Por: Aníbal Arévalo Rosero
Con mucho fervor se logró conquistar el triunfo en las elecciones presidenciales del 2022, un hecho que divide en dos la política de nuestro país. Por más de doscientos años hemos sido gobernados por liberales y conservadores. Es la primera vez que tenemos la oportunidad de ser gobierno desde las bases populares. No tenemos el poder, pero tenemos mejores opciones de hacernos escuchar y de lograr mejores beneficios para los sectores más deprimidos de la sociedad.
En todo proceso, sea de cualquier índole, se cometen muchos errores. Pero en lo político, somos más susceptibles de que nos juzguen por nimiedades o cosas vanas sin desafiar a un debate político con profundidad. Somos muy desafortunados cuando en el juego político interviene una ancestral maña que determina los destinos de una comunidad, como el populismo. Esta práctica ha llevado a que el discurso elegante y con profundidad solo quede en voz de los académicos y los poetas. Hoy, cualquier balbuceo es motivo de vítores y glorias. ¡Aplausos para el ‘dotor’!
Sentimos vergüenza ajena cuando la gente vende su conciencia por un plato de lentejas. Es muy penoso ver a políticos sin vergüenza que dicen en campaña “les vamos a ayudar a construir la vivienda”. Pero, claro, lo que hacen es repartir tejas de zinc, bultos de cemento, algunos ladrillos y el consabido recebo para las vías veredales. Este tipo de prácticas no contribuye a mejorar las condiciones de vida de las familias más pobres; las condena a vivir en la marginalidad. Un pueblo sin memoria está condenado al atraso.
El elector que elige mal es el responsable de que nuestra región no progrese. Conozcamos la trayectoria del candidato a la Gobernación de Nariño por parte de la alianza de partidos tradicionales. En cuarenta años nunca gestionó un proyecto en favor de la región, Nunca dijo esta boca es mía. Pero como su vocación es el tráfico de influencias, entonces, echan mano del cargo que le faltó tomar asiento, para seguir incrementando su patrimonio familiar. Sus discursos pobres en contenido repiten hasta la saciedad que fue barrendero de un colegio, y sin más contenido, pero juega con la necesidad de la gente por un empleo que ya nunca les cumplió. Lo que sí se ve es el clientelismo y las malas costumbres politiqueras.
Nos preguntamos, ¿hay verdaderamente políticos con vocación de servir? Saquemos cuentas: un gobernador que se gana once millones de pesos, de dónde va a recuperar los miles de millones que invirtió en la campaña. No nos digamos mentiras: el peor engaño es el que nosotros mismos nos hacemos. La política es un mal necesario, como dice la canción. De usted o yo depende que elijamos a un candidato idóneo.
El Pacto Histórico tiene como candidato a la Gobernación de Nariño al doctor Luis Alfonso Escobar Jaramillo, una persona con todos los kilates para desempeñarse de manera idónea. El doctor Escobar tiene una trayectoria académica con estudios en las más acreditadas universidades. Como profesor universitario, como conferencista y como investigador ha recibido numerosos reconocimientos. Es una persona sencilla, nacida en la vereda de San Pedro del Vino en Tumaco. Un negro orgulloso de su estirpe; un campesino que se educó con gran esfuerzo. No es un político de tradición, ni un politiquero: es un profesor con opción de ser gobernador.
No podemos desconocer la participación de unas brillantes damas en esta contienda electoral, con un discurso que honra la coherencia, ellas merecen capítulo especial.
Amigo elector, en sus manos está entregarle los destinos del departamento a quién dice trabajar de frente por Nariño -que no se le conoció su voz en el Congreso de la República, pero sí el desproporcionado incremento de su patrimonio familiar-, o votar por el negrito querido que nos puede garantizar un gobierno transparente.