfuerzos por parte de los colombianos, para que este negocio ilegal pase al olvido; ha viciado la política, la sociedad en general y especialmente la economía; pensando en recuperar las tierras, realizar producción rápida, sostenible y en total sintonía con el medio ambiente; se debe capacitar a las comunidades de las zonas cocaleras en agricultura sintropica, sistemas silvopastoriles y agroforestales, con el acompañamiento de universidades y creando la infraestructura necesaria para las cadenas de producción. En un año la primera cosecha llega aproximadamente a las 40 toneladas – hectárea.
Este es la nación de todos, la portadora de nuestros afanes, sueños y expectativas; es de nuestros niños, jóvenes y ancianos; no podemos dividirnos en pequeños dictadores, en protestar para beneficio propio y menos aún ser caja de resonancia de bandidos generadores de violencia, la dictadura de las minorías.
Nota: Destruir o derrumbar monumentos es vandalismo; apoyar o justificar este tipo de actividades no es lógico y carece de mérito; la historia no es de rescribirla o acomodarla según los vaivenes del contexto. En Pasto tumban la estatua de Antonio Nariño, defensores y contradictores de este hecho olvidan que en la década de los ochenta, se colocaron varios bustos en la avenida Panamericana, de los mejores personajes de Pasto a través de su historia y fueron burdamente vandalizadas, ridiculizadas y tumbadas. ¿Aplaudimos? ¿Lo ocultamos? Para la historia se puede emplear la teoría de la redención o la expiación, pero los hechos hay que llamarlos por su nombre y para este caso es vandalismo.