En los últimos tiempos no se había escuchado un debate tan caldeado en una corporación pública, como el que se vivió en el recinto de la Cámara de Representantes, con motivo de la moción de censura contra la ministra de las TIC, Karen Abudinen. Las razones eran de sobra, todo el mundo sabe de la entrega de un anticipo de 70.000 millones a la unión temporal Centros Poblados, con sede en Barranquilla, para instalar 7.000 puntos de internet en escuelas rurales de diferentes zonas del país.
En el recinto se escucharon discursos fogosos donde le hacía fuertes acusaciones a la ministra. El representante David Racero de la Lista de la Decencia la acusó de manera directa diciéndole en repetidas veces “ministra, usted es una corrupta”. Lo hizo de manera magistral con un discurso elegante y de buen contenido, sin que esto le impida ser directo.
En ese mismo tono estuvo Inti Asprilla de la Alianza Verde, quien hizo un vehemente llamado a la ministra insistiéndole en que debe renunciar, justificando su petición en que para nadie es desconocida su responsabilidad en la pérdida del dinero entregado como anticipo y, sobre todo, la responsabilidad en la inobservancia en la firma del contrato; no darse cuenta de las pólizas falsas; en la participación de un abogado que trabaja en esa cartera y a su vez es asesor de las empresas contratistas.
También fue notoria la presencia de las mujeres en el debate de censura. Convocantes como Juanita Gobertus, Ángela María Robledo o María José Pizarro fueron contundentes en responsabilizar a la ministra por corrupción, y que, por lo tanto, debe apartarse del cargo para permitir una investigación sin interferencias. Fueron muy claras en su argumentación en que hubo intención de hacer el fraude y cuestionaron el respaldo brindado desde la Presidencia.
El representante del Polo Germán Navas Talero también acusó a Abudinean diciendo: “Pudo haber evitado que esto ocurriera con un poco de previsión, pero dejó eso en manos de asesores y amigos y la bancada de los Char. ¿Usted qué hizo?” El congresista también recurrió a buscar la relación entre el contratista seleccionado y personajes como Emilio Tapia y hasta los Nule.
El congresista Mauricio Toro por la Alianza Verde se hizo célebre con su manifestación: “Hay que apartar a Karen Abudinen del Ministerio… Apártese, ministra, por su tranquilidad, dedíquese a defenderse y devuélvales la dignidad a los colombianos, al Congreso y al Gobierno”. Y cierra su intervención con una anécdota con la cual pretende culpabilizar a la ministra; dice que en algún municipio de Cundinamarca que estaba visitando, una persona le dijo: “No saque el celular aquí porque se lo abudinean”. Y no es broma, pero algún ciudadano se encargó de remitir el termino a la RAE para que se lo incluya como sinónimo de robar.
Posterior a la intervención de los convocantes, vino la intervención de los partidos aliados al gobierno, donde se despacharon con una serie de ataques a la oposición con argumentos sin mayor fundamento, como decir que los congresistas que tienen investigaciones deberían renunciar y que no tienen potestad para acusar, que primero respondan por sus acusaciones. En verdad, eso no tiene nada que ver si es investigado o no. La investigación en ningún momento responsabiliza al ciudadano de un delito: todos podemos ser sujetos de investigación.
Partidos como el Conservador y Cambio Radical han sido incondicionales con la ministra porque participan de la torta burocrática del Gobierno. Pero también es evidente que los representantes que defienden a la ministra a ultranza lo hacen por la ‘mermelada’ con la que vendieron su independencia, su moral y conciencia; que no les importa que los mire el país, porque ellos tienen clara su visión que los votos no los conquistan con argumentos, sino que los compran con el mismo dinero del que se lucran con su complicidad.
Lo cierto es que el Congreso de la República tiene mayorías a favor del Gobierno fruto de los beneficios monetarios que les otorgan de manera irregular (corrupción), y, por lo tanto, la ministra seguirá tan campante como si no quebrara un huevo, pero el dinero de la educación de los niños se lo ‘abudinearon’.