Pasto necesita un alcalde con más futuro que pasado

El clamor de los pastusos es general y unánime: se requiere un alcalde que sepa administrar, que sea técnico, que tenga empatía con la clase política y empresarial y que demuestre verdaderos logros en materia urbanística y ciudadana.

Los pastusos han entendido que un alcalde debe reunir características que le permitan hablar con propiedad en materia urbanística. Que fomente o haya impulsado proyectos de vivienda para los sectores populares y en sitios deprimidos y vulnerables de nuestro municipio. Esa fortaleza debe convocar el interés ciudadano en las urnas. La ciudadanía debe preguntarse qué ejecutorias rodean la trayectoria de ese candidato. Debe conocer sus logros en materia de seguridad, ordenamiento territorial, seguridad vial y amplio conocimiento de los distintos factores administrativos.

Un alcalde para Pasto debe reunir condiciones de liderazgo y buen manejo de entidades y corporaciones, que tienda puentes de cordialidad y afecto con sus subalternos y, sobre todo, que no le mienta al electorado. Que no censure las alianzas con la clase política, pero que en sus toldas electorales comparta mesas con dirigentes ampliamente señalados y conocidos por la opinión pública local.

Se requiere un alcalde berrraco, salido del pueblo y dueño de una personalidad sencilla pero arrolladora. Que demuestre ejecutorias y no simplemente charlatanería, que sepa cómo ejecutar y proyectar obras de interés ciudadano. Que demuestre realizaciones en aspectos tan vitales como la vivienda, la solución habitacional y urbana. Se necesita un alcalde con bríos y juventud, y no que «quiera ser alcalde» para dar rienda suelta a sus componendas burocráticas y clientelistas. Que su labor se traduzca en reales muestras de compromiso ciudadano. Un alcalde que hable con la verdad, que ofrezca seguridad y confianza ciudadana.

Pasto urge de un alcalde que tenga más futuro que pasado, que contemple el horizonte con la confianza de saberse capaz y generoso. Un alcalde que brille por sus propuestas y no por sus expresiones de odio, oposición y resentimiento a todo aquello que represente orden y constitucionalidad.

Pasto clama por un alcalde que sin renunciar a la justicia construya la equidad económica y social. Que vele por los intereses colectivos y no únicamente por el bienestar de sus electores.

Se busca un alcalde que tenga en su que hacer más propuestas que oposición. Y enarbole esa causa común de la construcción de ciudad y ciudadanía. Pasto necesita una continuidad en las políticas públicas que han servido para construir y edificar identidad y desarrollo en cada uno de sus barrios, veredas y corregimientos. Y en ello abarque los sectores urbano y rural.

Es prioritario elegir a un alcalde que conozca de Ordenamiento Territorial y que su formación técnica y profesional esté sustentada en estas áreas de irrenunciable aplazamiento para nuestro municipio. Lo técnico se liga a lo científico y a los procesos de desarrollo urbano y social. Solo así alcanzaremos mejores grados de índices económicos que se traduzcan en empleo, seguridad y confianza ciudadana.

Pasto le apunta a la juventud, la fortaleza espiritual y la capacidad administrativa. Las viejas figuras políticas ya nada pueden aportarle a nuestra ciudad, salvo sus conocidas viejas fórmulas abyectas para gobernar.

La oposición se agota en los trueques electoreros y clientelistas. Se torna en un elemento perturbador del orden y la constitucionalidad. La ciudadanía debe convocarse en aras de defender los valores de nuestros mayores que entendieron que es más valioso cobijarse con las leyes y las normas morales que arroparse con los andrajos del oportunismo y la falacia.

Más técnicos, menos oposición. Más propuestas que simples discursos. Pasto es una empresa común y de propiedad colectiva. Hoy el lema debe ser «Vamos por Pasto, con más técnica, profesionalismo y capacidad» .

Pasto ya es una ciudad de importancia nacional y su imagen debe consolidarse como un patrimonio mundial. Dueña de un espíritu creativo y de un reconocimiento internacional. El camino está trazado, únicamente se requiere de un arquitecto que sepa reorientar los destinos de un pueblo bravo y rebelde y dueño de una inteligencia original y excepcional.

No podemos perder el tiempo en disputas y oposiciones inútiles. Es momento de construir ciudad, de elegir en derroteros que impliquen respeto por nuestros valores y sensatez por nuestro futuro.

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