A las 5:45 pm del 15 de abril de 1996, 31 soldados colombianos fueron asesinados por la guerrilla de las FARC, en un atroz ataque cometido en Los Alisales, un páramo ubicado en el municipio de Puerres, lugar por donde pasa el oleoducto trasandino que va del Putumayo a Tumaco. Ahí, 1.500 metros de dispositivo fue detonado, provocando un incendio dantesco que incineró a la mayoría de soldados, los otros fueron acribillados a tiro de fusil por los guerrilleros. Solo un soldado sobrevivió a la emboscada, quien afanosamente llegó hasta el casco urbano y contó lo que había pasado con sus compañeros.
Dos de estos soldados eran oriundos del municipio, y 26 años después escuchamos los testimonios desgarradores de sus hermanas. Eran en su mayor parte campesinos que a los pocos días serían licenciados porque habían cumplido con el servicio militar obligatorio. Sus sueños fueron truncados por un acto demencial, muchas familias aún lloran el dolor de la pérdida, sienten que sus vidas fueron truncadas ese 15 de abril.
Hace ya 74 años, un 9 de abril, caía asesinado en Bogotá el líder liberal Jorge Eliecer Gaitán Ayala, desatando una ola de indignación que dejó miles de muertos a lo largo y ancho del país. En memoria de los miles de colombianos que han sufrido los flagelos de la violencia de una u otra forma, cada 9 de abril desde 2012 se conmemora el “Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas”. En muchos lugares, la verdad sea dicha, no pasa de ser un día más, en algunos rincones de la Colombia recóndita, son las propias víctimas quienes deben rememorar ese día, ya que la apatía del gobierno en muchos casos no deja de ser un mero saludo a la bandera.
De tal manera que en abril, en el caso de Puerres, hermoso municipio que se ha convertido en el balcón musical de Nariño, se conmemoran todos esos hechos dolorosos, tanto del 9 como del 16, en un territorio en donde en 1901 se disparaban los últimos cartuchos de una guerra fratricida llamada de los Mil Días, y en cuyos predios cayó asesinado Avelino Rosas, general y líber liberal. El pasado 30 de abril, la administración municipal, en cabeza del maestro Albeiro Ortiz, convocó a la Mesa de Victimas del municipio, a familiares de las víctimas, a los estudiantes de los colegios, a la comunidad en general, para que la memoria de los caídos no fuese olvidada y para que las víctimas sintieran que están rodeados por su comunidad en recuerdo de días tan aciagos.
Algunos estudiosos en temas de paz fuimos también invitados, no para sentar cátedra de nada, ni mucho menos para teorizar un conflicto que se vive desde la cotidianidad de millones de colombianos, sino a sumarnos también a las voces solidarias convocadas desde la Alcaldía Municipal. Como signo de esperanza, 7 jovencitos de la Orquesta de Cámara de Puerres, ofrecieron un sentido concierto a las victimas que se encontraban en dicho recinto.
Luego nos desplazamos al lugar de los hechos, recorriendo un paisaje que quizá en otra ocasión, hubiese tenido otros matices, pero esta vez, a cada paso, nos recordaba lo dolorosa que es la guerra; ahí, una pequeña construcción, resguardada por una imagen de una virgen católica, recuerda en unas frías placas los nombres de los 31 soldados caídos. Una sencilla pero emotiva ceremonia religiosa, precedida por el párroco del lugar, nos permitió unir nuestras voces, desde nuestro agnosticismo manifiesto, para no permitir que la memoria de quienes ahí cayeron desaparezca. El frio físico se sintonizaba con el frio espectral de esas muertes cegadas con barbarie, desconociendo toda dignidad y toda contemplación humana. Esa es la guerra.
En la tarde, acompañados por la Banda Municipal, la comunidad en pleno realizó una marcha, desde la entrada de Puerres hasta el parque principal, en donde se conmemoró la fecha con unas danzas realizadas por el grupo de Adultos Mayores, así como con una serenata de un trio del vecino municipio de Potosí.
Triste acontecimiento, sin duda alguna, pero también deja la expectativa de que la memoria implica un reconocimiento de esos hechos que de una u otra manera nos marcan como seres humanos y como sociedad, la muerte de los 31 soldados que no puede quedar en la impunidad, ya que muchas víctimas manifestaron que aun no han sido reparados por el Ejército o por el Estado, a quien le compete resarcir el daño causado por un servicio prestado a la patria, esa que muchos pregonan y que para tantos no deja de ser el titulo de un poema.
Ahí, en Puerres, con su Alcalde a bordo, las victimas se sintieron rodeadas, saben que pueden contar con su burgomaestre, con el Personero Municipal, con la Delegada de Victimas, con toda la comunidad puerreña, que esa Mesa de Victimas no es solamente una convidada de piedra, sino que, tal y como aconteció ese 30 de abril, la memoria sale de las voces doloridas de las víctimas, que es un espacio que permite escuchar lo que por tanto tiempo ha permanecido oculto, que esas voces no pueden perderse en el lamento del páramo de Alisales, sino que cobra plena vigencia su sacrificio cuando permite evocar el más sagrado de los derechos: el de vivir.
- Mauricio Chaves-Bustos